«¿Por qué no ha vuelto a escribir otro libro?», le pregunta la monja santa a Jep Gambardella en la inolvidable película de Paolo Sorrentino. «Buscaba la gran belleza, pero… No la he encontrado», responde el escritor.
Un hallazgo así no debe pasar desapercibido, hay que atraparlo para que no escape, ponerle muros, o tapas. Por ejemplo, en forma de revista efímera literaria. Precisamente así es como se presenta La gran belleza, una nueva publicación que se imprimirá en papel y que nace con la promesa de no ser jamás será digitalizada.
Cada ejemplar numerado a mano estará compuesto por diez cuentos con sus respectivas ilustraciones, un poema y una fotografía elegida cuidadosamente para la portada.Todos estos contenidos girarán alrededor de un mismo tema: el número uno, La belleza; el número dos, El juego; el número tres, La duda; y el número cuatro, El yoyó.
Sus creadores son los escritores Carmen Estirado y Rubén Hurtado, un par de románticos a quienes he conseguido robar unos minutos para entrevistarles en plena campaña de crowdfunding. Porque la belleza no es una utopía. No lo es.
Yo leo ‘La gran belleza’ y en mi cabeza resuena la voz de Toni Servillo gritando «¡la colita!». ¿Cuánto de la película de Paolo Sorrentino hay en este proyecto?
Rubén: Paolo es un esteta, pero ese gusto por la belleza no es superfluo. Detrás hay toda una filosofía que te lleva a la reflexión.
Carmen: Hay mucho de origen. De semilla. ‘La grande bellezza’ me llegó muy dentro por no saber descifrar bien por qué me llegaba tanto. La he tenido que ver varias veces para empezar a entender. Y ahora te podría “argumentar” diferentes motivos. Pero lo más sensato es no hacerlo. Porque realmente me gustó por darme una bofetada de sensibilidad. Por no apelar al intelecto o eso, al menos, no es lo que me dejaba sin palabras. Lo sentí como un electroshock de algo. ¿De arte?
Tuvimos una necesidad de parar y hacer una revista literaria efímera. Opuesta al estrés. Finita. A la que le afecte el paso del tiempo. Que se moje cuando llueve o si se te derrama el café. Con la que poder disfrutar de un rato de lectura. Solo eso.
¿Y cuánto de romanticismo hay en la promesa de que sus contenidos jamás serán digitalizados?
Rubén: Sí, somos unos románticos y no solo los editores también todos los que están colaborando de otra forma con La gran belleza. A efectos prácticos todo empuja a subir la revista en PDF para que pueda leerla cualquiera, pero el ser humano tiene mucho de ilógico y contradictorio. Con la no digitalización pretendemos que el objeto y su contenido ganen valor. O compras el ejemplar cuando sale o tendrás que pedírselo a alguien si quieres leerlo, lo que convierte la revista en un objeto de poder que nos encanta.
Carmen: Cien por cien, supongo. Respeto a la gente que lee en ebook y entiendo que el mundo cambia y que ya no estoy contestando esta entrevista en un cuaderno y sí a través de un ordenador. Pero con la lectura es distinto. Me entusiasma el olor, el tacto, las distancias, las dobleces de los libros… ¿Qué quizá en cien años esto haya cambiado? Quién sabe. Quizá también se extinga la era de Facebook, hashtag y no sé cuántos caracteres. En cualquier caso, a día de hoy no pienso prescindir ni dejar de apostar por algo que me da tanto placer como el olor a caldo de guiso preparado a fuego lento.
¿Cómo surge la idea de poner en marcha una revista literaria de estas características?
R: Pues fue casi sin pensarlo. Un día escribí a Carmen y le pregunté si montábamos una revista. Y, cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos diciendo aquello que tanto se dice en Madrid de «¿a que no hay huevos de ir a comerse una paella a la playa?». Y esta vez no nos quedamos en Albacete comiendo un montado de lomo con resaca. Llegamos a la playa, y ahora queremos echarnos al mar.
