Una de las principales características del cinéfilo es su total incapacidad para recomendar una sola cosa. Aurora Depares, cinéfila y propietaria del Video Instan Cafe, pone en marcha su particular metralleta de sugerencias: «Me encantaron ‘Verano 199’3 y ‘Tres anuncios a las afueras’; ‘Friends’ es mi serie por antonomasia, la recomiendo siempre y hace poco vi esta de…». Alerta. No la recuerda. Llama a su compañera por teléfono al otro lado de la tienda y le describe esa peli que da vueltas en su cabeza. Al teléfono: «¿La has visto o no? Es por decirte lo que pasa al final y… ¡Sí, esa! ¡’Manchester by the sea’! ¡Eres la mejor!», proclama emocionada. Cuelga alegre y confiesa: «Ogh, odio cuando me pasa esto». La charla puede continuar.
Aurora Depares nació entre cintas VHS y pósteres ochenteros. Ella es hoy, por herencia de sus cinéfilos padres, la propietaria del Video Instan Cafe. El Instan es, ni más ni menos, que el videoclub más antiguo de España, un negocio familiar en Barcelona referente del sector en sus 40 años de existencia que estos últimos meses ha afrontado una reconversión clave para su supervivencia. La campaña de micromecenazgo puesto en marcha alcanzó su objetivo: un espacio para los amantes del cine que aúna la compra y alquiler de películas con una cafetería y una sala de cine. Un oasis de cinefilia en la ciudad comandado por Depares y compañía que busca reivindicar un negocio entre la actual eclosión de las plataformas de pago y la sombra danzante de la piratería.
¿Cómo nace Video Instan?
El proyecto nace en los 80 por mis padres, unos amantes del cine que alquilaban en Super-8 y compraron un reproductor VHS. En aquel entonces no había ningún lugar donde alquilar las películas en España y se dijeron a sí mismos que si no existía, había que hacerlo. Viajaron a París y Londres y se trajeron la idea a la calle Comercio, crearon el que sería el primer videoclub del país. Lo que empezó con una pared de la copistería que regentaban acabó ocupando todo el local. Y cuando llevaban un año en un lugar de apenas 70 metros cuadrados se vinieron aquí. De eso ya hace 38 años. Video Instan es una pasión, la de mis padres que tuvieron tres hijos: mi hermana, yo y el videoclub.
¿Cuáles crees que son los valores que promueve Video Instan para que la gente siga viniendo?
En lo personal, somos una tienda familiar, de proximidad y eso siempre se ha apreciado y ahora parece que vuelve a “estar de moda” que te atiendan, te recomienden, que hablen contigo, es algo que vuelve a gustar. Esos serían los valores que nos hacen mantenernos y seguir adelante. Por otra parte, el nivel de catálogo es inigualable: 45.000 copias entre DVD y VHS. Eso lo encuentras en ningún sitio. Ni en las plataformas ni en la red de forma ilegal.
¿Cuál dirías que es el perfil de un cliente de videoclub?
Siempre ha sido complicado porque siempre ha habido muchos targets. Quiero decir, siempre han venido frikis, por ejemplo: los que les encanta el cine, los que se mueven, pagan y respetan por ver el cine y la cultura. Ese sería un perfil de toda la vida. Luego estarían las familias. Un perfil que pasa de generación en generación. Es curioso, antes venían mis amigas con sus padres, ahora vienen mis amigas con sus hijos. Y luego está la gente que siempre lo ha utilizado para documentarse: profesores, escritores, historiadores, estudiantes y demás que, aunque hoy día encuentran más accesos a través de Internet o en bibliotecas, siguen viniendo.
¿Cómo se financia el proyecto de Video Instan Café?
[Risas] Mal. Se financia con dinero propio, con los 40.000 euros del crowdfunding y al final, muy a mi pesar, voy a tener que pedir un préstamo. Si quieres hacerlo bien, todo es caro, así que ahí estamos. Y buscando padrinos de butacas: entidades, personalidades que quieran apadrinar.
Entra un señor cincuentón en el lugar. Pelo grisáceo engominado y pregunta si hay algo de Theo Angelopoulos. «Tengo muchas películas de Theo Angelopoulos, dígame cuál quiere», responde orgullosa. El señor cincuentón se queda en blanco: le ha pillado y no sabe qué decir. Se ríe de forma rara. «Tengo una que es como la más conocida, ‘La eternidad y un día’, quizá quiera usted esta»…, explica la propietaria.
El engominado señor cincuentón saca su móvil y busca en Wikipedia la filmografía del director. «Me las ha pedido un amigo colombiano que viene la próxima semana a Barcelona, ¡que le consiga lo que sea!». [Risas] Aurora le encarga las películas al proveedor para la semana que viene. El tipo se marcha satisfecho. Así son las tardes en el Video Instan: un goteo incesante de gente que viene buscando por una aguja en un pajar.
¿Hacia dónde crees que evoluciona la distribución y venta de cine?
