Jodido, muy jodido

Acabo de dejar a Nacho, mi hijo, con su madre.

En teoría se van de vacaciones. En la práctica se van.

Tiene ya 6 años y se da cuenta de todo, y la situación está como está. Mal.

Sé que va a estar bien atendido, que con Laura, la madre, no le va a faltar de nada.

A Paolo, el marido de Laura, le ha salido un currazo en la costa brava. Es cocinero y le han llamado de un hotel de prestigio para llevar la cocina. Va a ganar tanta pasta que Laura ha llegado a un acuerdo con su empresa para poder cobrar el paro, se ha despedido…

Es verdad que quizá nunca haya sido el padre más idóneo, es verdad que lo podía haber hecho mejor, y hay otras mil verdades y todas, todas me podrían reprochar algo.

Laura y yo tuvimos a Nacho bajo unas circunstancias muy concretas.

Por eso ahora que no tengo manera de pasarla un duro, no me tiene agobiado. Ella sabe mi situación y la verdad es que se está portando genial.

Estoy triste porque se vayan, pero a la vez estoy feliz porque sé que va a estar bien.

Paolo es un poco tontaina, pero es buen tío y es muy cariñoso con Nacho. Lo trata como un hijo pero respeta y en ningún momento ha querido quitarme el puesto de padre.

Y ahora se va, y con ello se derrumba un poco más lo poco que me mantenía en pie.

Llevo un año en paro haciendo el gilipollas, saliendo, emborrachándome, trasnochando…

No pensé que cuando me pusiera a buscar trabajo en serio me fuera a costar tanto y ahora empiezo a sentir vértigo.

Estoy lleno de dudas, de miedos.

He sido testigo y partícipe del desmantelamiento agónico de mi propia vida.

Ahora me miro en el espejo y no termino de verme y lo peor es que esto no tiene mucha pinta de cambiar.

Cuando me quedé sin trabajo me sentí engañado, así que me di (como siempre) licencia para dejarme llevar…

A los 3 meses ya me había pulido la triste indemnización, a los 5 tuve que vender el coche, y ahora llevo ya 2 sin pagar el alquiler.

Siempre cobré gran parte del sueldo en B y el paro que me queda es una mierda que no me da para nada.

Y ahora me encuentro aquí, sin trabajo, sin dinero, sin coche, sin hijo…

Y sí, ya sé que lo he hecho mal, muy mal, que tendría que haber pensado las cosas, pero bueno, estoy aquí y ahora es cuando me estoy acojonando.

De repente con 40 años no valgo para nada, no tengo estudios ni ningún talento del que pueda vivir.

Siempre fui un currito que se las apañaba, pero ahora cualquier chaval de 25 años esta mil veces más preparado que yo.

Y vete tú a pedir trabajo y véndete como alguien curtido, que aunque no tenga estudios, ni inglés, ni nada, tiene capacidad de respuesta, alguien que encuentra soluciones prácticas basadas en la experiencia para resolver problemas. O sea que lo tienes jodido, muy jodido.

Y empiezas a buscar entre conocidos y solo ves que en algunos llegas a despertar pena, lástima, y eso te hunde aún más.

La mayoría te habla de familiares muy cercanos que están igual a los que no pueden ayudar.

Y muchos de los que comparten risas, copas y turulos, no quieren saber nada a la luz del día.

Son vampiros. Tienen tanto que ocultar que no mezclan sus noches con sus días.

He visto en la cara de mis amigos el miedo por mí.

Unos porque creen que he estado haciendo el gilipollas toda mi vida y aunque en algunos vi la cara de «te lo estabas buscando», han sido más los que han empatizado, más que nada porque todos tienen gente cercana en la misma situación.

No pienso seguir fustigándome por la vida que decidí llevar.

Que podría haber ahorrado, que me podía haber hecho un cursito de esto, o de lo otro…

Trabaje como un cabrón durante 20 años. Me dio para estar bien, nunca tuve muchos problemas ni muchas pretensiones.

Cuando tenía algo de dinero me permití darme algún capricho, para mí y para Nacho.

Pero es que ni con el telescopio Hubble hubiera visto la que me está cayendo.

Lo peor no es ir al súper mirando el precio de las cosas, lo peor son las miradas de exclusión, y de esas las peores son las que te juzgan, las que te culpan.

Como si fuese insultante pedir trabajo después de la vida que he llevado, como si ellos fueran las hormigas y yo la cigarra, como si les jodiesen mis Nike de 140 pavos y mi Fred Perry de 90, como si para pedir trabajo tuviese que ir en sandalias y lleno de harapos.

Es tal el sentido de la competitividad que nos han inculcado que algunos ven en la miseria un acto de justicia.

Duele ver que cuando apestas a problemón la gente se aleja, como si llevaras una bomba adosada al culo. Huyen, y a mí su huida me jode, mucho. Pero me jode más que para no sentirse culpables se alejen culpándome a mí. Y es probable que tenga mucha culpa pero no toda y aun así, ahora qué hago?

He de vender mi vida como penitencia? Alguien me asegura que al hacerlo obtenga el perdón? Por qué tengo que pedir perdón?

No sé, estoy muy contrariado.

De verdad las cosas son así? De verdad no tengo hueco? De verdad lo hice tan mal?

Espero que Nacho se lo pase bien, que en las vacaciones haga amigos y cuando le digan que ya no vuelve a Madrid se lo tome lo mejor posible.

Es un consuelo muy pobre el pensar que es mejor que no vea lo que me está pasando. Ya tiene seis años y se da cuenta de todo.

bluebird Comunicación
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