El plan

El tratamiento de quimioterapia le había quitado el apetito. Apenas comía nada. Tenía la lengua rugosa, amarilla y un muy mal sabor de boca .Todo le sabía mal, todo tenía una especie de sabor metálico, como cuando de niño chupaba los dos polos de una pila de petaca.

Por mucho que se cepillara los dientes nada hacía desaparecer la sensación de asco.

El médico le citó para dos semanas.

Había que detener las sesiones, que, de agresivas, le dañaban más que curaban.

«Váyase a casa. Veremos la evolución en 15 días. No le voy a mentir, o hemos conseguido detener la expansión como hubiese sido deseable, pero seguir con la quimio está empezando a ser contraproducente».

«Respeto su decisión de llevarlo en secreto. Aunque le animo a que recapacite. Una ayuda externa puede ser beneficiosa. Abrirse a los demás y tener algún apoyo suele tener beneficios positivos. Créame, el amor mueve montañas. Por mi parte no hay problema alguno en seguir dándole la baja médica sin especificaciones. Pero salga, pasee, que le dé el sol. No fume. Entiendo que le resulte difícil, pero no decaiga. La fuerza mental es la mejor medicina».

No hizo caso a ninguno de los consejos del médico.

Compró tabaco y comida para siglos.

Se encerró en su casa. Allí, se sentía seguro. Allí no tenía vértigos.

Trató de volver a escribir. Pero nada de lo que escribía le gustaba. Mandó un mail a su jefe.

«Sigo seco. Discúlpame. Cuando tenga algo decente te lo hago llegar»

Se tiraba las horas tumbado en el sofá leyendo la prensa en su tablet.

Cada noticia que leía le daba más vergüenza.

Nuevo naufragio en el Egeo. 23 muertos. 6 de ellos niños

La Unión Europea acuerda dar asilo apenas al 7% de los refugiados que llegan a las costas griegas

Todas esas noticias iban acompañadas de vídeos donde se veían niños muertos flotando en el agua. Padres y madres llorando. Gente caminando por la nieve con sandalias. Arropados con mantas…

Manifestación xenófoba en contra de la llegada de refugiados en Múnich

Un grupo de extrema derecha apalea a dos jóvenes musulmanes en Oslo

La policía francesa carga contra los refugiados con gases lacrimógenos

Detenidos 3 cooperantes españoles en Grecia por rescatar en aguas turcas a una lancha que naufragaba

La UE se plantea acusar de «traficantes» a turistas, vecinos y ONGs que ayuden a inmigrantes a no ahogarse en el mar

Europol denuncia la desaparición de 10000 niños refugiados

Se preguntaba qué coño le estaba pasando al mundo. Por qué los dirigentes mundiales no hacían nada. No solo no hacían, es que además ponían trabas a iniciativas como las de los ayuntamientos que querían ayudar. Algunos de ellos ya tenían preparados los recursos necesarios como albergues, ropas e incluso en sitios como Barcelona o Valencia disponían de barcos para traerse a esa gente y el gobierno no lo permitía sin dar ninguna razón. No lo permitía y punto. Dándole absolutamente igual.

De eso había tratado su última colaboración con el periódico. De que quienes gobiernan y sus actitudes no representaban en absoluto las sensibilidades solidarias de la gente, de los ciudadanos.

Hacer aquel reportaje le sensibilizó y le cabreó a partes iguales. Sentía una repulsión que le costaba digerir.

Le ponía agresivo ver que había medios que respaldaban tan inhumana postura, y no tardaba en encontrar periódicos, políticos y periodistas que escribían cosas que le parecían terribles. Magnificando a su antojo lo que querían para «disculpar» tales aberraciones.

Entre los refugiados se cuelan yihadistas

Son gente que no está civilizada. No respetan los derechos fundamentales. Ni siquiera respetan a sus mujeres

Arrastraba su dedo por la pantalla táctil y en apenas 2 columnas leía con estupefacción:

España incrementa un 25% las ventas de armas a Arabia Saudí

Lo leía en esa prensa que lo vendía como un triunfo del gobierno español.

