Hace unos días, una publicación de la página de Facebook Querido Antonio hizo las delicias de la redacción de Murray Magazine. El texto, que acompañaba a una imagen, decía lo siguiente: «Tutankamón, Akenatón, Ramés II y Micerino acompañan a Susana Díaz en la presentación de su candidatura». Y en la fotografía, junto a la actual presidenta de la Junta de Andalucía, aparecían Rubalcaba, Felipe González, Zapatero y Alfonso Guerra.
Esa imagen podría parecer una broma. Pero no, no lo era. Iba totalmente en serio. También leíamos en Twitter a al periodista Antonio Maestre señalar que no se le ocurría «cómo a una persona menor de 30 años podría votar a este PSOE sin que su aspiración sea un puesto o un cargo». Nosotros subimos la apuesta del compañero y nos cuestionamos, después de ver las fotografías de la presentación de Díaz, cómo alguien menor de 40 años podría votar a este PSOE siendo de izquierdas. Nos cuesta entenderlo.
Pero ahí estaba ella, Susana. Probablemente sea la puesta en escena menos renovadora de la historia de la política española. En vez de buscar ilusionar, se rodeó de auténticos dinosaurios que apenas tienen ya algo que contar en estos nuevos tiempos. Incluso alguno de ellos es bastante conocido por ser un auténtico mago de eso de las puertas giratorias. Y sí, ya sabéis de quién hablamos, por consiguiente.
La presentación parecía diseñada por esos poderes fácticos que dominan nuestro país y que algunos llaman el IBEX 35: El PSOE que quiere Susana Díaz es ese partido escorado al centro-derecha que apoya la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. Ese partido que se reparte puestos y cargos con el Partido Popular o que impulsó la infame reforma del Artículo 135 de la Constitución Española. Sí, ese es el PSOE que quiere Díaz.
Que tampoco distaría mucho del PSOE que diseñarían los otros dos candidatos, Pedro Sánchez y Patxi López, pero al menos estos dos guardan un poco las apariencias. A Susana las apariencias le importan bien poco. No le tembló el pulso en apoyar a un desconocido Sánchez cuando Madina era su enemigo. Y dudó menos todavía en defenestrar al anterior secretario general para poner una gestora al frente de su partido y echarlo a los brazos del Partido Popular. Es el estilo de Susana Díaz.
Un estilo forjado a fuego tras años en Andalucía cumpliendo sus objetivos políticos. Bueno, políticos… Personales, mejor dicho. Susana se ha convertido en la mano que mece la cuna. Primero en su tierra, a la que ahora pretende dejar tirada, aunque de momento continuará al frente de la Junta. Luego en el partido, que desde hace tiempo se mueve al ritmo que marca Díaz. Y, aunque esperamos que nunca suceda, ahora quiere moverlos en toda España. Cuanto menos es aterrador.
Sinceramente, no nos gustaría vivir en un país en las que las opciones más serias de gobierno sean, por un lado, Mariano Rajoy, y, por otro lado, Susana Díaz. Es absolutamente espeluznante. Nos sentiríamos igual que cuando le preguntan a un niño si quieren más a papá o a mamá.
¡Ah! Seguro que algunos pensáis que esto de que PP y PSOE son lo mismo es antiguo. Pues sí, pero, al menos, los de antes intentaban disimularlo. Susana Díaz ni intenta disfrazarlo. Ella ya luchó por dar el poder al PP estando en la sombra, ahora sólo tiene que imaginar lo que hará si consigue ser la secretaria del PSOE. ¿Habéis sentido ese escalofrío? Nosotros también.
La ilustración que acompaña a este artículo es de Facundo Mascaraque.