“y tú y yo éramos indestructibles” (La habitación roja)
Hay cemento a mis pies,
y música,
alas para creer en el dios malnacido
que te murió. De repente.
Hay gritos,
y flores,
una sanguijuela en la garganta.
No lloro, me desangro.
Hay agua,
olas en el estómago,
un embudo de mármol en el diafragma.
Y me ahogo.
Estoy desnuda en el cementerio.
Despierta, joder, despierta.