Pablo Casado nació en 1981. Es joven, demasiado para según qué cosas. Qué pena que su «compromiso» sea volver a la Ley del Aborto de 1985. Qué espanto escucharle decir que interrumpir voluntariamente un embarazo no es un derecho. Qué terrible que asegure que antes está el «derecho a vivir del no nacido».
Pablo Casado podría ser muy pronto el presidente del Gobierno. Es el eterno retorno del Partido Popular a otros tiempos más oscuros. Ya lo intentó recientemente Gallardón, sin éxito. Nuestro yo idealista quiere pensar que fue el feminismo —nosotras, las feministas— quienes lo echamos de la política, pero siempre nos quedará la sombra de la sospecha de que todo fue una macabra cortina de humo.
Jamás lo sabremos con certeza, pero lo cierto es que si de no retroceder se trataba, aquella vez ganamos. Y volveremos a ganar, porque nuestros cuerpos son nuestros, no una cuestión de estado, aunque a algunos todavía les pese.
Tenemos presente —aquí, clavada en el pecho— la lucha de nuestras hermanas argentinas. Y, aunque finalmente no pudo ser y el país sigue en este materia rigiéndose por una ley de 1921, que contempla la interrupción del embarazo como un delito penado con hasta cuatro años de cárcel, nos dieron a todas una lección de dignidad difícil de olvidar. Gracias. No volveremos a ser las mismas. Vosotras tampoco. La victoria, la justicia, está más cerca.
No, Pablo Casado, no. No hay marcha atrás. No lo permitiremos.
Las imágenes son de Fotografías Emergentes ©
