Kristoffer Ardeña (Dumaguete, Filipinas, 1976) es un artista con el que podría hablar horas. Su manera de entender la práctica artística es honesta y abierta. Las capas de su discurso son profundas y generan muchas preguntas.
La influencia que el lugar tiene en su obra se hace latente no sólo en el uso de ciertos materiales frecuentes en su cotidianidad, sino también porque dichos materiales transmiten una idiosincrasia, un paisaje y un orden político, social y económico. En esa medida, su obra está cargada de un contexto y por lo mismo de una serie de reflexiones implícitas en el proceso formal.
Las experimentaciones pictóricas que Kristoffer lleva a cabo plantean un diálogo con su entorno así como con las posibilidades de los materiales, los cuales modifica, interviene y pinta, borrando o superponiendo capas de pintura que van trazando un mapa rico y complejo dueño de una técnica impecable.
El trabajo de Ardeña nos pone frente a una pintura que nos trae a la retina todos esos objetos que conforman su universo pictórico, objetos presentes desde sus distintas cualidades: su uso, su forma y su significado. Ese metadiálogo tan sutil y tan potente a la vez, produce en mí una explosión mental, una atracción va más allá de la experiencia estética. Para mí este artista reelabora y redefine los límites de la pintura contemporánea, renovándola.
Durante el mes de abril coinciden varias exposiciones en la que participa: La ‘Nueva Generación del sureste asiático’ en la Tang Gallery de Bangkok y el solo Project ‘Painting in Public Spaces’, realizado en diferentes espacios públicos de la isla de Negros, Siquijor y Cebu, y presentado en la galería 856g de Cebu. Además, a final del mes, inaugura la colectiva ‘City of Bawal’ en la galería 1335Mabini de Manila.
Estudiaste en San Francisco. ¿Qué te enseñó esta facultad y la ciudad?
Hice la carrera en la Academy of Art en San Francisco con una beca completa. No quería estudiar en una facultad que tenía una enseñanza, digamos, más conceptual.
Desde que tenía 18 años estuve viviendo en Alemania y luego en Luxemburgo y la mayor parte de mi estancia allí aprendí de varios artistas y también fue la primera vez que conocí obras conceptuales y toda la variedad de producción que aún predomina en el panorama artístico actual. Esa etapa de mi vida fue impactante porque aprendí que podía pensar por mí mismo y no quería dejarme llevar por una manera de pensar y seguir la corriente del arte. Por eso elegí la Academy of Art, porque tenía una enseñanza clásica y técnica artística, totalmente contraria a lo que la mayoría de facultades enseñaban.
El contexto, mi vivencia durante ese periodo de mi vida en San Francisco, que es una ciudad extremadamente liberal, me enseñó la relevancia de ser libre y no dar demasiada importancia a la carrera.
«Esa etapa de mi vida fue impactante porque aprendí que podía pensar por mí mismo».
Te dedicas principalmente a la pintura y has hecho también proyectos en vídeo. Cuéntanos por qué te interesan estas dos vertientes.
No. No soy un pintor, pero pinto.
Trabajo con varios materiales y modos de producción. Mi formación es de pintor clásico y desde que gané el premio de Generaciones 2012 y, sobre todo, desde que volví a vivir en Filipinas mis experimentos y enfoque artístico son hacia la pintura. Sin embargo, el modo en que pienso y trabajo no es de un artista que ha pintado toda su vida y solamente pinta. De hecho, hago videos, esculturas, etc., dependiendo de los proyectos que me interesan.
Quería explorar, experimentar, renovar, redefinir qué podría ser la pintura.
¿Por qué la pintura?
Porque es un medio tradicional que va casi a contracorriente de los modos de producción artísticos de hoy en día. Mira, ¿cuántos artistas pintan en España? La mayoría hacen obras posconceptuales y formales. En las bienales, en la mayoría de exposiciones en las instituciones, la pintura no tiene una presencia suficiente. En Filipinas, al contrario, hay una tradición fuerte de pintura. Sin embargo, no aporta nada nuevo a la discusión del medio. Quería explorar, experimentar, renovar, redefinir qué podría ser la pintura.