Con fotos de «personalidades» ligadas a las altas esferas del estado, dando la mano y sonriendo a dirigentes saudís.

El tratamiento sectario de las noticias le indignaba tanto que se sorprendía a sí mismo insultando a voz en grito en la soledad de su casa.

La furia le sobrepasaba.

Irán financia grupos de extrema izquierda españoles

Irán encarga 118 aviones a Air bus por valor de 25.000 millones de euros

Éxito en las negociaciones con Irán para construir una refinería en España

La izquierda radical y el entorno de ETA, hacen un viaje secreto a Venezuela para desestabilizar al estado español

Venezuela compra buques de guerra y armamento español por valor de 3.200 millones

La vicepresidenta compungida, dice que un pacto de izquierdas sería catastrófico para España, y alega que no se puede «jugar con la vida» de los españoles

Desde el 2012 han muerto más de 100.000 dependientes esperando la ayuda reconocida por la ley de dependencia

España cierra más de 15.000 camas en los hospitales desde el 2011

Mueren de 10 a 12 personas al día sin tratamiento para la Hepatitis C

No tenía claro si las nauseas que sentía eran por su enfermedad, por el tabaco o por las mentiras y manipulaciones de lo que consideraba una gentuza que se reía descaradamente de todos, de la verdad, de la lógica.

Lo peor era ver cómo se les daba altavoz para llevar sus mentiras a la televisión, a la radio, a los periódicos… a la gente.

Realmente todo eso no sólo le crispaba, le dañaba hasta el dolor físico. Ver cómo fomentaban la división, el odio a cualquier precio, sin argumentación y sin más meta que desvirtuar la verdad para llevarla al terreno del «o nosotros o nada».

La falta de ética y el abuso de poder le corroían.

«Qué sinvergüenzas! Qué buscan?»

El cuerpo se le llenaba de furia, de rencor. «me ganan… Lo están consiguiendo…»

La alcaldesa de Madrid hace el ridículo con sus propuestas en economía

El ayuntamiento de Madrid reduce el déficit en un 8%, mientras La Comunidad lo incrementa en un 20

Madrid está más sucia que nunca. Da asco

Salen a la luz los contratos de basura del anterior grupo de gobierno donde se permitió la reducción de un 30% de las plantillas de las subcontratas

Los bolivarianos vienen para destruir España

Más de 1900 personas imputadas con causas abiertas por corrupción

La corrupción roba cada español más de 5000 euros

Querer apoderarse la televisión pública está en el manual de los dictadores

Los trabajadores del TVE denuncian que la dirección de informativos les obliga hacer propaganda del PP

Sentía tanto asco por lo que leía y veía que empezó a darse miedo a sí mismo.

Intentó alejarse de sus malos pensamientos, pero desde la televisión le provocaban constantemente con sus mentiras y su descarada manera de manipular.

Empezó a cavilar…

Recordó ese pasaje donde Nietzsche dice que iba Zaratrusta paseando y al encontrarse con un jorobado le pegó un bastonazo, y cuando uno de sus discípulos le recriminó su acto, Zaratrusta le dijo: “A un jorobado, hay que tratarle de manera jorobada”.

Esos días su odio creció tanto que apenas tuvo tiempo de ver el miedo que le causaba ir al médico.

Pasaron las 2 semanas…

Llegó ese miércoles de febrero.

Aquella mañana no fue como las demás. Al levantarse tuvo la impresión que ese era el día X, el día que tantas veces se le había repetido en mil pesadillas.

No tenía mucha fe en que algo hubiese mejorado.

Los dolores se habían incrementado. Había vomitado sangre y la diarrea parecía no tener fin.

No tenía miedo a morir. Demasiadas indicaciones, demasiadas evidencias.

Cuando se afeitó se hablaba ante el espejo buscando algo de dignidad para afrontar el día.

Por primera vez pensó el cómo decírselo a su padre, a sus amigos, a su hijo.

