Ha sido esta una semana intensa en la villa de Pozoblanco y alrededores. La cancelación del Festival Periscopia ha supuesto un golpe brutal para mucha gente que lo esperaba y para los que se había convertido en algo esencial en sus veranos. También para muchos de los artistas que iban a tener su primera oportunidad ante el gran público en las calles de Pozoblanco.
La cultura está a la baja en estos tiempos en los que recortar se ha convertido en un derecho de muchos. Y aunque quizás el asunto del Periscopia esté alejado de los recortes en general, no deja de ser significativo que sea, una vez más, una actividad cultural la que se cae dentro de la programación del verano.
A lo largo de los últimos años, vemos como cientos de eventos culturales se han caído a lo largo de toda la geografía española. Los más pequeños y humildes son siempre los primeros en salir de escena, quitando así la oportunidad a muchos artistas de mostrar su arte y quizás de vivir de ello. En época de crisis, siempre la cultura es la primera sacrificada.
Es evidente que en el caso del Periscopia hay muchos más aspectos detrás. Pero habría que preguntarse si habría tenido el mismo final y esa falta de apoyo si estuviéramos ante otra actividad, digamos deportiva, religiosa o de otro calado social.
¿Por qué puede molestar la cultura a tanta gente? ¿Por qué no se le da la importancia real que tiene un evento de estas características? ¿Por qué no se respetan los gustos de tantas y tantas personas que se volcaban en las calles de Pozoblanco durante los días del Periscopia? ¿Por qué siempre gana una minoría?
Más allá de las razones técnicas a las que la organización señala cómo causantes de la cancelación de Periscopia y que ya han sido explicadas por activa y por pasiva, habría que plantearse un asunto esencial: existen personas, estamentos y colectivos que no desean el progreso y el crecimiento de una localidad.
Y todo por una sencilla razón. Y es que esos eventos, en este caso el Festival Periscopia, son una molestia para esas personas, estamentos y colectivos. Ni más ni menos. Y si a ellos les molestan esos tres días del año, mejor hacer todo lo posible para perjudicar al resto de ciudadanos.
O quizás porque lo organizan jóvenes. Eso nunca lo sabremos. Pero probablemente, si el Festival Periscopia fuera organizado por señores con traje y corbata, grandes empresas y poderío económico y social tendría muchísimos más apoyos de todo tipo.
Podemos especular muchísimo sobre todo lo que ha pasado con el Periscopia. Pero la única realidad es que no habrá Periscopia. Y que unos han ganado y muchísimos han perdido. Y ahora habrá rumores y se soltarán muchísimas tonterías en redes sociales, blogs y conversaciones de bar.
Quizás moleste a algunos que haya vencido la honestidad de una organización que sólo ha querido respetar el espíritu de un Festival que nació diferente, fue diferente y murió diferente. Como respuesta vale la reacción de cientos de personas en las redes sociales mostrando su apoyo al Periscopia. Y quizás eso sea Periscopia: la gente. Los que lo echarán de menos. Los que lo hicieron grande.
La ilustración que acompaña a este artículo es de Facundo Mascaraque.
[…] entre administración y organización. Tema que da para otra entrada entera, pero que ya se ha ocupado de hacer Murray Magazine, y lo comparto […]