Mi cuerpo ya no es aquel nido
de aromas aristocráticos,
ni magnolio encerrado en su celo
o naranjo en espera de su flor.
Mi cuerpo es un canoso vertedero
de orquídeas y de cactus en pretérito
que te deslumbra en la noche
ignorando tu razón.
Mi cuerpo es un sueño dormido
de dos paces y silencios adornado,
y una rosa que se agita en su letargo.
Mas todavía,
piel amiga,
te rememora y te quiebra
y te desnuda, y te anhela.