Sintió que la muerte le rondaba. Era ya imposible escondérselo a nadie. Pese a ser un hombre alto, pasaba del metro ochenta, había adelgazado hasta pesar apenas 60 kilos.

La ropa le colgaba, era como ropa de otro. Como el otro que no hacía mucho había sido.

La radioterapia y la medicación dejaron su rostro amarillento. Era inútil seguir ocultándolo.

Se moría. Lo sabía, lo aceptaba.

La rabia y el odio dejaron paso a una paz que sólo se puede tener cuando ya sabes que todo está terminando.

El doctor fue con él todo lo cariñoso que se puede ser en esas ocasiones.

«Metástasis. 2 meses».

Las palabras eran simple repeticiones de los temores que le habían acompañado en los últimos meses.

Salió de la consulta con una extraña fuerza.

Siempre pensó que su vida había sido una mierda, pero tenía un plan para que su muerte no lo fuera.

Esa noche apenas pegó ojo. Se tiró toda la noche llorando mientras escribía cartas de despedida.

Lo tenía claro. No iba a morir sin más.

La más emotiva, fue la carta a su hijo. Un sinfín de perdones, un sinfín de consejos. Un sinfín con fin.

Los dos días siguientes fueron iguales.

Tenía que haber vuelto al médico, pero no fue.

Al tercer día del diagnóstico se dispuso a empezar el plan pertrechado desde el odio, desde la sala de espera de la muerte.

A media mañana llamó a su “contacto”.

La tienes?

Sí, la tengo, pero al final van a ser 2.000 euros.

Sintió que le engañaba, pero le daba igual.

—Vale. A qué hora vas a venir?

Te viene bien que a las 2 me pase por tu casa?

—Perfecto.

Todo fue como estaba previsto.

Una Glock 17 de 9 mm.

Cuando la tuvo en las manos, la sintió fría, pesada, demoledora.

Se permitió alguna licencia jocosa, como mirarse en el espejo apuntando, recreando a Robert De Niro en ‘Taxi Driver’.

“Me hablas a mí? Me estás hablando a mí?”

Empezó a repetir esa frase hasta que acabó llorando como un loco.

“ME ESTÁS HABLANDO A MÍ?”

Lágrimas y mocos se mezclaban en el reflejo del espejo.

Comió y durmió la siesta.

Por la tarde se fue a recorrer partes de su pasado.

Su barrio de niño, su colegio, el instituto…

Paseó por la Gran Vía, la calle Fuencarral, la calle del Pez.

Buscó coca y no le costó mucho encontrar. 1 gramo, 60 euros.

Llevaba años sin probarla, pero sabía que era lo que necesitaba para envalentonarse.

Esa noche tampoco durmió mucho. Demasiados recuerdos, demasiada inquietud.

Dejó a la vista todas las indicaciones para acceder a su ordenador. Contraseñas y carpetas donde dejó sus deseos.

Cargó su Glock de 9 mm y se dirigió al edificio donde periodistas y políticos iban a dar una conferencia.

En un bolsillo llevaba una nota “justificadora” y en el otro la carta a su hijo.

Se hizo dos rayas gigantes. Esnifó.

Tenía los ojos llenos de furia, de fuego.

Leyó antes de bajarse del coche la carta a su hijo, no pudo terminarla. Repasó la nota:

“Esto es en nombre de todos esos a los que habéis vapuleado. Malditos hijos de puta. Nos vemos en el infierno”

Observó que había demasiada seguridad en el recinto, así que pensó hacerlo antes de entraran. Los periodistas llegaron. Apuntó. Le tembló la mano. No se atrevió.

Llegó el presidente.

No lo pensó. Se acercó. Disparó.

No dio tiempo a que nadie reaccionara.

Se metió la pistola en la boca. Apretó el gatillo.

Sus sesos volaron.

Un solo tiro y un agujero inmenso atravesó de lado a lado su cabeza.

Un solo tiro y entró luz donde solo había oscuridad.

bluebird Comunicación
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