Hoy inauguro esta columna con muchas ganas de compartir con los seguidores de Murray Magazine mi gran pasión que es el arte plástico. A partir de hoy, vamos a profundizar en la obra y el quehacer de muchos y muchos artistas contemporáneos, emergentes, jóvenes, guapos y talentosos, cuyo trabajo me interesa o con quienes comparto inquietudes mentales, emocionales, formales (haced vosotros la rima)… ¡Estoy feliz de tener este espacio! Aquí vamos. Deseadme suerte y escribidme si os hace cosquillas.
Diana Larrea (Madrid,1972). ¡Cómo no iba a ser Diana mi primera invitada! Me gusta muchísimo su obra, ella es encantadora y, además, una figura clave de la producción artística española. De sus proyectos emana un compromiso enorme con la creación y con su contexto. Son fuertes, bellos, participativos… Son la demostración de que la calidad y la profesionalidad no son una virtud masculina, como nos han hecho creer. Su experiencia y su extenso curriculum son sorprendentes, pero lo es aún más su manera de aprehender cada proyecto.
Galerías del mundo, poned atención a esta entrevista, porque Diana ya debería estar en vuestra plantilla.
Estimados lectores, Diana es como la primera línea de vuestros imprescindibles: vais a querer seguir.
Diana, ¿qué te llevó a estudiar Arte?
Supongo que, como les sucede a la mayoría de los artistas, de niña sentía un deseo hacia las artes plásticas que me impulsaba a disfrutar en los museos y en las exposiciones como un auténtico bicho raro. Mis padres alentaron ese deseo, porque comprobaban que lo único que me gustaba hacer era dibujar. Así que cuando llegó la hora de decidir qué estudiar en la universidad lo tuve clarísimo.
¿Qué te aportaron tus estudios de Arte y qué les faltó?
¡Uff! Pues les faltó mucho, la verdad. Yo me licencié en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense en 1996. Ahora mismo no sé cómo estarán estructurados los contenidos allí, pero, desde luego, cuando yo estudié el panorama docente parecía estar estancado en el siglo XIX. Lo mejor de todo fueron, sin duda, las asignaturas teóricas, impartidas por Selina Blasco, Aurora Fernández Polanco y Tonia Raquejo, gracias a quienes pude conocer a fondo los movimientos artísticos de la segunda mitad del siglo XX.
También lo que más disfruté en la Facultad fue el trato con los compañeros y la emoción de compartir inquietudes juntos. Muchos de ellos siguen dedicándose al arte, como Tamara Arroyo, Cristina Gómez Barrio, María Gimeno o Lucía Loren.
Tu obra tiene frecuentemente un contenido social. ¿Esto es algo que siempre te ha definido? ¿Es fácil transitar ese camino dentro de la práctica artística?
A lo largo de una trayectoria profesional de 20 años he mostrado interés por aspectos muy variados, desde temas sociales, estéticos, simbólicos, hasta asuntos más políticos, tanto contemporáneos como históricos. Soy una artista bastante versátil que he desarrollado propuestas en disciplinas muy diversas. Si hay un denominador común que pueda definir mis proyectos es el compromiso personal por entablar un diálogo empático con los conflictos y tensiones sociales de nuestra civilización.
Sobre si es fácil o difícil transitar ese camino, es algo que no me planteo. Simplemente actúo conforme a lo que me dicta mi conciencia. Pienso que persistir en tu propia investigación artística es siempre difícil, tomes el camino que tomes.
Es muy interesante la relación que tienes con la historia. Pienso que en casi todos tus proyectos hay una investigación detrás de carácter histórico. Esa transversalidad es muy poderosa en tu obra.
Esta observación que haces es algo de lo que no he sido plenamente consciente hasta hace poco. De una manera natural, siempre me he preocupado por documentarme a fondo en cada uno de mis proyectos, lo que me ha llevado a realizar labores minuciosas de documentación que he disfrutado mucho, la verdad. Me gusta entretejer redes de conexiones entre los conceptos que abordo en mis obras para reconducir al espectador de un lugar a otro, en un ejercicio de evocación temporal también. Supongo que es una estrategia muy posmoderna que puede resultar algo recargada, pero para mí supone un enriquecimiento de la obra.
A la hora de iniciar un proyecto, ¿cómo es tu manera de trabajar? ¿Cómo decides la temática, la vía de trabajo, la técnica?
