Una vez más, machismo

Volvemos a hablar de machismo. Nada nuevo bajo el sol. Lo hacemos, porque es necesario. Porque esta lacra, que anula, golpea y mata, se ha llevado por delante a demasiadas mujeres por el simple hecho de ser eso, mujeres. Porque es una pandemia y no cesa. Porque, desgraciadamente, queda mucho por hacer.

Y cuando crees que vamos tomando conciencia, que todos vamos reflexionando sobre este sistema patriarcal que nos ahoga para cambiar esas actitudes machistas que todavía prevalecen… ¡Zas! Nuestra compañera Towanda Rules escribe un texto titulado ‘Festival del machismo en Twitter’ y la esperanza se desmorona.

Hemos tenido que leer, entre otras lindezas, que si nos llaman «feminazis es porque jaleáis, aplaudís, y pedís indultos a asesinas al mismo tiempo que negáis que existan asesinados, pedazo de hijas de puta», tal cual; «las mujeres violan a hombres y, sobre todo, a niños, y además prostituyen a sus hijas», en serio; y, por supuesto, el consabido «¡a fregar!», que tan bien retrata a quien lo pronuncia.

No hay nada como hablar de feminismo para que hordas de personas saquen al machista que todos llevamos dentro. Sí, hemos dicho todos. Siglos y siglos de sociedad patriarcal, de violencia patriarcal, no se borran de un plumazo, lo llevamos tan interiorizado que brota de manera natural, casi sin darnos cuenta. Por eso, es importante esa toma de conciencia, porque hasta que no lo trabajemos individualmente, seguiremos chocándonos con los techos de cristal, seguiremos teniendo sueldos inferiores, seguiremos siendo violadas, seguiremos muriendo.

Esta semana volvemos a hablar de machismo, porque nos ha llamado poderosamente la atención una cosa: hoy en día que todos nos pasamos la presunción de inocencia por el arco del triunfo, cientos de personas han clamado por la de Juan Fernando López Aguilar. Nos parece bien, claro que sí, siempre habría que respetarla, siempre, pero en un país en el que se juzga y condena públicamente a cualquiera que sea denunciado o imputado es, cuanto menos, sorprendente.

Y, hablando del caso de López Aguilar, hemos vuelto a escuchar eso tan indignante de «no da el perfil de maltratada». Desgraciadamente, todas damos el perfil de maltratada, porque somos mujeres. Como si tener estudios, independencia económica o valores progresistas nos libraran de esta lacra. Como si fuera tan fácil. Y ahí entra la banalización de esta tragedia, cuando no, directamente, y una vez más, la culpabilización de la mujer: «lo tiene fácil, ¿por qué no le deja?».

Por cierto, López Aguilar envió un comunicado proclamando su inocencia. Está en su derecho. Desde aquí no vamos a declararle culpable. Pero nos llamó la atención una de las últimas frases del escrito: «Pido respeto para mi dolor personal y me declaro víctima de otra denuncia falsa». ¿De otra? ¿Pudiendo usar la palabra ‘una’ usa la palabra ‘otra’? ¡Qué irresponsabilidad! Y qué falta de respeto los que hablan de denuncias falsas cada vez que sale el tema de la violencia machista. Como si ambas cosas estuvieran al mismo nivel, como si pudieran compararse…

Y, mientras tanto, María Dolores de Cospedal, secretaria general del partido de León de la Riva, del partido en el que se aplaudía a un señor que decía cosas como que la libertad de maternidad es lo que hace a la mujer auténticamente mujer, pedía tolerancia cero hacia el maltrato.

Sí, hoy volvemos a hablar de machismo. Porque no hay nada nuevo bajo el sol.

Fotografía: Frank M. Rafik ©

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