C: Creo que tiene distintos inicios. De nosotros por separado. De muchos otros proyectos pensados, o pensados y arrancados, de nuestra experiencia laboral, lectora, escritora… Lo cierto es que en este momento de la historia en que la tecnología está siendo el timón de nuestras vidas y las interrupciones nuestro ritmo vital tuvimos una necesidad de parar y hacer una revista literaria efímera. Opuesta al estrés. Finita. A la que le afecte el paso del tiempo. Que se moje cuando llueve o si se te derrama el café. Con la que poder disfrutar de un rato de lectura. Solo eso.
¿Y cómo ha sido el proceso? ¿Ha habido poesía o todo es mucho más mundano de lo que parece?
R: Ha habido mucha poesía, mucho arte, muchas emociones y risas, pero si no hubiese sido por las cientos de horas que hemos pasado frente al ordenador no sería nada. En contra de lo que mucha gente cree, el arte, ahora hablo de cualquier proceso creativo, implica siempre mucho trabajo.
C: Claro que hay partes mundanas, como ir al banco o escribir el primer tuit de mi vida. Pero mentiría si no dijera que está siendo uno de los procesos creativos más bonitos de mi vida. A veces da un poco de vértigo. Sobre todo porque parte de crear una revista es meterte en jaleos en los que nunca has estado. He aprendido un montón de palabras: branding, networking… pero sigo llevándome el prototipo a todas partes. Y de vez en cuando lo toco y lo releo. Porque creo que ahí está la poesía. En convencer a un tipo de que “vender una revista” no es lo mismo que “vender patatas fritas” por mucha estrategia de marketing que requiera.
¿Por qué habéis elegido el micromecenazgo?
R: Cuando lanzas un proyecto como este no tienes una visión real del mercado. Necesitábamos saber si contábamos con el apoyo de la comunidad y parece que así está siendo. Sabíamos que había muchos amantes de la lectura y de la escritura, pero cada vez tienen menos visibilidad. Los amantes del arte en este país han sido empujados a recluirse en catacumbas y es hora de que salgamos de ellas para descubrir si las sombras de los monstruos que atisbamos son reales.
C: Me parece más poético también. Queremos que La gran belleza sea parte de la familia de todos. Es algo que hemos impulsado pero un barco en el que queremos que quien quiera pueda sumarse. No queremos editar y vender una revista. Queremos escuchar ideas, contagiarnos de artistas consagrados y por descubrir, influenciar, equivocarnos, probar, crecer… Y, en esta carrera, cuanta más gente quiera salir a jugar, mejor.
Me gusta algo que decís en la carta de presentación de la revista y es que es una publicación, cuyo encanto está en lo efímero, en lo único y excepcional. ¿Pero qué es lo excepcional?
R: La definimos como efímera porque es como una fruta de temporada: cada número aparecerá en una estación y lo comprarás o perderás la oportunidad. Cada revista será única y excepcional a su modo, se tocará un tema y cuando hayamos dicho todo lo que nos apetece sobre él se sofocará como un fuego al que dejas de echar leña. La gran belleza es un animal mutante que cambiará de pelaje cada estación.
C: Tampoco lo tengo claro. Pero creo que ese sería el espíritu de la revista. El tratar de descubrir o de intentar aproximarnos a ello lo máximo posible en cada momento. Como eso que me preguntabas sobre Servillo en la primera pregunta.
Hay que ser muy valiente para lanzar un proyecto así en la era de la superficialidad de los 280 caracteres. ¿Cómo se cuadra la presencia inevitable en redes sociales con este espíritu?
R: Recuerdo cuando entré por primera vez en Internet, en realidad era una BBS (un pre-internet) y vi toda la información que tenía a mi disposición. Pensé que sería una revolución y que todos estaríamos todo el día leyendo y compartiendo cosas. En parte ha sido así, pero ahora hay tanta información que no puedes encontrar nada. Esto se ha multiplicado exponencialmente con las redes sociales. La red se está llenando de tanto ruido que tienes que aprender a callar para encontrar las voces que te interesan.