Bueno, digamos que me nutro de todo lo que me rodea, de aquello que, como individuo, me afecta, me preocupa y me emociona. Todo eso va creando un poso, que puede terminar germinando en algo tangible o no. Entiendo la actividad artística como un acto de comunicación que nace del deseo de transmitir algo desde una visión propia.
Muchas veces me han llegado propuestas específicas para contextos concretos, que he abordado siempre desde la idea de mantener un vínculo directo con mis obsesiones particulares recurrentes.
Respecto a la disciplina que elijo en cada ocasión, esa decisión sí pienso que es la más intuitiva, es algo así casi como vislumbrar la obra terminada.
¿Quiénes han sido tus mentores a lo largo de tu carrera?
Si entendemos mentor como maestro, la verdad es que me siento un poco huérfana en ese sentido. No encuentro una figura semejante, salvo, tal vez, cuando aún estudiaba en la facultad y tuve como profesor a Ricardo Cárdenes, quien me abrió una puerta a la comprensión del dibujo más allá del sopor de la reproducción a carboncillo de las esculturas clásicas, con la que nos torturaron a diario durante los primeros tres años de carrera.
Por otra parte, a lo largo de mi trayectoria profesional sí he tenido personas que en determinado momento han apoyado mi trabajo, que han contado conmigo para varios proyectos y, por lo tanto, me han alentado a continuar desarrollando mi obra; como, por ejemplo, Jorge Díez, Rafa Doctor o Susana Blas.

¿Existe hoy para ti un ambiente artístico fecundo? ¿Como ves el panorama en Madrid?
Desde hace unos ocho años el panorama patrio, no sólo madrileño, pienso que es desalentador. Llevamos mucho tiempo presenciando continuos cierres de galerías y recortes de presupuestos destinados a cultura por parte de las instituciones; además de las desapariciones de premios, concursos y convocatorias. Sólo determinadas propuestas independientes consiguen un cierto movimiento artístico, pero se mantienen únicamente gracias al entusiasmo y el esfuerzo personal de los artistas y algunos comisarios o gestores.
Asimismo, encuentro un desfase abismal entre ese tipo de trabajo concreto y emergente por el que se interesan las galerías locales de Madrid en la actualidad, y el amplio abanico de artistas que seguimos trabajando desde una posición segregada respecto al mercado, dado que no podemos vivir de nuestro trabajo. Opino que el arte que se muestra en las ferias de Madrid y en las galerías madrileñas muestra una visión muy parcial que no corresponde con la situación real. Como ya he dicho antes, este tipo de trabajos sólo pueden verse en espacios alternativos, o en open studios independientes organizados por los artistas.
¿Cuál de tus proyectos ha sido un verdadero reto y por qué?
Sin duda, creo que el proyecto en el que me he dejado la piel, y parte de la psique, ha sido mi acción artística online ‘Tal día como hoy‘, en el que aún sigo inmersa. Me lo planteé como un reto personal, una especie de prueba de resistencia autoimpuesta, desde una necesidad personal de reforzar mi propia autoestima. Las publicaciones diarias en Facebook han supuesto un esfuerzo sobrehumano que me ha devorado no sólo físicamente, —ahora mismo sufro una hernia discal cervical y una tendinitis en el brazo—, sino también emocionalmente. Ya que cuando eres testigo de las biografías de cientos de mujeres artistas plásticas cuyo trabajo ha sido enterrado y olvidado, entonces empiezas a explicarte muchas situaciones profesionales de discriminación que sufrimos hoy en día las artistas.
«Cuando eres testigo de las biografías de cientos de mujeres artistas plásticas cuyo trabajo ha sido enterrado y olvidado, entonces empiezas a explicarte muchas situaciones profesionales de discriminación que sufrimos hoy en día las artistas».
Este proyecto está emparentado con la obra que ha culminado María Gimeno, Queridas Viejas. Tal día como hoy sería como el segundo tomo de ese libro, en el que pones de relieve la rica herencia creativa visual y conceptual que ha quedado invisibilizada a lo largo del tiempo. ¿Cómo sientes el paralelismo entre estas dos obras?
Sí, efectivamente la conexión entre los dos trabajos es directa. ‘Tal día como hoy’ nació después de asistir a la performance ‘Queridas viejas’, de María Gimeno, en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense el mes de mayo de 2017. Tenía un formato de conferencia. Durante las dos horas que duró la acción, ella misma se dedicó a incluir, literalmente a cuchillo, en cada capítulo del manual de Gombrich llamado ‘La Historia del Arte’, a algunas de las mujeres artistas ausentes dentro del canon androcéntrico de la historia del arte occidental.
