Manu se levanta todos los días sobre las 7 de la mañana para llegar a la oficina antes de las 8:30.
Siempre lleva la misma rutina.
Se ducha nada más levantarse, luego va al cuarto de su hija Nora yla despierta con mimos y cariños.
Nora empieza a dejar de ser una niña. Con 12 años ya no le gusta que su padre entre en su cuarto para despertarla con besitos.
Se despierta con mal humor. Lo primero que hace al poner un pie en el suelo es mirar su móvil.
Ana, la madre, prepara el desayuno.
La casa a esas horas está llena de vida. En ningún momento del día hay tanto ajetreo.
Ana lleva a Nora al colegio en el coche. Se desvía un poco en su camino hacia la biblioteca donde trabaja para dejar a Nora a menos de una manzana del colegio.
Manu va en metro. No le va mal. Es línea directa, apenas tarda 15 minutos.
Suele encontrarse con compañeros del trabajo en una cafetería antes de empezar su rutina de 6 horas en la oficina de una empresa que se dedica a echar asfalto en las grietas de las presas.
Debido a los recortes ahora Manu trabaja «sólo» 6 horas. Ahora apenas tienen trabajo.
A Manu le da por pensar qué ocurriría si alguna de esas grietas crece sin control.
Son ya 6 años en la empresa y conoce bien cómo funciona todo.
Lleva papeles de contabilidad y sabe que hace 4 ó 5 años se facturaba más del triple que ahora.
Eran tiempos donde las instituciones públicas les encargaban trabajos continuamente.
Antes si había una grieta del tamaño de un palmo, se ponía en marcha todo un mecanismo en el que se perdía el dinero por todos lados.
Se hacía un estudio, pasta. Se preparaba un informe, pasta. Se arreglaba, pasta. Pasta por la demora debidos a los imprevisibles imprevistos, pasta por un contrato de mantenimiento que no cubría nada, pasta, pasta pasta…
Saber que en realidad antes más de la mitad del trabajo era pura corrupción, no le deja mucho más tranquilo cuando piensa en que por algún sitio habrá una presa con una grieta no cuidada y que quizá una desgracia puede ocurrir cualquier día.
A Manu no le gusta lo que ve en su trabajo pero tampoco hace mucho por cambiar nada.
Piensa en Nora y en Ana y piensa que tal y como están las cosas ellos, al menos, tienen trabajo los dos. Así que le da un poco igual todos los trapicheos que ve a diario en la oficina.
Como le da igual que la señora de la limpieza, una ecuatoriana de mediana edad, no esté dada de alta, y en cambio la mujer del jefe y la nuera estén cotizando con unas nóminas altísimas sin trabajar.
Manu ha trabajado en más sitios, y cuando habla con amigos ve que en todos los lados se hacen cosas parecidas.
Son jefes, pueden hacer con su dinero lo que quieran.
En ningún momento se ha planteado nada acerca de lo poco ético que es el silencio. Prefiere no meterse en líos.
La pasividad es un mal que nace del miedo.
Le parece de golfos que la gente haga algunas de estas cosas. Pero no solo lo justifica, lo ve casi como un acto de defensa.
El también «engaña» al estado en lo que puede. Como en la declaración de la renta, o en alguna que otra ocasión en la que cobró paro mientras trabajaba.
Cree que estos pequeños «engaños» los hace todo el mundo.
Pero Manu sabe de sobra que no es la cantidad, es el hecho.
Igual de puta es la que la chupa por 10 que la que la chupa por 1000.
La diferencia es que una es una puta y la otra una puta mierda.
Ahora a Manu le da tiempo a comer en casa. Suele echarse una siestecilla y luego va al colegio a por Nora.
Algunos días Nora tiene otras actividades, como baile e inglés.
Los lunes y miércoles tiene ingles y los martes y jueves va a una academia de baile. A Nora le gustan más los martes y jueves. Le gusta mucho bailar.
Cuando deja a Nora, Manu hace algún recado, alguna compra o se va directamente a casa.
A veces se masturba viendo porno en internet.
Es muy cuidadoso e intenta no dejar rastro de las páginas visitadas.
Se mete en «navegación de incógnito» y después borra todos los archivos temporales y las cookies.
Manu y Ana ven porno juntos con frecuencia, pero saben que Nora está en una edad muy delicada y tratan de tener cuidado con esas cosas. Porque aunque Nora tiene un portátil y una tablet para ella, el ordenador conectado a la tele es de libre acceso para toda la familia.
A eso de las nueve suelen cenar viendo las noticias.
Tarjetas opacas, cuñados ladrones, concejales farloperos, la Espe, la lerda de la Botella, crisis, hospitales cerrados, la folclórica, el pequeño Nicolás…
Después de cenar, Nora se va a su cuarto, suele quedarse un rato chateando por Facebook.
Cuando Manu y Ana han terminado de recoger la mesa y la cocina se sientan en el sofá con una manta y buscan alguna peli para ver, aunque son muchas las veces que acaban viendo programas o documentales.
Haciendo zapping dan con un documental sobre el mundo swinger.
Manu y Ana lo han hablado alguna vez pero nunca se lo han planteado en serio.
En el documental salen follando varias parejas. Se ven escenas de chicas follando con varios chicos, corridas múltiples, masturbaciones con el marido de voyeur, glory hole, chicos con dos chicas…
Manu y Ana se miran. Ana le toca la polla a Manu por encima del pijama pero por debajo de la manta.
—Joder! Cómo te has puesto!
Manu mete la mano en las bragas de Ana.
—Pues tú tampoco vas mal, no?
—Tanto te calienta el rollo? Tú lo harías? Te gustaría ver cómo otro me folla?
—Bueno…
Ana mete la mano en el calzoncillo de Manu. Le coge la polla, la palpa y le empieza a masturbar…
—Tú! Qué haces? Que está la niña despierta…
—Bueno… Pues nos vamos a la habitación…
—Anda anda, cálmate un poco… Ahora nos vamos en un rato…
—Joder, tío… —Ana respira hondo, se mete un dedo en el sexo, lo saca húmedo y se lo pone en la cara a Manu—. Mira cómo estoy.
—Pero, Ana… Espérate un poco, coño… Que… Joder…
—Buff… Siempre estás igual… Qué coñazo de tío.