Mirai Kobayashi (Mito, prefectura de Ibaraki, 1978) es un artista singular. Empezó a estudiar arte siendo niño, a dibujar el bodegón y el desnudo, aprendiendo las técnicas clásicas del arte occidental.
Asimismo, estudió caligrafía japonesa, esa que sólo se aprende con una práctica constante y meticulosa, llevándole así a adentrarse en sus raíces niponas.
Hoy reside en Madrid por convicción y realiza una obra reflexiva y atemporal en la que no existe un ápice de banalidad. La técnica sobre un papel inmaculado y montado con sus dobleces impecables sobre tabla, la presencia de manchas de tinta o de otros productos que oxidan el papel, o de pan de oro, etc., y la incorporación de gestos caligráficos traen a la retina un mundo oriental, ágil, vaporoso, que reboza belleza.
Sin embargo, Mirai incorpora elementos narrativos, casi anecdóticos que parecen personajes heterocigóticos que viven en esas manchas / paisaje. Están realizados en una línea fina negra, con un trazo limpio y despejado que me hace pensar en los dibujos de ciertos cómics.
Es entonces cuando ese espacio contemplativo se mezcla con el universo físico, promoviendo una cohabitación serena y engranada, que supone también la integración de occidente en la obra del artista. Estos dos mundos, la abstracción y la figuración, lo gestual y lo contenido, la experimentación y lo clásico enriquecen su obra, eliminando las fronteras y favoreciendo la hibridez.
Este mes de mayo ha inaugurado en la Cafebrería ad Hoc de Pozuelo de Alarcón su exposición ‘Ataraxia’, en la que nos invita adentrarnos en la complejidad y belleza de su nueva producción. Estará abierta hasta finales del mes de julio.
Mirai, háblanos de tu formación artística.
Mi formación artística comenzó a los nueve años cuando me metieron en una academia de pintura. Empecé a pintar apolos y jarrones en carboncillo como todos los que empezamos a pintar. Mi maestro Manuel Herrera no nos dejaba usar plomada ni nada para medir distancias, sólo la mirada, para así entrenar nuestro cerebro a medir y analizar la imagen, aún así nunca terminas de seguir aprendiendo.
También estudié cerámica en la escuela de cerámica de la Moncloa, pintura china con el maestro Lee Che Pang y grabado con Joan Barbará y Manuel Herrera, claro.
¿Qué es lo que más valoraste de aquellos años?
Haber crecido con la pintura y que ella hiciera parte de mí desde tan temprana edad. Todos los cambios que tuve en la pubertad y la adolescencia también los viví en la creación. Esta es parte de mí y al final es más importante que mi persona.
¿Y la formación en caligrafía japonesa como fue?
La formación en caligrafía japonesa la tienes si eres japonés y vas al colegio japonés.
Todos estudiamos shodo, que es una disciplina donde estudias el arte de la caligrafía que fue el medio con el que oriente se pensó a sí mismo mediante la estética.
«Antes usaba la figuración como un medio de contar las historias que me pasaban a mí, como por ejemplo el trasiego de la identidad de ser un japonés que crece en España y poder expresar esa paradoja de mi identidad».
En tus inicios te interesaste por la figuración, ¿cómo fue esa etapa y como se hizo la transición hacia la abstracción?
Antes usaba la figuración como un medio de contar las historias que me pasaban a mí, como por ejemplo el trasiego de la identidad de ser un japonés que crece en España y poder expresar esa paradoja de mi identidad. Por eso intenté mezclar las dos doctrinas, la composición occidental y la caligrafía.
Cuando me pilló el amor fue algo bastante absoluto. Me involucré hasta la última célula de mi ser y cuando acabó, porque los amores también acaban, me quedé sin ninguna historia que contar, y solo había vacío.
Por suerte me encantaba la composición y pude irme hacia la investigación de la estética sin necesidad de hablar de nada humano, buscando la pureza en la esencia de las formas, la luz, los colores, etc.
A día de hoy mezclas ese gesto caligráfico con la abstracción.
A día de hoy la caligrafía sigue presente algunas veces minimizo la expresión y la acerco al concepto de caligrafía y otras me acerco más a los vectores y estructuras que también forman parte de mí y simbolizan lo occidental, la base clásica.
Tu obra es un mestizaje entre modernidad y contemporaneidad, la abstracción y elementos figurativos que anclan tu obra a pequeños mundos, a cuentos visuales.
Creo seres pequeños que equilibran la composición. Son expresiones minúsculas que nacieron previamente en libretas que llevo conmigo a las cafeterías, etc. Son muy importantes para mí porque me solucionan muchos desequilibrios compositivos.
Hay uno en particular que es como un flotador, es uno que quiero especialmente. Quería incorporar el círculo en mi composición pero me parecía demasiado fuerte, entonces se me ocurrió discontinuarlo y apareció un flotador, lo introduje inmediatamente en mi pintura.