En algún post reciente comentabas que «lo local en el trabajo está en segundo plano y que no importa dónde vivas, lo que importa es la fuerza de tu trabajo». Sin embargo, la obra, las reflexiones que atraviesan la mente de un artista, tiene un pie en el medio que las favorece. ¿Cuál es la relación que tienes con Negros Island y qué influencia tiene en tu producción?
Sí. La isla de Negros situada al sur de Filipinas es mi punto de partida. Siempre vas a trabajar en un contexto, situación geopolítica y espacio temporal concreto y tu trabajo debería trascender esa especificidad. Para mí la isla de Negros significa libertad. Bueno, no es un lugar progresista, todo lo contrario, es bastante conservador en todos los aspectos de la vida y eso influye en cómo la gente entiende también el arte.
Es lo opuesto a Madrid (a España en general), donde la infraestructura, el mecanismo artístico, está instalado. Pero aún así lo malo es que como artista mides tu carrera, tus pensamientos y tu modo de crear a partir de eso. Todos se quejan de que no hay suficientes becas y oportunidades; el artista depende demasiado de este sistema y yo no quisiera estar atrapado en ello.
En Filipina, sobre todo donde vivo yo, no hay nada de eso. Arriesgas, experimentas y si fallas, no pasa nada y eso me encanta, me siento libre. A veces cuando dejas de utilizar la palabra arte, se te abre un espacio mucho más amplio donde puedes jugar y la isla me pone el reto de hacerlo.
Has vivido en otros lugares pero vives y trabajas en Dumaguete. ¿Por qué no has elegido vivir en Estados Unidos o Europa?
Muchos amigos artistas decidieron vivir en otras partes de Europa y EEUU para desarrollar su carrera y buscar nuevas oportunidades. Yo quería alejarme de todo y también ya era hora de volver a Filipinas.
En España siempre me identifican como artista filipino. A pesar de haber desarrollado mi carrera en España principalmente y también siendo español, pienso que me ven siempre como ese “otro”. No encajo dentro del debate y desarrollo del arte español. ¿Qué es el arte español? ¿Qué significa el arte filipino?
El plan siempre ha sido vivir entre Europa y Asia y eso, poco a poco, lo estoy haciendo, pero, de momento, estoy casi todo el tiempo en Filipinas porque quería empezar desde cero, no solamente en términos de producción, sino también profesionalmente.
Colaboran contigo personas que vienen de otras áreas como el diseño, la artesanía o que no han hecho estudios de arte. Desde el proceso de trabajo, pasando por la mezcla de materiales, a la simbiosis de contextos que hay en tu trabajo, hay una noción muy fuerte de hibridación.
Aún pensamos en la noción de arte-en-la-vida-diaria de la misma manera en que Duchamp lo pensaba hace ya casi un siglo, pero eso ya lo tenemos que dar por hecho porque hay muchas realidades de la vida cotidiana.
Es por esa razón que colaboro con diferentes personas, situaciones y contextos. No porque quiera hacer un tipo de arte relacional, performance, etc., no hace falta, lo doy por hecho. Esto quizás parte de la manera como entiendo la cultura filipina donde la reflexión de las cosas no se mide por medio del acto de contemplación, sino mediante la vivencia colectiva.
«Ya no se trata del arte en la vida sino sobre vivencia y arte. Es una ideología estética en sí y eso es lo que hay en mi trabajo. No soy distinto que el abuelo que vende fruta en la calle y que corta los mangos de una manera geométrica y bella».
Me llaman la atención los materiales que conforman tus series más recientes: telas y superficies encontradas, el aprovechamiento de objetos cotidianos como trapos, retazos, lonas, manteles, toldos, carteles publicitarios, etc., y la relación que estableces con ellos en tu obra. Esta es una visión bastante abierta y que además le quita el halo clásico y elitista a la obra. Procedes como un artista pop.
La relación entre el arte y la vida ya es un concepto bastante establecido. No sigo ninguna corriente ideológica como el conceptualismo, arte pop, minimalismo, etc.
