Postales: Relojes de arena

La playa nos espera cada verano. Las dunas cambian de sitio, intentando que parezca otra, pero sabemos que es la misma playa. Cada temporada el primer baño es el que mejor sienta.

Desde debajo de la sombrilla miro al agua y veo tu cabeza. Buceas. Tu cara aparece y desaparece, se cambia por tus pies y temo perderte. Me da miedo que te sumerjas para no volver a salir  jamás nunca, nunca jamás es siempre que estés. Vuelves del agua y el saber que estás conmigo compensa lo sufrido.

A nuestro lado una mujer se derrite como un cirio que llega al fin de sus días. Todos son velas consumiéndose. Y digo SON y NO somos, porque la eternidad nos espera.

El sol se pone, y nos quedamos solos en la playa,haciendo relojes de arena con los dedos de los pies. Te beso. Podría haberlo hecho antes, pero quería hacerlo cuando no hubiese nadie. Todo es rojizo y como todo lo que acaba tiende al rojo apagado #8d1c19.

La ciudad, si es que existe cuando no estamos, nos espera con sus estampados de Ikea, pero aún falta mucho para que volvamos. Mucho. Diez días que intentaremos eternos.

Nueve, ocho, siete….

Cuando ya lo tenemos todo cargado en el coche voy a sacudir las alfombrillas. Me detienes.

—Deja que venga con nosotros esa arena. Quiere escapar de su monótona vida.

Te hago caso. Nuestros relojes de arena seguirán teniendo cuerda.

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Suelo decir que soy escritor, pero la verdad es que cada mañana cojo un puñado de letras, de esas que se le echan a la sopa, y las lanzo al aire, después las miro atento. A veces salen relatos, una vez incluso salió una novela.

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