Salí impresionada de allí por la gran cantidad de mujeres artistas históricas que eran completamente desconocidas para mí. Siguiendo la misma línea que planteaba María en esta pieza, una semana más tarde, decidí hacer una publicación diaria sobre una mujer artista en mi perfil personal de Facebook, aprovechando la efeméride. La idea de hacerlo diariamente, incluidos sábados y domingos, fue porque mi intención era crear una especie de sensación de avalancha, ante la cual se descubriera la evidencia de cómo se ha valorado de manera sesgada el trabajo de las mujeres en el arte.
Estarás llegando a las 400 dentro de poco… ¿Que ha supuesto para ti encontrarte con la obra de tantas mujeres artistas?
Como ya he explicado antes, este proyecto ha sido un como llevar a cabo un máster intensivo, donde he sido al mismo tiempo la docente y la alumna. Lo he asumido como una obra más dentro mi trayectoria, definiéndolo como una acción artística online.

De la misma manera que en otras ocasiones he abordado acciones en el espacio público urbano, esta acción artística también está concebida para otro lugar público virtual, como es la red social. Se trata, por tanto, de una propuesta que apuesta por interaccionar con el público en un medio o estructura social como Facebook, con el fin de explorar desde una perspectiva de género el conflicto simbólico-histórico que existe alrededor de la labor de las creadoras plásticas.
Me planteé situar esta acción artística en un territorio de reflexión sobre la historiografía del arte y su conexión con la escena artística actual. Defino mi propuesta como una obra híbrida a medio camino entre la investigación y el activismo feminista, con la que quise implicarme directamente en las dinámicas de nuestro contexto social actual, centrándome en abrir fisuras dentro del discurso monolítico dominante.
Aprovechando el gran despliegue que alcanza un medio de difusión como son las redes sociales, me propuse crear conciencia sobre la excLusión del trabajo de las creadoras plásticas en la historia del arte, en los planes de estudio, en los contenidos mediáticos. Dar visibilidad a las mujeres artistas del pasado y reivindicar el valor de sus obras entre el público actual, supone ofrecer una oportunidad para conocer el valioso y relevante trabajo de cientos de mujeres que ha sido ignorado o relegado a una posición marginal dentro de la historia del arte.
Cuando descubrimos que las creadoras artísticas no han sido una anécdota, ni una excepción, ni una anomalía histórica, como nos han hecho creer siempre, entonces se destapa el tipo de violencia simbólica y cultural socialmente construida desde hace siglos en nuestra civilización.
¿Por qué lo concebiste primero como un proyecto para redes y ahora como una edición en papel?
Bueno, siendo sincera, el proyecto nació de una manera casual y no premeditada. Ha ido tomando forma según crecía, avanzaba y la gente lo iba siguiendo en redes. Decidí realizarlo a través de Facebook porque era el único medio de difusión disponible para mí en ese momento. Ya había visto ejemplos de compañeras historiadoras que habían realizado trabajos similares en webs, blogs y en Instagram.
La idea de la edición en papel en realidad ha sido una demanda de los seguidores, que me lo piden a diario. [Risas]. Me hace mucha ilusión que muchos de estos seguidores sean docentes y que estén interesados en utilizar toda la información que he acumulado para aportar contenidos extras en sus clases e incluir el trabajo de estas mujeres. Pienso que es así cómo se empiezan a cambiar las cosas, presentando en las aulas referentes artísticos femeninos con los que poder identificarse y a los que poder admirar al mismo nivel que a los autores masculinos.
¿Qué artistas de tu generación te inspiran?
Cuando comencé a introducirme en el mundo profesional como artista emergente a finales de los 90, me fascinaba el trabajo de Laura Torrado (1967) y lo sigue haciendo, de hecho, tengo una fotografía suya en mi dormitorio. Además de derrochar una técnica exquisita en sus fotografías, Laura Torrado despliega en sus proyectos una visión poderosa sobre lo femenino, cuestionando los estereotipos de género a través de recursos que resultan teatrales e introspectivos al mismo tiempo.
