Con esa su mirada que derrite silencios
su sonrisa que araña paredes de ternura
y sus manos de presagios y locuras.
Con sus besos, sus versos
mi armadura
añicos cualquier investidura.
¿De dónde salió este caballero?
Tan ahora, tan después
tan para siempre.
Que me quiera
que me quiera
que me quiera
Que se convenza
que aunque prefiero los finales
por él empiezo con mayúsculas
y alevosías
a escribir albas
aún en el ocaso
de esta vida.