Los fantasmas aparecen por sorpresa, cuando menos te lo esperas y sin avisar. Cuando miro de reojo y creo ver un traslusón. Así es como mi abuela lo llamaba.
¿Te acuerdas, abuela, de cuando comíamos caramelos escondidas en la parte de atrás del Simca del tito?
Pero nunca obtengo respuesta. Ahora es ella la que se aparece.
Eres un traslusón, abuela.
¿Qué cuántas lagrimitas te quiero? Infinitas, abuela, infinitas.