C: Las redes son muy útiles. Eso no lo voy a negar. Son una herramienta de promoción muy barata y que permite interactuar muy rápidamente. Así que trataremos de usarlas para eso a no ser que nos encontremos con otros usos artísticos o fisuras de estas que descubramos por el camino. ¿Quién sabe?
Para mí esto es una manera de militar en la literatura, es mi grano de arena también para intentar mejorar las condiciones de los autores.
Advertís que La gran belleza no es sólo una revista, sino un movimiento en defensa de la cultura. ¿En qué sentido?
R: Pensar que la cultura necesita defensa es algo idiota. Siempre habrá gente que haga cosas artísticas porque hay algo interior que empuja al ser humano a ello, pero es cierto que estamos en una época en que nos han enseñado que la cultura es la última prioridad y esto no puede ser así. Por mucho que nos digan no hay que elegir entre cultura y estado de bienestar. Un pueblo sin cultura no puede estar bien.
C: Los escritores estamos sujetos a contratos bastante pobres. ¿Y si lo mejoramos un poquito? Para mí esto es una manera de militar en la literatura, es mi grano de arena también para intentar mejorar las condiciones de los autores.
¿Por qué le dais tanta importancia al hecho de pagar a los autores? ¿No debería ser lo “normal”? .
R: Bueno, si tienes en cuenta que pagamos por un relato cinco euros más de lo que cobra un reportero de guerra por una crónica te puedes hacer una idea de cómo está en este país el tema de la escritura. Y, si la prensa está mal pagada, la literatura está directamente impagada. Es desalentador pensar que alguien esté trabajando en una novela durante dos años y, con suerte, ganará con ella mil euros. Está claro que toda manifestación artística tiene un punto desinteresado movido por una pulsión interna, pero nos gusta pensar que quizá esto algún día cambie y cuando te ofrezcan colaborar con una publicación no te digan eso de: «No te quejes que haces lo que te gusta». Muchas veces acabas haciendo algo desinteresado y ves que en la página trasera hay un anuncio de la coca-cola… Trabajar por amor al arte se hace para uno mismo, no para los demás. Lo paradójico de todo esto es que toda la gente que colaboró en nuestro número cero, que usamos para la promoción, lo hizo gratis… Ya ves, incluso nosotros lo hemos hecho.
C: Pues sí. Me parece bastante anodino que no se haga pero ocurre cada puñetero día.
Me gusta mucho el suplemento para niños, en formato origami. ¿Por qué acordarse de los niños en una sociedad tan adultocéntrica?
R: Los niños son la eterna esperanza. Me hace mucha gracia cuando los padres se quejan de que sus hijos no leen y ellos no tienen un libro en casa. Por suerte sabemos que los padres lectores están deseando que sus hijos se aficionen a la lectura.
C: Porque son esa “gente” que pinta porque sí. Sin importarles que su obra vaya a ser vendida en una galería de arte. Son genuinos. Son unos verdaderos artistas hasta que les decimos que no lo son o que no merece la pena crear si no eres bueno. Les inculcamos el ridículo, el fracaso…
¿Qué papel va a tener la web en esta aventura literaria?
R: La web es una parte importante del proyecto. Nos permitirá dar voz a otras artes: ballet, fotografía, intervenciones… De esta manera, abordaremos el tema central de la revista desde otro punto de vista.
C: La revista no llevará ningún contenido de análisis, ni entrevistas, ni reseñas… Son sólo diez cuentos, diez ilustraciones, una foto y un poema. La web será su sombra digital. Nos gustaría que pudieras pasar un buen rato disfrutando del tema que estemos tratando a través de otros formatos y otras facetas no tan físicas o literarias. Por ejemplo, ahora mismo contamos con ‘Heterotopia in the Lavatory’, un proyecto de una escritora que participa en el número cero y que merece la pena disfrutar sin muchas más explicaciones.
Y, oye, ¿dónde colocamos a Bill Murray en todo esto?
R: En el centro. Todos los escritores tienen un poco de Bill Murray, el eterno bromista que se trata a la vida con ironía porque sabe que es la única forma de afrontar este infierno.
C: Donde él quiera estar. Pero que venga pronto.