
Sandra Paula Fernández (Oviedo, 1972) tiene un merecidísimo lugar en el circuito de arte español. Para mí una artista potente, con carácter y sin miedo a hacer de su obra un manifiesto de tantas verdades silenciadas o a las que damos la espalda con frecuencia. Pero no lo hace de cualquier forma.
Hay una granada investigación que le da unas sólidas tablas a su obra. Hay un delicado y minucioso dibujo que recrea mundos llenos de acertijos y de alusiones a la historia contemporánea (donde la guerra, el abuso de poder, el compromiso con la naturaleza y el cuidado de los animales, etc., son temas recurrentes), mezclados con personajes fantásticos que nos introducen en historias divertidas y mordaces.
Asimismo, es muy destacable y muy necesaria su reflexión sobre la mujer, personaje central de su producción. ¿Qué es ser una mujer del siglo XXI? ¿Cómo elegir entre todas las mujeres que somos, cómo entablar una conversación entre la energía ancestral e histórica que nos habita y la mujer del #metoo, concienciada y atenta a la importancia de su afirmación actual y futura?
Sandra lo sabe. Nos abre en canal sin compadecerse, pero con una profunda empatía. Retrata la fuerza que nos define y exalta la importancia del movimiento feminista contemporáneo, vital y sanador. Ella, junto con otros artistas de La puerta cuatro, agita el panorama artístico madrileño.
Sandra, llevas unos cuantos años trabajando profesionalmente en el arte. Cuéntanos cómo fueron los vaivenes hasta decir: «¡me dedico de lleno a esto!».
La decisión interior la tomé hace siete años, aunque siempre había estado coqueteando con el arte desde los márgenes. Me di cuenta que ese era el espacio donde me sentía más cómoda para desarrollarme personalmente y, por supuesto, una sensibilidad y una inclinación hacia la expresión artística.
El arte es el mundo que menos daño hace.
Sin embargo, trasladarlo a la realidad conlleva una serie de avatares y dificultades que hay que ir superando en el día a día con una gran dosis de tenacidad y dedicación. El arte es el mejor mundo de todos los mundos posibles, a mí me parece el más divertido y el que menos daño hace.
Para mí tu obra tiene un énfasis muy claro en el dibujo —desde tus impresiones en dibond hasta tus bordados—, un medio en el que te mueves como pez en el agua. Hay también una influencia de la pintura, que cruza tu obra.
No hay nada más natural y más sencillo que dibujar. El dibujo es la actividad más cercana a la creatividad pura desde las cuevas de Altamira. En cierta medida va más allá de la mente que piensa porque te permite ser, sin más, y te lleva a un estado mental cercano a la meditación.
En cuanto a la pintura, el Bosco y su visión alegórica del mundo con sus sugerentes imágenes repletas de seres extraordinarios; las composiciones y los fondos de Patinir por la importancia que le da al paisaje y su punto de vista elevado, los mágicos cuadros de los Bruegel, son referentes visuales, por citar algunos, siempre amados y presentes en mi trabajo.
Coser, bordar, son técnicas que siempre se han adjudicado a las mujeres artistas, muchas veces encasillando esa tradición como un cliché del que no sabemos salir. En tu obra, hay varias series hechas en punto de cruz. Su uso es para mi una forma de resistencia, porque le das el valor que tiene como patrimonio cultural femenino. ¿Qué significa para ti el uso de esta técnica?
No solo no rechazo, sino que reivindico todas estas actividades que han sido relegadas al ámbito femenino e injustamente menospreciadas por el patriarcado. Las labores de costura, entre ellas el bordado, realizadas en la intimidad del hogar, salen a la luz para dotarlas de nuevos significados. Lienzos de tela a modo de pancartas irrumpen en el espacio público y descubren el poder de la presencia femenina oscurecida y ninguneada durante tanto tiempo.
En ‘Tod@s a una, una revolución hecha a golpe de aguja’ trato de unir el tiempo de aquellas mujeres silenciadas pero no pasivas, invisibilizadas, pero a la vez sabedoras de su potencial creador y que resistían dentro de su caparazón, con el que yo estoy viviendo ahora, donde esa voz libre de su mordaza, sale a la calle, al espacio público y lo conquista.
