un repentino frescor
atípico de junio
invade
los nervios y
la pasividad
de rudolph fumando
en el asiento
de copiloto
del fiesta
de andrea.
andrea ansiaba
un respiro
sin pelmas de barra
y se lo toma.
su faz y
su canalillo
no suelen atraer
a muchos mirones guapos
según su selecto gusto.
se ven por tercera vez.
se desahogan donde pueden y
se ilusionan partiendo de ello.
sin plan mejor
las prisas por follar arrasan.
al notar el frescor
ella susurra mirando al frente
«joder con la rasca»
y él sube las ventanillas.
dicho eso
ella toma la iniciativa
desabrochándole la bragueta
tras
brutos
morreos y
magreos.
él ensaliva
su cuello perfumado,
una divina teta
y luego la otra.
él está en paro
y no es un volcán
como amante
pero 22 años y
centímetros de polla
le ayudan. andrea
se hace una coleta
antes de producirse
arcadas
mamando
profundamente,
progresivamente.
a los 10 minutos
degusta su semen
escuchándolo gritar,
notando vibraciones
uniéndolos
con 4 dedos dentro
de su coño curtido.
rudolph se la guarda
y andrea, incorporándose
y echando la luz interior
le pregunta: «¿hay algo
por la cara o el pelo?»
él responde sonriendo
que no. ella dice:
«no sonrías, cerdo.
allí hay
más ojos y luces
de los que te crees.»
ella añade
que estaba amargo y
que les queda tiempo.
él le pregunta: «contéstame
a esto: ¿a dónde se ha ido
vuestro más allá?»
andrea analiza
su aspecto general moviendo
el retrovisor interior
y le contesta:
«¿de qué más allá nuestro hablas?
a mí eso me suena a muerte.»
«pues vosotras lo decíais.
solíais decirlo mucho antes.»
«¿nosotras? ¿nosotras quiénes?
¿antes? ¿antes cuándo?
¿a ti qué te pasa, tío?
¿te la como toda y
te pones a hablar en clave?»
«me refiero a eso de
ver o ir más allá, tía.»
andrea se quita
del todo el tanguita y dice:
«todavía no creo en espíritus…
pero te dije
que nos queda tiempo, ¿no?»
rudolph responde «sí»
volviendo a sacársela
ya lista otra vez.
ella le acerca
las tetas a la boca
poniéndose encima,
apagando antes la luz,
metiéndosela toda
de golpe fácilmente.
a los 10 minutos
él dice «salte que sale» y
ella levanta el culo diciendo
«no, joder, no.»
sentándose otra vez
en el asiento de conductora
ella dice tras arreglarse
«ahora he de volver»
y él dice «vale.»
antes de despedirse
él enciende la radio
y una canción de Morrissey
(Everyday Is Like Sunday)
suena entrecortada.
ella pregunta
«¿qué coño es esto?» y
él, antes de decir «n’ idea»
cambia de emisora
a media canción.
segundos después
ella apaga la radio
y ambos se van
por separado
a consumir toda esa noche.
el repentino frescor
dará paso
a duro frío fuera
y dentro del bar
donde andrea sirve tragos.
un frío que durará
más que toda esa noche
en gran parte
de sus corazones.