No me atrapes en tus ojos.
No me toques.
Bajo esta piel suave el sexo es impuro.
Sucio.
Mi voz de niña
es el gemido moribundo de una anciana.
Y estos zapatos de tacón
no están ahí para hacerme más mujer.
Los utilizo para torturarme,
para llorar de dolor,
y que caminar sobre llagas
sea más que una metáfora.