Juan José Campanella: a propósito de ‘Futbolín’

Hay genios que se atreven con todo. Y la apuesta de Juan José Campanella por ‘Futbolín’ y el cine de animación es la prueba que da fe de ello. No es ni de cerca su mejor película. Y aunque la animación y los efectos visuales están más que conseguidos, ‘Futbolín’ falla en la historia. Algo extraño teniendo a Campanella de por medio. Y más aún si tenemos en cuenta que Eduardo Sacheri figura entre los guionistas y sabemos que todo está basado en un relato del escritor del fútbol por antonomasia, el negro Fontanarrosa. Hay cosas para las que uno no encuentra explicación.

Me aficioné al cine argentino de la mano de un profesor de universidad que nos animó a ver la hermosa ‘Lugares Comunes’ (Adolfo Aristarain, 2002), con Federico Luppi y Mercedes Sampietro como cabezas de cartel. Me fascinó tanto que me fui al videoclub en busca de otra película argentina para saciar mi sed de cine porteño. Cualquiera me valía. El destino (siempre el destino) quiso que me decantase por ‘Un tipo corriente’ (Eduardo Milewicz, 2002), una comedia romántica en la que descubrí al que sería el pilar sobre el que gravitaría toda mi devoción por los filmes hechos en Argentina, Ricardo Darín. La película no era nada del otro mundo, pero Darín le daba un aura especial. Luego, con el tiempo, me daría cuenta de que es una de sus grandes virtudes como actor. Su sola presencia, su mirada, su capacidad interpretativa y su forma de decir hacen mejor a toda película que toca. Aunque ésta sea un bodrio insoportable, Darín siempre las hace llevaderas.

Y Darín, casi sin quererlo, me llevó a cerrar el círculo que había abierto mi profesor acercándome a Campanella. Primero a través de la genial ‘El hijo de la novia’ (2001), una comedia dramática que te revuelve por dentro y que te lleva del llanto a la risa sin solución de continuidad. Una maravilla del cine que estuvo nominada al Oscar a mejor película de habla no inglesa. Oscar que el destino le tenía reservado para 2009 con ‘El secreto de sus ojos’. He perdido la cuenta de las veces que he visto estas dos películas. Tan distintas la una de la otra. Tan brillantes e imprescindibles ambas.

En ‘El secreto de sus ojos’ Campanella recuperó para el cine a una pareja de la que ya me había enamorado perdidamente muchos años antes. Ricardo Darín y Soledad Villamil. Mis Bogart y Bacall particulares del siglo XXI. Creo que nunca he visto tanta química como la que desprenden ellos dos bajo la batuta del Juan José Campanella.  Diría que fue tras ver ‘El hijo de la novia’ cuando en mi búsqueda continua de películas de Campanella y Darín llegué hasta ‘El mismo amor, la misma lluvia’ (1999). Se me agotarían las palabras para hablar de ella, una de esas pequeñas joyas que el cine nos deja de vez en cuando. Injustamente poco conocida por el gran público. Quizás porque el propio cine se siente abrumado ante tanta belleza y no quiere compartirla. ‘El mismo amor, la misma lluvia’ nos dejó para siempre una de esas escenas que habría que enseñar en las escuelas de cine. No me queda más remedio que secarme las lágrimas.

Por el medio Campanella dejó muestras de su genialidad con ‘Luna de Avellaneda’ (2004) también con Darín al frente. Y junto a él, otro de los grandes pilares de sus películas, el gran Eduardo Blanco. Y con una serie de televisión cuyos derechos compró Telecinco pero que la falta de audiencia relegó a horas intempestivas. Me hice con ella en cuanto pude. Y vi los trece episodios en menos de una semana. ‘Vientos de agua’ (2005) era tan brillante que difícilmente tenía cabida en una televisión española dominada por los programas del corazón. La audiencia española aún no estaba preparada para ella. Estoy seguro de que hoy sería otra cosa.

Cuatro películas, una peli de animación y una serie configuran mi filmografía de Juan José Campanella. Todo lo que ha hecho desde que se olvidó del sueño americano en el que se inició a principios de los 90 con dos films que no me he atrevido a ver. Me gusta el Campanella que destripa tan bien los sentimientos como a la sociedad argentina actual y pasada. El Campanella que me seduce, me emociona y me conmueve con cada uno de sus planos, con cada uno de sus diálogos. Desde aquí mi particular homenaje. A propósito de ‘Futbolín’.

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Papá en prácticas. Periodista, aunque tengo la certeza de que me gusta más escribir que buscar la noticia. También ejerzo como Social Media Manager, lo que me permite pasarme todo el día en las redes sociales. Una vez soñé que era Don Draper. Al despertar lo vi inviable. No fumo, no me gusta el whisky, odio las corbatas y, sobre todo, me da mucha pereza afeitarme.

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