Ellos, los otros, tan distantes, tan inalcanzables, tan traje y corbata, tan sobreactuados. Son ellos los que nos manejan, los que nos azotan, los que nos violan, a cambio de un trozo de pan y un pozo de agua potable. Son ellos, los otros, los que no leyeron a Víctor Hugo ni saben de qué va eso de la poesía. Su dios es extraño. El nuestro, Tyler Durden. Son ellos, tan cariñosos en sus jaulas, tan despiadados. Son leones. Los otros, los que nos torturan, nos suicidan, nos ahogan. Tan macabros. Y, nosotros, tan masoquistas. Un par de ceros a fin de mes, con suerte tres. Juventudes vendidas al diablo, tiradas al retrete, esparcidas por suelos de moqueta que envenenan sueños. Son ellos, los otros, tan raros, son ellos los que han matado los hijos que no tendremos.