A veces me gustaría no haber crecido, seguir en el patio, y construir un fuerte con las ramas de los árboles podados para protegerte dentro.
Salir corriendo de los problemas y escondernos detrás del gimnasio hasta que suene la sirena. Cuidarte. Compartir mi bocadillo de chorizo contigo porque a tu madre se le olvidó, otra vez, meterlo en la mochila. «Tranquila, aquí no vendrán los abusones de octavo. Nunca encontrarán nuestro escondite y podremos estar siempre jugando a las casitas, tu muñeca de trapo hará de hija. Si nos ven los otros niños se reirán de mí».
Esperarte a la salida para volver juntos a casa. Buscar mariquitas en las amapolas y echar guerras de espigas. Moldear la tierra que hay junto a la fuente. «El balón prisionero nunca fue lo mío, soy más de rescate, me va ser el héroe que los salva a todos en el último momento».
A veces, solo a veces, me gustaría seguir en el patio, que el mayor problema fueran los abusones de octavo, y poder salvaros a todos en el último momento.