Quizás la gente se sorprenda, pero en ocasiones, entrevistar a gente muy cercana es más complicado que hacerlo con desconocidos. Con el protagonista de esta semana en Lost in Los Pedroches me ha pasado algo muy curioso: era, de alguna manera, hacerle preguntas de las que conocía muchas respuestas por haberlas vivido a su lado, normalmente fuera de escena y grabándole en vídeo.
Y sí, hay algo que el entrevistador puede decir sin tapujos: Manolo Marín es una referencia cultural en la comarca de Los Pedroches, un innovador y un revolucionario del teatro en este lugar de la tierra situado al norte de la provincia de Córdoba. Alguno me dirá exagerado, otros que es cosa de la amistad, pero las cosas son como son.
A lo largo de las preguntas, gracias a todo lo que intimida la presencia de una grabadora, la conversación va girando en torno a su gran pasión, el teatro, pero también de su futuro con Los Mejía y de los buenos recuerdos que dejaron muchos momentos sobre las tablas entre amigos, música y ratos inolvidables.
Permitan a este periodista presumir de amigo y decir que uno es afortunado por poder entrevistar, cara a cara, a un tío que siempre ha creído en lo que hace. Y lo que hace es teatro. Él es Manolo Marín y así fue nuestra charla.
¿Los Pedroches es un valle o es penillanura?
Es una penillanura que además está inclinada hacia el mar. O eso he leído. Supongo que empezaría a usarse lo de Valle de forma literaria y se quedó así. Suena muy bien lo de Valle de Los Pedroches, mejor que lo de Penillanura de Los Pedroches.
¿Qué supone para Manolo Marín esta comarca? ¿Fuente de inspiración?
De pequeño no le echaba muchas cuentas a esto de nuestra comarca. Incluso, muchas veces, hoy día, cuando hablamos con los pequeños, vemos que todavía desconocen muchas cosas de Los Pedroches. Fue al irnos a estudiar y comenzar a ir, venir y vuelves a vivir aquí, cuando empiezas a cogerle cariño y descubres que está lleno de historia, tanto Pozoblanco como nuestra comarca.
En esto detectamos la importancia de que Los Pedroches llegue a los colegios. Es fundamental que desde pequeñitos se hable de nuestra tierra y conocer el trabajo de mucha gente que trabaja aquí, emprende y desarrolla sus proyectos. Hay mucho movimiento en nuestra comarca. Hay mucho que hacer y esta tierra nos puede aportar mucho.
Acabas de recoger el premio del IX Certamen de Teatro Dramaturgo José Moreno Arenas’ ¿Supone esto un reconocimiento a muchos años sobre las tablas?
Bueno, yo todavía no considero que tengo una carrera, pero sí es verdad que supone un empujoncito. Estamos intentando vivir del teatro y con este reconocimiento uno consigue fuerzas para seguir trabajando y continuar por el camino que hemos iniciado con la Escuela de Teatro, Los Mejía y otros muchos proyectos.
¿En quién pensaste cuando recogiste el galardón?
El premio se lo dediqué a mi compañera y a mis padres, que desde que volví a Pozoblanco no se pierden ninguna de mis actuaciones. Pensé en ellos rápidamente.
¿Cuándo supiste que, además de actuar, querías escribir teatro? ¿Te sientes más cómodo actuando o dirigiendo?
Me siento muy cómodo en ambas facetas. Escribo porque es una forma de poder expresarme muchas veces y, al igual que otros lo hacen con la música, yo lo hago con el teatro. Es una forma de expresar lo que pienso y dar mi opinión de una manera diferente. Disfruto tanto actuando como dirigiendo.
Ahora que estamos, vamos a hacer un pequeño repaso a tu carrera. Comenzamos por los inicios: la Escuela de Arte Dramático en Córdoba. ¿Qué supuso para Manolo Marín?
La verdad es que mis padres no estaban de acuerdo con que estudiara Arte Dramático y, para mí, estar allí era algo que, aunque no fuera prohibido, iba un poco en contra de lo establecido. Pero, con los años, me di cuenta de que ha sido lo mejor que he hecho en mi vida.
El teatro es una disciplina en la que tienes que estar en contacto con la gente, hablarte, tocarte, pasar muchas horas juntos, etc. Se crean grandes vínculos porque también tienes que enseñar tus vergüenzas, te sientes vulnerable y coges un vínculo especial con esas personas. Fue muy especial.
Después hubo una transformación: ¿Quién era Essertine? ¿Y qué fue de su tropa?
La Tropa de Essertine… Hace tantísimo tiempo… Essertine era Molière, una de mis referencias teatrales. Fue la primera asociación que tuvimos y llegamos a hacer varias obras de teatro y varias muestras musicales, además de exposiciones.
Eramos muy jóvenes, la verdad. Era una época muy divertida, estábamos estudiando fuera y, cuando veníamos en verano, nos juntábamos para hacer teatro y disfrutábamos mucho. Eran obras escritas por mí, para mucha gente, porque no encontraba textos para que tanta gente hiciera teatro. Así que me dejaba llevar…
Aquí nació otra relación estable y duradera: la de Manolo Marín y Faustino Habas, ¿verdad?
