Cuando a tu lado descanso,
todo sueño que yo invoco me devuelve,
paradójico, de golpe, hasta la tierra:
esa suave realidad embrutecida.
Tú los altos caños son,
espigas de sol y hierba,
pinar y álamo frondoso;
el cielo, que siempre es azul,
y sus nubes (que eran lodos
y por ti algodón hoy siembran).
Mas despierto en la mañana y todo vierte
la más cruda realidad:
mi temprana soledad
y esta tu segura ausencia.