Coser, bordar, tejer etc., son efectivamente actividades asociadas a un espacio de creación, de evasión de la realidad, de libertad, de sororidad…en tu obra el bordado transgrede la candidez y funciona quizás como algo que se fragua en la praxis y se refuerza en el tiempo de ejecución de cada pieza. Tu obra mantiene el espíritu de esta labor ancestral, pero la escinde a la vez. El encuentro entre la forma y el fondo va más allá del objeto, aportando ese algo que es como una tercera vía, fuerte y poderosa.
Cuando empecé a bordar, enseguida me di cuenta que la sensación de tiempo desaparecía y que también todo lo que quedaba fuera de esta actividad pasaba a un segundo plano. Me viene a la cabeza un caracol ensimismado dentro de su concha. Al coser, se crea un espacio íntimo y atemporal, del que estoy segura, también participaban todas estas mujeres que cosían en la privacidad del espacio doméstico. Me gusta pensar en ellas hilando una revolución silenciosa hecha pacientemente, puntada a puntada, sobre sus labores.

Por eso, en ‘Tod@s a una, una revolución hecha a golpe de aguja’ trato de unir estos dos tiempos, el de aquellas mujeres silenciadas pero no pasivas, invisibilizadas, pero a la vez sabedoras de su potencial creador y que resistían dentro de su caparazón con el que yo estoy viviendo ahora, donde esa voz libre de su mordaza, sale a la calle, al espacio público y lo conquista.
¿Cuáles son las disciplinas transversales que dialogan con tu trabajo?
Me interesa sobre todo la aportación de dos reflexiones críticas que vienen desde el feminismo y la ecología y que son vinculantes. Trabajar para conseguir una igualdad real entre mujeres y hombres y la necesidad de construir un modelo de desarrollo sostenible y responsable, en la idea de que todos los animales, humanos y no humanos somos ecodependientes e interdependientes. Mi principal aliciente sería establecer una alianza entre feminismo, ecologismo y animalismo y que esto se reflejase en mi trabajo.
Mi principal aliciente sería establecer una alianza entre feminismo, ecologismo y animalismo y que esto se reflejase en mi trabajo.
Cuéntanos un poco más sobre ese capítulo de tu obra que se interesa por la ecología y el animalismo.
Trabajo sobre temas que me conmueven y la ecología y el animalismo siempre han estado relacionados con mis valores y preocupaciones. He tenido la suerte de pasar mi infancia en un entorno rural rodeada de naturaleza y animales y no entiendo mi vida sin ellos. Empatizo con los animales y ser consciente del sufrimiento que les provocamos suscita en mí un gran problema ético. ¿Por qué el sufrimiento humano provoca compasión y debate y el sufrimiento animal es silenciado? ¿En base a qué superioridad moral los explotamos y hacemos uso de ellos?

Esto queda reflejado en una suerte de activismo artístico, donde lo que pretendo es ridiculizar esa ilusión de superioridad humana. En ‘Save the Amazon’, por ejemplo, describo el impacto ecológico y las consecuencias que provoca la agricultura intensiva, la tala indiscriminada, las hidroeléctricas… sobre la selva más grande del mundo.
También, en este sentido me interesan proyectos pioneros y visionarios como Capital Animal, creado por Rafael Doctor, Ruth Toledano y Concha López donde se abordan los problemas de los derechos de los animales desde la creación artística, el pensamiento y el activismo.
Al hablar contigo estás expuesto a un bombardeo de referencias históricas, de asociaciones, etc. ¿Cómo procedes cuando inicias un proyecto?
Nadie puede escapar del acervo cultural en el que está inmerso ni dar la espalda al pasado así que es inevitable que esas referencias y asociaciones a las que aludes se materialicen de alguna manera en el trabajo que voy desarrollando, pero mis proyectos nacen de preocupaciones vitales y de la necesidad de establecer un equilibrio entre lo que siento y lo que veo. Funcionan a modo de una catarsis emocional donde cada procedimiento es diferente y va adaptándose a las necesidades que surgen.
Hay una fuerte presencia de la mujer en tu obra. Ella es la protagonista y a través de ella narras distintos aspectos del mundo contemporáneo. ¿Cómo es la mujer de tu obra? Y segundo, ¿qué hay de autobiográfico en tu trabajo?
La mujer de mi obra es multifacética y libre, dueña de su cuerpo y de su sexualidad. Una mujer empoderada.