Cuando vives en Filipinas, sobre todo en el entorno donde vivo en la isla de Negros, no estoy rodeado de artistas, no hay curators aquí, hay gente creativa, mucha gente creativa. Ya no se trata del arte en la vida sino sobre vivencia y arte. Es una ideología estética en sí y eso es lo que hay en mi trabajo. No soy distinto que el abuelo que vende fruta en la calle y que corta los mangos de una manera geométrica y bella.
Sin embargo, hay otra cuestión que me evoca ese uso continuado de materiales y soportes sacados de la vida diaria a los que les das un segundo uso, pero que además descontextualizas de su medio para llevarlos al contexto de tu obra. ¿Cuál es el trasfondo de este planteamiento?
Sí. No es cuestión de reciclaje. Tiene que ver con la ideología de lo que llamamos en inglés adaptive re-use (reutilización adaptativa). El reciclaje tiene un trasfondo moralista y politizado. La noción de adaptive re-use es una cultura, un modo de vivir y tiene sus raíces en la materialidad en relación con la economía precaria que trasciende las categorías de clases sociales.
A mí me pasa, cuando veo tu obra, que la siento profundamente política. Pero no como un arte reinvindicativo o de acciones políticas. Es una obra que reflexiona sobre la pintura pero en la que el concepto es muy importante y a la vez existe un hilo político discursivo muy potente. Esta otra forma de hibridación, en la que tu obra se abre hacia muchos terrenos que están además tan bien conjugados, es quizá lo que más me interesa de tu trabajo.
Como dije antes, ya no creo, ni me interesa la corriente conceptual porque es algo ya bastante académico. Diciendo eso, no soy un artista posconceptual que pinta. En mis pinturas sí, como dijiste, el concepto es muy importante, porque es un elemento formal más que utilizo para redefinir la pintura.
Tu pintura es una conquista del color, de la forma, un espacio con muchas referencias. Esa multiplicidad le otorga a tu pintura la capacidad de ser otra. En tu obra abarcas culturas, idiosincracias, influencias artísticas, referencias de la historia del arte… Yo misma me siento identificada en ella.
Las pinturas celebran la cotidianidad de los materiales en que están hechos, no de una manera discursiva, sino de una manera poética por eso conlleva un espíritu universal donde la gente no está obligada a leer, a saber, sino a crear una relación simbiótica con la obra. No estoy interesado en dar lecciones a nadie. Como dije antes, en la cultura filipina la reflexión de las cosas no se mide por medio del acto de contemplación, sino mediante la vivencia colectiva. Por eso las obras te incitan a esa vivencia, no solamente el acto de contemplación.

El tiempo y la memoria me parecen unos componentes claves en tu obra. Pienso en la exposición ‘Érase’, en la que disertabas sobre su fugacidad, o en las series que conforman las ‘Ghost Paintings’.
La memoria y el tiempo son recursos formales que forman parte de la estructura de las obras ancladas en la ideología de lo tropical. En mis pinturas utilizo ambos temas como recurso formal. En los ‘Cracked Paintings’ con el craquelado, y en las ‘Perfume Paintings’ donde la pintura solo vive en la memoria, después.
Escribir me da claridad.
En tu carrera ha habido anteriormente un interés por los libros de artista y los diarios. En la actualidad, tus redes sociales son como un diario en el que puedes seguir de cerca tus inquietudes, las reflexiones que te surgen, las divagaciones… Hay un componente autobiográfico y a la vez anecdótico.
Desde que empecé a vivir en la isla de Negros, en Filipinas, escribo más sobre mi práctica artística porque apenas tengo personas con quien puedo compartir mis pensamientos. Creo que es importante articular lo que uno piensa y las redes sociales son una plataforma perfecta para hacerlo. Desde joven siempre me ha impactado leer lo que escriben los artistas sobre el arte, sobre su práctica y cómo se posicionan dentro de la realidad en la que les toca vivir. Escribir me da claridad.
En Madrid es cada vez más frecuente que los artistas compartan taller, experiencias, eventos. Tu práctica es totalmente diferente. ¿Piensas que esa forma de trabajo, tan distinta a la tuya, favorece los circuitos, la retroalimentación?
