Unas elecciones sin alma

26 de junio. Día de elecciones generales. Y aquí estamos, sin emoción alguna.

Quién nos lo iba a decir hace unos meses. Echamos la vista atrás y nos visualizamos en diciembre, más jóvenes, más inocentes, más optimistas. Nos leemos emocionados ante la idea de un Congreso de los Diputados plural con la entrada de nuevas fuerzas políticas, ante los que denominamos «los comicios más importantes de la breve y confusa historia democrática española». Qué rimbombante es, a veces, el idealismo. «Llegó el día. Llegó el momento de bajar el telón del bipartidismo», sentenciábamos convencidos.

Pero pasó diciembre y llegó enero. La maldita cuesta de enero. Primero pedimos que no nos fallaran. Después asistimos, atónitos, a la “estrategia” de Podemos y, bueno, seguimos haciéndonos las mismas preguntas: ¿En qué momento dejaron de ser los antiguos socialistas y obreros españoles parte de la casta de este país? ¿Dónde está aquello del PPSOE con lo que a muchos se les llenaba la boca no hace mucho tiempo? ¿Eso de «PSOE y PP, la misma mierda es» que resonaba en las plazas?

Nos prometimos votar al PACMA, sin dejar de mirar de reojo a Alberto Garzón, un tío íntegro… que también nos rompió el corazón, ofreciéndole al PSOE «un espacio de alianza». Más tarde intentaría reconquistarnos, nos mandó flores y bombones con un «soy comunista desde que tengo uso de razón», pero las cicatrices escuecen cuando cambia el tiempo y acaba de llegar el calor.

Lo cierto es que hemos llegado a un punto en el que no sabemos dónde se sitúa la izquierda o en qué equipo juega.

Como decía nuestro compañero Ángel Muñoz «la reconciliación es difícil, el desencanto enorme y la labor titánica».  Lo escribía en un artículo brillante, en el que aseguraba que, por primera vez en su vida, se planteaba no acudir a la cita. Esa misma duda es la que hoy nos acecha.

Y nos arrepentiremos si no vamos, seguro. Pero quizá nos arrepintamos más si vamos. Si lo hacemos, con pinza o sin ella. ¿Y los principios? ¿Y los valores? El voto pesa 21 gramos, lo mismo que el alma. Por algo será. O debería ser.

Sí, estamos cansados, apáticos, desesperanzados de que en este país nunca pase nada, aunque esté pasando. Y ojalá, de verdad, ojalá nos equivoquemos. Ojalá recuperemos la alegría y la ilusión a lo largo del día. Y, sobre todo, ojalá que dentro de unos meses no nos tengamos que sentir como unos gilipollas por ello.

Fotografía: gaelx ©

bluebird Comunicación
bluebird Comunicación
bluebird Comunicación
bluebird Comunicación

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.