Muchas veces olvidamos cómo hasta no hace mucho tiempo la mujer era relegada a las labores domésticas, siempre en un segundo plano y que no tenía las mismas oportunidades que un hombre para realizarse. Era considerada como una menor de edad. Recuerdo cuando era niña, cómo me asustaba pensar en lo que implicaba aquel refrán que decía «la mujer, en casa y con la pata quebrada», porque yo misma me veía como una silla con una pata rota. De ahí, que la mujer de mi obra sea multifacética y libre, dueña de su cuerpo y de su sexualidad. Una mujer empoderada.
Me interesa saber cómo ves los avances en materia de género dentro del mundo del arte.
El arte no es ajeno al momento histórico que se vive pero siempre hay imposturas y se dan retrocesos porque siguen existiendo focos de conservadurismo que pretenden impedir estos avances. El poder ha sido privativo de los hombres y sigue concentrado en sus manos. En este sector, se pueden consultar informes donde puede comprobarse cómo el número de mujeres artistas participantes en ferias, exposiciones y galerías es cuantitativamente más bajo que el de los hombres. Se nos invisibiliza. Y no digamos lo que supone conciliar la maternidad con una carrera profesional artística. Ha habido avances pero no los suficientes. El entorno laboral lo sigue penalizando.
¿Piensas que existe sororidad entre las mujeres del medio artístico —galeristas, comisarias, críticas, otras artistas—? ¿Existe gracias a otras mujeres un camino que favorece el trabajo de las artistas?
Lo creo y además soy optimista. En ‘Estamos aquí’, bajo este lema y con un geolocalizador en la cabeza, Yolanda Dominguez, reclamó el año pasado en Arco la presencia de las mujeres en la feria. Me impactó María Gimeno, con su proyecto ‘Queridas Viejas’, en el que acuchilla la Historia del Arte y la corrige. La mujer como protagonista en las bellas pinturas de Chechu Álava. La valentía y la pasión con la que Marina Vargas enfrenta su vida y su trabajo. Este año hemos podido disfrutar la retrospectiva de Pilar Albarracín en Tabacalera. Y Tenemos a Semíramis González y a
Susana Blas Brunel peleando porque esto se haga realidad. Queda mucho por hacer pero es evidente que la semilla plantada hace tiempo ha germinado y está dando fruto.

¿Qué colegas artistas te influencian?
Colegas pero también amigos, que están a mi lado apoyándome y dándome buenos consejos, entre ellos Chechu Álava, Esteban Barba, Federico Granell, Cristina Toledo, Carlos Cartaxo, María Moldes, Santiago Lara, Davinia Reina, Ana Smith, Laramascoto, Laura Ramis, Santiago Torres, Jonathan Notario, Luis Pérez Calvo… Todos ellos con un trabajo maravilloso y con los que me alegra compartir el camino.
¿Cuál es el proyecto con el que hasta la fecha te sientes más satisfecha?
Busco la satisfacción continuamente, otra cosa es que la consiga. Lo que realmente considero importante es el proceso que va desde que salta la chispa hasta que logra materializarse en una obra. Mi propósito es ante todo vital, desaprender todo aquello que nos limita, ideas y juicios adquiridos para poder estar abiertos a profundizar en nuevas habilidades y herramientas que materialicen nuevos proyectos. Es una espiral.
Por contra, ¿hay algún proyecto que te haya traído problemas o te haya dado dolores de cabeza?
Siguiendo con lo anterior, bienvenidos sean los dolores y los problemas, todos los partos son dolorosos pero a la vez gratificantes.
¿Cuál ha sido hasta hoy la enseñanza más importante que has recibido como profesional del arte?
El arte es un camino que se da hacia adentro y hacia afuera en una especie de alquimia espiritual y matérica donde el trasvase se mueve en las dos direcciones. Aunque el aspecto exterior es el que generalmente conoce la gente y resulte atractivo me quedo con el aprendizaje que implica la elaboración de una obra, las horas de taller, las dudas y de vez en cuando esas pequeñas intuiciones iluminadoras que me muestran el camino a seguir.
¿Cual es el siguiente peldaño que te gustaría conquistar en tu carrera profesional?
La conquista de un mercado que permita seguir dedicándome a esto.