1-10-2015
No sé otras personas, pero yo si había soñado alguna vez que mi pareja me engañaba con otro. Supongo que siempre tenemos algo de miedo de perder lo que más queremos. Sin embargo, cuando te despiertas de un mal sueño pronto asimilas que todo eso ha sido un sueño. El problema es cuando el sueño dura las 24 horas del día y no es un sueño, es la realidad.
Que la persona que más quieres te confiese que te ha sido infiel es de las patadas más fuertes que la vida te puede dar, ya que todo lo que tenías construido en torno a ella se desvanece, se pierde: la felicidad, la estabilidad, los planes de futuro… todo se esfuma y esa persona no es la que crees que era. Ya no es perfecta y, aunque lo superes, no volverá a ser la misma. En el fondo de tu conciencia siempre estará esa mancha y aunque le digas que la puedes perdonar, es mentira, en el fondo siempre habrá cierta preocupación cuando no sepas dónde esté, aunque no la dejes escapar por temor a que te traten de celoso… Pero, ¿cómo no ser celoso cuando te han estado engañando durante semanas?
Grité mucho a Rebeca, incluso le di un bofetón cuando me lo confesó… pero no pude controlarme. La rabia de saber que mi vida feliz junto a ella se había acabado era un mazazo demasiado grande para mí; se lo había cargado todo. Pero desde un primer momento supe que quería perdonarla, no sé por qué, supongo que estaba cegado por la situación, no sabía en ese momento cómo seguir mi vida de una manera que no fuera con ella. Ya ha pasado un tiempo y veo las cosas con algo de perspectiva, y es cierto lo que dice todo el mundo: si tu pareja te engaña deliberadamente es que, de una forma u otra, ya no te quiere, ya no siente lo mismo que sentía antes, llámalo como quieras… Cuanto antes asimilas esto, el día a día es cada vez más llevadero… pero aún así es horrible, nada te calma, nada te sacia. Escribir aquí ayuda a que me desahogue sí, pero cuando vuelvo a mi realidad, en esa en la que estoy sólo, me vuelvo a derrumbar… y los días son como un castillo que se construye durante el día y se derruye por la noche. No quieres salir de la cama, no quieres comer, no quieres ver a nadie, pero en el fondo sabes que tienes que tirar para adelante, que no puedes tirar por la borda tu vida por una persona que no te merece.
Porque es cierto, mi relación con Rebeca no era perfecta, discutíamos mucho más que una pareja normal, muchas veces por auténticas estupideces, pero también nos queríamos muchísimo… y éramos capaces de estar durante meses buscando un regalo perfecto, o escondiendo una sorpresa que dar al otro. Por no hablar que intentábamos solucionar los problemas del otro, fuera el que fuera, aunque no tuviéramos ni puta idea del tema.
Por eso se me hace tan difícil que me hayas engañado… es cierto que mi trabajo me alejó de ti estos últimos meses, pero, en serio, ¿tan difícil era poner las cartas encima de la mesa? Soy tu pareja, habría hecho cualquier cosa porque siguieras igual de feliz, no sé, creo que las mujeres se guardan muchas cosas en la despensa y después nos cargan el muerto de que “ya es tarde”. Normal… ¿cómo cojones no va a ser tarde si no me has dejado arreglar lo que supuestamente estaba mal en ningún momento?
En fin, no sé para que le doy tantas vueltas a lo mismo si sólo me puede responder ella y no tengo manera de hablarle. Me piro a clase.
Aquí puedes leer la primera parte de ‘Diario de una despedida’.
Aquí puedes leer la segunda parte de ‘Diario de una despedida’.