Incorporo el genoma gtcatgc a partir de una serie que se llama ‘El circuito de Arcane’, que se basa en ‘Las Hilanderas’, de Velázquez, donde se alude al mito de Atenea que se bate en duelo con Aracne creando un tapiz cada una. Pensé que el tejido moderno que nos caracteriza y sirve como desafío a los dioses es el tejido del ordenador. Manejamos también las palabras de dios que son los genomas y por eso me intereso en ellos.
Renovar la abstracción resulta un camino complejo. ¿Hacia qué lugares has llevado tu investigación?
Para poder decir algo más, se ha de tener una forma de componer diferente a lo que tengas en conocimiento, yo lo abordo por la parte geométrica- conceptual.
Integro la caligrafía oriental como parte de un conjunto de vectores que componen una masa por que cada pelo del pincel es un vector y plantea una forma. Esta deja atisbar la coreografía del ejecutante y la presión que se les ha ejercido. Traducido a vectores esta parte oriental ya se puede integrar a una estructura y concepto arquitectónico de cuadros geométricamente compuestos con la filosofía de la composición clásica occidental, porque todo al final se puede reducir en vectores, es como hacer una teoría que aúna las teorías que nos separaban de alguna manera.
¿Cuál ha sido tu relación con Japón y con el circuito de arte allí?
La relación sigue ya que tengo una galería allí y varios amigos pintores que en su día me encontré en Madrid. Ellos son sobretodo hiperrealistas que venían a estudiar la pintura española. Hace pocos años que me instalé en las galerías de allí y todavía es un proceso en desarrollo.
¿Qué diferencias ves entre el arte contemporáneo de allí y el de España?
Noto muchísimo que estoy en Europa. El concepto arte, que se creó cuando por primera vez se juntó la técnica con el pensamiento, se creó aquí.
En Oriente para la búsqueda del ser mediante la estética se usó la caligrafía. Este concepto tiene allí un carácter, una fisicidad como ideograma; puedes tocar el concepto directamente y es un tipo de búsqueda ontológica también.
En Japón tuvimos los primeros contactos en la época de Edo. Entre 1600 y 1800 los artistas de ukiyoe copiaron la perspectiva occidental que venía en cuadros holandeses.
Ellos están haciendo ahora un arte diferente al de occidente, que va evolucionando a su manera, mezclando tradiciones orientales. Espero que hagan su versión del pensamiento y sigan su camino aunque ya es un poco difícil porque estamos conectados por la red.
Teniendo en cuenta que empezaste a exponer muy joven, que llevas más de 20 años de carrera profesional, ¿cuál es tu visión del arte a día de hoy?
Mi visión del arte es que las grandes casas que estaban se han ido ya por edad o ya por la crisis que azotó a la mayoría de las galerías españolas y fue el motivo por el cual me tuve que ir a Japón laboralmente. Ha habido una criba muy grande, y comienza una generación nueva o nuevos tipos de ferias y exposiciones en plan guerra de guerrillas. Algo nuevo está empezando a germinar y eso es muy bueno, hay un cambio de ciclo.
Ahora estoy con un proyecto llamado ‘Ataraxia’ que es un estado que promovieron los epicúreos griegos de desprendimiento de sentidos para llegar a la felicidad. Yo lo acerco al método abstracto filosófico que es el aislamiento de un objeto o función que desvela la esencia de lo que se está observando.
Tengo muchas cosas que he quitado por el camino y seguiré quitando y en esta exposición reúno el trabajo de un año entero.
¿Por qué te quedaste en España a pesar de la crisis? ¿Ha sido una decisión meditada o es trasgresión pura?
A efectos prácticos el estudio-casa lo tengo en España y me gusta más la arquitectura española, tener el Prado y el Reina Sofía también cuenta como aliciente para estar aquí.
La arquitectura japonesa está centrada en módulos prefabricados hechos de plástico y es menos bello cuando caminas. Creo que es una de las cosas por las que no me he ido aún. Pero todo puede cambiar, no diría que no me iría allí en un futuro.
¿Qué pintores son referentes para ti?
Tiziano, Velazquez, Tapies, Ogata Korin, Tawaraya Sotatsu.
Magda Arnaud, la artista que entrevistamos a comienzos del mes de mayo te pregunta: ¿Cuál es la parte más dura de esta profesión?
La parte más dura de esta profesión es la precariedad, cuando toca las vacas flacas. Es un poco mi culpa porque me dedico solo a pintar y exponer, pero no puedo concebir otra cosa.
¿Cuál ha sido la satisfacción más grande que te ha dado tu profesión ?
Cada vez que termino un cuadro soy el primero en verlo. Esto me produce una satisfacción y un amor que percibo cuando veo un ser pensado en la esencia de lo estético.
¿En qué proyectos estás trabajando ahora?
Acabo de hacer una expo en España, la próxima será en Japón y otros países que estén interesados.