Evoluciona, que no es poco. Se sigue haciendo y viendo mucho cine. Cada vez hay más festivales alternativos que dan cabida a otro tipo de película. A mí, por ejemplo, me chifla ‘Jurassic World’, pero también otro tipo de cine y quiero que Video Instan sea un lugar donde se vea. Hay que visibilizar lo mucho que cuesta hacer una peli o a toda esta gente que se curra un corto, por ejemplo.
También creo que uno de los problemas inmediatos del cine es su consumo. Es un tema cultural que va a costar muchos años cambiar. Desde el Gobierno, pasando por escuelas y, sobre todo, la educación de padres a hijos. Creo que si esto cambia y se paga por escuchar música, por ir al teatro o por alquilar películas como en países como Francia o Alemania, tendremos mucho ganado porque, no lo olvidemos, ¡el cine sigue dando mucho dinero!
Yo soy la primera que quiero abanderar el cambio y tengo un hijo de cinco años que sabe ponerse perfectamente un DVD, programar los idiomas y que nunca en su vida ha escuchado en casa aquello de «te voy a bajar una peli». Pero eso, por desgracia, no es lo normal.
¿Cómo es la relación con los otros videoclubs supervivientes?
Existe una asociación de videoclubs pero su utilidad se limita a lanzar mensajes informativos de vez en cuando, editar una pequeña revista y poco más. Está claro que hacen falta más socios. Al menos tenemos un grupo de Whatsapp entre varios propietarios donde compartimos ideas, nos recomendamos pelis, ofertas… Y nos consolamos los días de fútbol [risas].
Llega un chaval de unos veintipocos, imberbe, con cinco películas para devolver, a saber: ‘El Resplandor’, ‘El apartamento’, ‘Con la muerte en los talones’, ‘Blade Runner’ (edición coleccionista) y ‘Guardianes de la Galaxia’. «Necesitamos que la gente vuelva a tener inquietudes, igual esto no lo hubiera encontrado en otra parte, ¿sabes? ¡Ha devuelto peliculones!», reflexiona Aurora que se muestra muy crítica con el “efecto rebaño” que crean plataformas como Netflix.
¿Qué papel crees que tienen las plataformas de pago como Netflix, HBO o Filmin en el sector?
Que conste: no tengo nada en contra de las plataformas, lo que pasa es que tengo que defender lo mío. Como competencia tengo que buscar alternativas para que la gente siga viniendo. Su papel es importante, porque dan acceso al cine a mucha gente, pero volvemos a otro problema cultural: ahora tienes que ver ‘Juego de Tronos’, porque si no eres idiota, un don nadie que tiene que hablar con los cubiertos si vas a cenar con los amigos. Siento que nos estamos aborregando.
Creo que es una moda que pasará, es decir, que las plataformas seguirán siendo otra forma de consumir cine y que llegue a muchos hogares. El problema de Netflix, por ejemplo, es que la mayoría de productos de películas son malas, una basura y eso la gente lo sabe. Está claro que no puedo luchar contra el plan de sofá, peli en Netflix y mantita, pero puedo ofrecer un trato personalizado, unos precios más económicos cuando el producto es una novedad y la posibilidad de tener una peli un mes sin tener que venir al día siguiente. Y el catálogo, claro. Filmin tiene una gran recopilación de casi 10.000 títulos, pero es que yo tengo 45.000
¿Cómo afrontas los retos de esta nueva etapa?
Feliz y cansada. Tengo muchas ganas y veo muchísimo feedback positivo por parte de la gente, de productoras pequeñas, festivales de cine… Es muy ilusionante estar en este circuito. Creo que la unión de las tres fuerzas —cine, videoclub, café— es una idea chula, no porque la haya tenido yo [risas], sino porque hay que ofrecerle algo más al cliente. Este sector es eso: adaptarse y sacar lo mejor de ti.
El Video Instan Café es ya una realidad. Una nueva etapa repleta de ilusión y mucho estrés para una fan declarada de Jessica Chaistain, «una mujer fuerte, con un par de ovarios» en todos sus papeles, una enamorada de la Florence Green de Coixet en ‘La librería’ y su «empeño por sacar adelante lo que más ama». Las comparativas con Aurora son evidentes. Una madre que no cesa en su empeño de educar a su hijo de cinco años en su pasión.
«El otro día le puse la primera de ‘Jurassic Park’, ¿la tienes fresca?», pregunta. «Cuando el T-Rex se come al tipo que se esconde en el baño, en ese momento, le tapé los ojos, él se revolvió y me dijo: ‘¡No, no me los tapes! ¡Quiero verlo!’. Ahora quiere verlas todas».
El amor por el cine va en la sangre.
Hemos sido testigos de este proceso. Detectas ganas, ilusión, pasos firmes pero con mucho respeto. Son amigos de la gente y sólo quieren ofrecer un buen servicio… no, el mejor servicio. Son buena gente que tan solo quieren conseguir hacer de su oficio un negocio que les permita seguir adelante. Todo nuestro soporte y admiración.