Faustino Habas, cierto. Yo pregunté: «¿Hay algún actor por ahí que sea potente?». Y alguien me dijo: «Está Faustino, que es muy gracioso». Y sí, es muy gracioso. Y hasta hoy. De hecho, para Los Mejía, él estaba trabajando en Sevilla y conseguí convencerlo para volver a Pozoblanco, colaborar conmigo en la Escuela de Teatro y que formara parte de esta aventura.
Faustino y yo nos complementamos bien, porque tiene un humor parecido al mío y, por ejemplo, los chistes que yo escribo, él los interpreta muy bien. Y sí, formamos una buena pareja cómica.
Y llega 2016 con un proyecto nuevo y excitante: Los Mejía. ¿Cómo nace esta compañía teatral?
Los Mejía surgen de la necesidad de hacer teatro en Pozoblanco y Los Pedroches. A través de las redes veía que el teatro renacía en otras partes gracias a la gente joven, de manera experimental y haciendo cosas diferentes. Así que a mí me apetecía mucho hacer algo distinto, con lo que hablé con ellos y todo salió a la perfección.
Nuestro gran objetivo es hacer teatro y música. Teníamos esa necesidad y nos pusimos en marcha. Después vimos que podíamos trabajar bien juntos, nos complementábamos bien y teníamos química sobre el escenario.
¿Dan Los Pedroches para tantas escenas teatrales? ¿Os habéis encontrado con muchas sorpresas en la historia de esta tierra?
Cuando te pones a investigar, descubres muchísimas historias en esta comarca. Son muchísimos años de historia y, muchas cosas que pueden parecer en un principio poco interesantes, al estudiarlas a fondo, pueden llegar a tener una gran historia detrás. Es ahí donde encontramos mucho de lo que luego llevamos a escena.
Desde un primer momento apostasteis por las escenas cortas sobre situaciones concretas, dejando grandes momentos para la escena cultural de Los Pedroches, ¿cómo las seleccionáis?
Hemos leído mucho, también mucha biblioteca y consultas a historiadores como Juan Bautista Carpio o Antonio Merino, gente que lleva escribiendo muchísimo tiempo sobre la comarca. Una vez que te pones a leer comienzas a descubrir la cantidad de cosas interesantes que han pasado en Los Pedroches y puede dar la sensación de que sabemos lo que ha pasado en todas partes menos aquí.
Los Mejía también tuvieron un momento cumbre en su trayectoria con ‘Avispao’, ¿qué supuso para vosotros aquel 23 de diciembre de 2016?
Aquello supuso comprobar que lo que habíamos hecho valía para algo. Y también, ver el Teatro El Silo lleno dos veces en un año y medio de trayectoria fue una enorme satisfacción para nosotros. Tuvimos claro que tenía sentido todo y que nuestra manera de entender el teatro podía funcionar.
En cuanto a ‘Avispao’, la gente nos comenta que fuimos muy elegantes y que nunca llegamos a faltar el respeto ni a unos ni a otros, pese al morbo que podía suscitar la obra en muchas personas. Y eso, para mí, como escritor de la obra, me llena de orgullo. También con la canción final a Pozoblanco, que gustó mucho a la gente, conseguimos lanzar un mensaje que era necesario.
Además, la idea de sacar a los seis toros en lugar de a personas reales, hizo que los espectadores se desvincularan de lo que fue la realidad. Lo que muchas personas nos dijeron es que fuimos capaces de tocar un tema peligroso pero sin faltar el respeto a nadie.
El Silo es mi segunda casa. Es maravilloso poder estar y trabajar en un teatro tan increíble como este y que valoran tanto todos los actores que vienen aquí a representar sus obras. Supone un orgullo enorme estar ahí trabajando como uno más.
Como has comentado, conseguisteis llenar dos veces el Teatro El Silo en muy pocos meses, con todo lo que ello supone. ¿Qué significa para ti este teatro? ¿Es como tu segunda casa?
El Silo es mi segunda casa, ya que entre la Escuela de Teatro y Los Mejía pasamos allí mucho tiempo. Y mi reflexión es que es maravilloso poder estar y trabajar en un teatro tan increíble como este y que valoran tanto todos los actores que vienen aquí a representar sus obras. Supone un orgullo enorme estar ahí trabajando como uno más.
Llegamos al momento actual, justo después de recoger ese premio en Albolote, ¿en qué está trabajando Manolo Marín? ¿Y Los Mejía?
Pues ahora mismo estamos montando una nueva obra de teatro larga con Los Mejía que, sin destapar mucho más, os puedo contar que va sobre ‘Solia’, en El Guijo, las ruinas romanas que tenemos en Los Pedroches. Vamos a contar la historia del Imperio Romano en lo rural.
También trabajamos con Eventuarte en talleres de teatro en toda la comarca, actividades con mayores y, con la asociación La Casa de los Monos seguimos con la Escuela de Teatro y, próximamente, viviremos un magnífico taller de Stop Motion con Rocío Huertas, una gran profesional de lo audiovisual. Un auténtico lujo al que animo a la gente a apuntarse para disfrutar de esta manera de hacer arte.
Las imágenes son de Peter Font ©