Otra fotógrafa que descubrí poco tiempo después, gracias a una exposición individual que le dedicaron en el año 2002 en la Casa de América, es Ana Casas Broda (1965). Me impacta su obra porque trata temas autobiográficos sobre la recuperación de la memoria familiar y la construcción de la identidad. Y lo hace de un modo emocionalmente obsceno, mostrando aspectos de su vida íntima sin ningún pudor.
¿Se te ha pasado por la cabeza un proyecto tan pantagruélico que por sus mismas características técnicas, económicas, etcétera, no has podido realizar?
Para que te hagas una idea, en mi ordenador las carpetas de trabajos no realizados triplican a las de los proyectos ejecutados. Así que por ideas locas, que no falte imaginación. Eso nos pasa a casi todos.
Ahora mismo, me encantaría poder conseguir la financiación para editar la publicación de ‘Tal día como hoy’, que tantas personas me están demandando. Ese es mi sueño a corto plazo.
Al ser una artista multidisciplinar, estupenda por cierto, has tocado muchos palos. ¿Qué te queda por hacer en el mundo del Arte, Diana?
Pues muchas veces tengo la impresión que no me arriesgo lo suficiente y que como artista auténtica, debería tirarme a la piscina pero de verdad… [Risas].
¿Puedes explicar un poco más esto?
Es algo que me resulta difícil explicar. Tengo la convicción de que el artista auténtico no puede acomodarse en lo que ya domina, que debe lanzarse a territorios incómodos donde no se sienta seguro, porque esa desprotección y vulnerabilidad es la puerta para acceder a lo mejor de sí mismo.
Lo que más me excita son las propuestas en las que me he atrevido a mezclar vida y obra sin ningún tipo de traba, mostrando mis puntos débiles sin filtros. Por ejemplo, el vídeo titulado ‘The Wrong Project’ (2012) que hicimos juntas en colaboración con mi amiga la artista Tamara Arroyo cuando estábamos a punto de cumplir 40 años. Se trata de una pieza audiovisual donde aparecemos las dos hablando por teléfono manteniendo una terapia de coaching telefónico, mientras el espectador puede leer a través de unos subtítulos nuestras conversaciones entremezcladas. Es un proyecto que aborda la crisis del artista mid-career y en concreto la situación particular de las mujeres como nosotras, que llegan al límite de iniciar una terapia de autoayuda para poder continuar dedicándose a su profesión. Todas las frases que decimos en el vídeo fueron reales y extraídas de los diálogos que Tamara y yo mantuvimos con una life coach auténtica. Me gusta mucho este trabajo porque en él nos mostramos las dos sin reservas, sin miedo a descubrir ante el público nuestras propias inseguridades y ansiedades.
Otra pieza que también es autobiográfica es una video-performance titulada ‘Entrenamiento’ (2002), en la que ejecuto una tabla de ejercicios físicos sentada sobre un banco de abdominales frente a un piano, mientras, de forma simultánea y acompasada, voy interpretando al mismo tiempo una partitura en este mismo instrumento. Se trata de una reflexión irónica sobre la formación del artista, la idea de sacrificio mediante una dura disciplina física y de entrega a la vocación. La obra hace referencia a mi propia formación musical académica impuesta durante 16 años, con la que hago una parodia comparando estos ensayos diarios con la tortuosa tabla de abdominales de un gimnasio.
¿Vives del arte?
No. Tuve la suerte de poder ganarme la vida con mi trabajo como artista durante siete años, entre 2004 y 2010. Después de eso llegó la persistente sequía en la que seguimos inmersas.
¿Cuáles son los proyectos que tienes entre manos actualmente?
Ahora mismo vivo aún sumergida en mi proyecto ‘Tal día como hoy’, a partir del cual, por supuesto dado que soy artista, han surgido miles de ideas creativas, que espero poder desarrollar en los próximos años. Sin embargo, aún siento la necesidad de continuar la propuesta otro año más y lanzar la web con toda la información recopilada organizada por movimientos artísticos, dos tareas que voy a poder realizar gracias a una ayuda de la Comunidad de Madrid.
Enhorabuena por este nuevo espacio en la revista y, por supuesto por la entrevista, muy completa y se nota que muy trabajada. Diana es una gran artista y se merece que le entreviste otra gran artista como tú.
Muchos éxitos!!!
Hola Diana! Me ha parecido muy buena la entrevista!! Suerte con la columna y espero leer pronto la siguiente…
Muchas gracias por vuestros comentarios! Qué ilusión. Ya trabajando en el siguiente artista!!!