¿A qué has venido?
Gata zalamera siempre vuelve.
Bueno, cuéntame;
¿cuántos afortunados
han abrazado tu piel?
Mejor calla,
no quiero negro obsidiana.
Quiero que sea rápido,
túmbate en la cama.
Vamos, quítate la ropa,
desnúdate.
¿Te acuerdas de nosotros?
Mira,
donde la luz alumbra.
Ahí sigue tu rinconcito.
Te sentaste ahí,
tan digna y meditabunda,
como probándome,
y dijiste:
«Tú y yo no follaremos nunca».
Vamos, vístete,
tengo cosas que hacer.
Cuídate.