—Qué tal cari? Te has puesto la insulina? —le preguntó Pelopincho a su mujer por teléfono, mientras se reía Charly al otro lado de la mesa de despacho—. Bueno, cari, te dejo que estoy liado.
—Qué hijoputa falso eres, cabrón… Cari, cari…
Los dos se rieron un rato más hasta que sonó el teléfono. Era un cliente con el que habían quedado para que les llevara unas viagras.
—Ya está, este viene para acá, vete recogiendo que no tardará mucho —dijo Charly a la que se hurgaba en el pantalón a la altura de la bragueta.
—Qué cabrón, ya te empieza a picar. Ji ji ji —Pelopincho reía como una rata, arrugando la nariz y echándose una sonrisa que le dejaba ver su mellada dentadura.
—Vamos, recoge que viene este y nos pilla el toro, que tengo muchas ganas de follar hoy. Voy a coger a la morita esta noche y la voy hacer comerme el culo. Por hijaputa, por guarra.
—Mírale que guarrete se pone. Ji ji ji.
—Venga, tira! Que me voy sin ti.
—No, no que ya recojo. Ji ji ji.
Charly le hablaba a Pelopincho con la superioridad con la que le habla un jefe a su empleado pelota, con esa suficiencia que le otorgaba ser el que pagaba, a él y las putas.
Cuando Fran, el cliente, llegó se inició una conversación a tres de lo más provechosa.
Fran tomó la palabra.
—Toma, no son viagras, son unos sobres que suben antes y duran más.
—Tú, joputa, a ver qué me das, a ver si esto no va hacernos nada.
—Has visto, Fran? Has visto? Cuando se pone cachondo no hay quien pueda con él. Ji ji ji.
—Coño! Fíate de mi, hostia, que no te voy a dar nada que no haya probado yo antes. Ya verás cómo se te pone la polla, así to dura —dijo Fran mientras daba tres golpes en la mesa en clara alusión a la dureza de la misma.
—Y a dónde vais? Mira que me apunto, que tengo a la contraria en la casa del pueblo y estoy solo en Madrid.
—Vente, hostias, ya verás qué putas hay, es un puteque nuevo que han abierto en la carretera de Barcelona.
—Sí, vente, vente, así nos echamos unas risas. Ji ji ji.
—Voy, pero nos vamos pronto que mañana madrugo y no quiero liarme.
—Te vas pronto tú, no te jode, yo voy a amortizar la viagra todo lo que pueda.
—Que no es viagra, coño. Ji ji ji.
—Tú cállate, cabrón, que cuando sabes que vas a follar sólo piensas con la polla.
—Aaahhh… Ji ji ji, qué hijoputa! Ji ji ji. Cómo me conoce. Ji ji ji.
—Venga —le dijo Charly a Pelopincho— vete sacando el coche que voy a llamar a mi mujer para decirle que no me espere a cenar.
—Claro, como ya vas a ir comido… Aaahhh… Ji ji ji.
Fran y Pelopincho fueron a sacar el flamante BMW del parking mientras Charly llamaba su mujer.
—¿Y qué quieres que haga, cariño? A ver si tú te crees que me apetece tener una reunión a estas horas… No lo sé… Tú vete cenando que no sé muy bien a la hora que estos mamones me van a dejar en paz… Venga, sí… Yo también… Que sí… Que venga… Que un beso…
Se subieron al coche, Charly puso la radio, estaba jugando el Madrid contra el Oporto. Acababa de meter un golazo Benzema.
—Pues una puta amiga mía me ha dicho que el Benzema este tiene una polla gigante —dijo Pelopincho.
—Claro, si es que es un puto moro —contestó Charly.
—Ya verás qué putas hay. Hay una rumana con unas tetas que vamos —dijo Pelopincho haciendo una mueca con la boca mientras sacaba la lengua y la movía de manera espasmódica.
—Cuál? La de los tatuajes? —preguntó Charly.
—Sí, sí, esa… Qué hijoputa, cómo le gustan las tetas grandes… Ji ji ji…
—Tú, Fran, hijoputa, que te conozco, a mi morita ni mirarla!
—Te follas a una morita allí o qué?
—Sí, hombre, sí, llevamos ya tres meses. Tiene el coño to depilado, y tiene un culo, menuda hijaputa, cómo la gusta follar por el culo.
—Ji ji ji.
—Y tú, Pelopincho, tienes alguna ya reservada?
—Este cabrón se folla a una colombiana que ni tiene culo ni tiene na.
—Una polla! Está muy buena, ya verás, además es una tía guay, me la chupa sin condón y me tiro todo el rato que quiero por el mismo dinero. No veas cómo se corre la cabrona, se corre que da gusto.
—Pero que es puta! —dijo Fran.
—Qué te crees tú? Que porque es puta no disfruta? Tenías que verla como me chupa la polla, qué vicio tiene la cabrona.
—Anda, anda, no seas gilipollas.
—Que te diga este. Charly, qué hace la puta nada mas verme? Díselo, se me tira encima. Bueno, bueno, si lo vas a ver tú…
—Esto ya me ha hecho efecto, ya la tengo dura.
—Qué hijoputa… Ji ji ji.
Cuando llegaron al puticlub el parking estaba a reventar. Tras aparcar y salir del coche, saludaron al portero con la cordialidad de otras veces, Charly le dio un billete de 20 pavos y le guiño un ojo: «Toma, cabroncete, cuídame bien el coche, que como me lo vuelvan a arañar te corto los huevos. Y tu chico qué tal está? Se ha recuperado?».
—Qué paso? —pregunto Pelopincho.
—Na, que se cayó en el colegio y se me hizo una brecha que para qué, menuda hostia se dio el niño.
Charly les contó, mientras se adentraban en la oscuridad, que se lo encontró a las puertas de urgencias del Gregorio Marañón con el chico sangrando como un cerdo.
Buscaron un sitio en la barra y empezaron a hacer de guías para Fran.
—Mira mira, esa la chupa que te cagas.
—Joder qué tetas!
—Y esa tiene un pirsin de esos en el coño, a mi no me va na.
Pelopincho le preguntó al camarero donde estaba su colombiana. El camarero le dijo que estaría a punto de bajar, que se había subido con un cliente hacía ya un rato.
—Hostia, qué buena está esa, no? Es nueva, no?
—Vosotros subir que yo voy a esperar a mi morita.
—Pero fóllate a otra coño!!
—Qué va, qué va, yo espero a la mía.
Al rato los tres se habían subido a los reservados con las chicas.
El último en bajar fue Pelopincho, que haciendo el gesto de la victoria se acercó hasta ellos a la que se ponía la alianza de casado.
Encendió el móvil y casi al instante le llegó un mensaje. Tenía 4 llamadas de su mujer.
—Joder!! Qué pesada mi mujer, ya no puede uno ni follar tranquilo, cuatro llamadas, qué coño querrá la pesada esta. Esperarme aquí, voy a ver qué cojones quiere, me tiene hasta la polla. De verdad, estoy de ella…
Pelopincho salió, llamó a su mujer y no lo cogió. Cuando le llegó otro mensaje pensó que se estaban llamando a la vez…
Era su cuñado: “Llámame en cuanto lo leas, a tu mujer le ha dado una hipoglucemia y estamos en urgencias en el Ramón y Cajal”.