Tu corazón
bajando en apnea
por un vaso de tubo.
Me asomo a su brocal
llenándolo con mis lágrimas
en un bucle incesante.
Se hunde
y no parará.
Y seguiré mirando desde fuera de la pecera.
Seguiré mirando a ese pez raro,
delicado,
que tanto amé y tanto amo.
Fijo.
Inmóvil.
Saturado de química
y de tristeza.