La vida de Jack Rodríguez (V): Más parecido a Jim Carrey que a James Dean

De bien pequeño maté a mi padre. De un disgusto, claro. No hice como Juan Carlos I, que cuando tenía dieciocho años mató a su hermano pequeño Alfonso mientras jugaban con una pistola en un día de lluvia de esos que no te queda más remedio que distraerte con una bala de por medio. ¿Quién no ha jugado con su hermano en edad adolescente con una pistola cargada? Los días de lluvia son muy jodidos, hay que comprenderlo. Se puede escribir hasta la Constitución. Seguro que Cervantes aprovechó esos días tediosos en los que las calles están mojadas y las almas nostálgicas para escribir un montoncito de frases que después formarían El Quijote. Quizá si le hubiese pillado una temporada de sol la obra magna de la literatura española se hubiese quedado para siempre encerrada en el baúl de los recuerdos inexpresados. La cuestión es que yo maté a mi padre de un disgusto porque no quise hacer la comunión.

Pensaba en todo esto mientras hacía mis necesidades largas –cagar, vamos- en el váter, lugar de culto en el cual se han decidido cosas más importantes para la humanidad que en muchos parlamentos nacionales. A mi padre le fui dando durante la vida un disgusto tras otro, reflexionaba yo en el baño mientras ponía una cara de tipo interesante que se reflejaba en el espejo oxidado que mi abuelo había regalado a mi madre años ha. Podía llegar a soñar que me parecía a James Dean –aunque yo fuese moreno y me pareciese más a Jim Carrey en ‘Ace Ventura’-. Si hubiese tenido un cigarrillo a mano –a poder ser Lucky Strike- el sueño aún hubiese sido más real;  o por lo menos más placentero. Cagar y fumar. Fumar y cagar. Oscar Wilde ya puso en boca de Lord Henry en ‘El retrato de Dorian Gray’ que “un cigarro es el tipo de placer perfecto. Es exquisito y deja a uno insatisfecho”. Y lo de que cagar es un placer que no hace falta ni que lo escriba Wilde.

Si mi negación a hacer la comunión dejó a mi padre tambaleándose en el ring, la novia senegalesa que me eché a los dieciséis años le dejó KO, como Mike Tyson a cuarenta y cuatro oponentes durante su carrera profesional en el mundo del boxeo. Mi padre siempre había sido de esos que básicamente son racistas. No le entraba en la cabeza que su hijo pudiese llevar a casa una chica que no fuese de piel blanca como la nieve acabada de caer en los prados montañosos. Y cuando le conté que había perdido mi virginidad con ella pensé que me sacaría la escopeta que siempre había tenido escondida en el armario para probar su eficacia convirtiendo mi cabeza en una sandía recién cortada.

No lo hizo y lo aproveché para seguir dándole disgustos. El siguiente fue matricularme en las carreras de filología hispánica e inglesa, como ya os conté un día -o quizá fue una noche, que sois muy noctámbulos-. Él siempre había imaginado que yo sería mecánico, como él. Para alguien que en su vida no ha abierto un libro debe ser duro que su hijo se quiera dedicar al estudio de las lenguas. De hecho, me lo dijo claramente: le parecía una mariconada considerable. Pero yo entonces ya había conseguido un trabajo a tiempo parcial como cajero en un supermercado –la otra opción era barrendero- y vivía en un piso de estudiantes con tres locos y una chica que no tenía ni idea de dónde se había metido que aún estaba más loca. Mi padre ya poco tenía qué decir sobre mi vida. Mejor que se dedicase a ir a misa los domingos y a charlar con los amigos en el bar, que eran las dos únicas cosas que se le daban bien.

Por lo demás no sabía ni amar a mi madre, a quien le había jodido la vida relegándola a una existencia de empleada del hogar. Ella, resignada, había aceptado su realidad enamorada aún de un joven que había roto todas sus promesas en el tiempo que un jarrón cae al suelo. Su mirada ya no decía nada y mi vida era lo único que le hacía sentir la llama de la ilusión. Bien, mi vida y la de mi bella hermana pequeña Kate, que ahora golpeaba la puerta de madera del baño porque parecía tener prisa en vaciar su vejiga.

¿Jack, te queda mucho? Me meo.

bluebird Comunicación
bluebird Comunicación
bluebird Comunicación
bluebird Comunicación

1 Comentario

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.