Creo que es bueno poder interactuar con otros artistas. Además, es una cuestión práctica, por eso los artistas comparten taller. A mí no me interesa compartir taller con otro artista, me gusta mi situación de recluso, fuera del circuito artístico.

Háblanos de tu más reciente proyecto ‘Jologs’, que has presentado en la galería 856G de Mandaue, pues es un concepto que me resulta fascinante.
‘Jologs’, más que una carga estética contiene una carga socio económica usada para definir a la clase social baja, al grueso de esa población en relación a sus gustos estéticos.
Yo, en cambio, le doy un sentido positivo a este término. Más que investigar sobre él, hago parte de él, así que no hay límite ni jerarquía. No soy sólo un observador, quiero llegar a un acuerdo con él, abrazarlo. Culturalmente hablando, hace parte de mi entorno geopolítico y poético en Filipinas. Además,’ Jologs’ nació fuera del contexto específico de los trópicos y permite un entendimiento universal de la condición humana sin caer en las trampas de la utopía. Celebra, se enorgullece y explora cómo cuestionar nociones establecidas del arte desde los recursos y los orígenes de donde proviene.
‘Jologs’ abre la discusión sobre la economía de la precariedad. No es más ya sobre el arte y la vida, arte en la vida, o sobre insertar el día a día en el arte como lo declaró Duchamp, dando lugar a los ready mades y otros modos de producción desde el conceptualismo hasta las tendencias predominantes actuales frente a prácticas basadas en la investigación, especialmente en plataformas centrales y occidentales.
Esta es una parte dada, una parte de la predisposición de la práctica artística contemporánea. No es necesariamente una exploración de los materiales basada en el uso de materiales pobres sino una relación compleja entre materiales, contextos geográficos, y la derivación como forma de abrir camino a una forma original de expresión creativa pero que no necesariamente parezca nueva.
‘Jologs’ habla también de la reutilización adaptativa que permite a la gente entender el realismo material inherente a sus invenciones culturales.
Tu relación con España es muy cercana. ¿CÓmo percibes el trabajo que se realiza en circuitos como el de Madrid?
Como en cualquier sitio, los agentes del arte están haciendo un esfuerzo enorme para desarrollar un mecanismo dinámico. Madrid es una ciudad donde hay muchos artistas, galerías, comisarios, críticos del arte y esta simbiosis se ve en los proyectos que se desarrollan en la ciudad. Quizá no hay iniciativas que sobresalten, pero hay mucha actividad artística aunque como siempre, la gente siempre se queja, siempre habla sobre el arte español y su falta de proyección fuera del país.

¿Qué artistas han sido y son importantes por su influencia en tu obra?
Nadie. Hay obras y artistas que me gustan porque me llama la atención su manera de pensar, de trabajar y su rebeldía.
Eres también profesor. ¿Cuál es la mayor enseñanza que te esfuerzas por dejar en tus alumnos?
Ya no. [Risas] Y, sobre todo, en Filipinas, ¡jamás volveré a la enseñanza! Es una pérdida de tiempo. Como se dice en inglés, «I’m tired of dealing with entitled art students who think having a degree in art makes them an artist». (Estoy cansado de lidiar con estudiantes de arte que piensan que tener un grado académico en arte hace de ellos un artista).
¿Qué pasa con los artistas? ¿Acaso son los principales saboteadores de su propia carrera?
No es eso, es solo que uno tiene que diferenciar el hecho de que una carrera en arte no es equivalente necesariamente a la pasión inherente a la práctica artística.
¿Qué te queda aún por realizar en tu carrera como artista?
La meta es seguir siendo creativo hasta que me muera jejeje. Suena romántico, ¿verdad?
Pero, pensar en una carrera me hace sentir indiferente porque conlleva el acto de compararnos con otros artistas y carreras, ¿para qué? ¿Esperar que un museo te exponga? ¿Que un curator de turno te incluya en una bienal? ¿O una galería te mueva y te venda? Eso cansa.