Peor, mucho peor

La plaza San Ildefonso está abarrotada. Las terrazas llenas a pesar de que hace frío, los bancos llenos de chicos y chicas a los que parece que la vida les sonríe. Todo el mundo se tiñe de fin de semana y se pone sus mejores galas. El intercambio es rápido, un apretón de manos, una falsa conversación y el escorpión se aleja dejando el veneno en tu cuerpo. Bajo la Corredera Alta de San Pablo y giro por Espíritu Santo. Me voy casando cada diez metros con las princesas que voy encontrando. Algunas sienten mi mirada y se sienten obligadas a mirarme. Con los años uno aprende a mirar con cuchillos, aunque sean para untar mantequilla. Percibo que la gente está viva, llena de planes. Gente feliz? Ni puta idea, yo estoy al otro lado y ahora sólo quiero estar así. Aquí cada uno tira su vida por la ventana como le da la gana. Bajo hacia Pez, en un balcón asoman dos chicas fumando, miro, ellas miran, intuyo que hablan de mí, se ríen y yo sonrío como sabiendo de qué se ríen. Llevo las manos en los bolsillos, palpo. En un bolsillo llevo el mechero, el tabaco y la coca, en el otro… Que más da ya lo que llevo en el otro… Entro en el bar y saludo. Todos parecen alegres. Pido mi copa y bajo al servicio. Sobre la tapa de la cisterna dejo mi cartera y abro la bolsita. Vuelco algo de coca y la machaco. Dibujo trazos en horizontal para sacar una buena raya en vertical. Chupo mi DNI lleno de restos, mi DNI, mi identidad, que no sé si la estoy jodiendo o dignificando. Esnifo y el sabor agrio pasa de mi nariz a mi garganta. Un convulso movimiento de mi cuello lleva mi cabeza hacia atrás, dando el pistoletazo de salida. Subo las escaleras sintiendo que ya tengo de nuevo licencia para matar. Bebo de mi copa mientras finjo estar metido en la conversación de los allí presentes. Miento en mi interés por sus chistes, aventuras, desventuras. Oigo sus pensamientos hacia mí, como una voz en off. Algunos sienten lástima, me compadecen. A mí ellos me dan pena. Todos vemos mejor la vida de los demás, pero al final todos nos perdonamos mejor a nosotros mismos. Ya empiezo a notar que me resulta difícil seguir tan ausente. Simulo una llamada, me voy fuera a fumar mientras pienso contra qué pared acabare empotrado. Entro y me despido como si de un ganador se tratase, como si me fuera porque me voy a follar con una diosa. Una mitad me cree pero les importa una polla, a la otra mitad les importa una polla sin más. Y las calles antes llenas de posibilidades ahora están llenas de trampas, sólo tengo que llegar a las seis de la mañana vivo, todo lo demás siempre fue peor, mucho peor.

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