«Cuando descubrimos que las creadoras artísticas no han sido una anécdota, ni una excepción, ni una anomalía histórica, como nos han hecho creer siempre, entonces se destapa el tipo de violencia simbólica y cultural socialmente construida desde hace siglos en nuestra civilización».
Esta declaración de la artista Diana Larrea durante la entrevista que le realizó recientemente nuestra compañera Diana Velásquez clarifica muchas cosas. Pero no fue la única:
«Cuando eres testigo de las biografías de cientos de mujeres artistas plásticas cuyo trabajo ha sido enterrado y olvidado, entonces empiezas a explicarte muchas situaciones profesionales de discriminación que sufrimos hoy en día las artistas».
Así es. La violencia simbólica, la violencia cultural también es violencia machista.
Ana López-Navajas es la autora del estudio ‘Análisis de la ausencia de las mujeres en los manuales de la ESO. Una genealogía del conocimiento ocultado‘, un estudio de la Universidad de Valencia que concluye que sólo el 7,5 por ciento de los referentes culturales y científicos que aparecen en los libros de texto de la ESO son mujeres.
Es una muestra de mucho más, de cómo hemos ido creciendo sin referentes, creyéndonos lo que otros tenían preparado para nosotras.
Todavía existen pocos modelos femeninos inteligentes para las niñas. Hermione Granger es uno de ellos y si lo destacamos es porque, aun hoy, es una rareza.
Y es que los estereotipos de género, las ideas preconcebidas que asocian una mayor brillantez intelectual al género masculino, empiezan a afectar desde los seis años. Así lo dejó patente un estudio de las de universidades de Nueva York, Illinois y Princeton, cuyos resultados podemos leer en la Agencia SINC.
No hay que irse tan lejos ni tirar todos los balones fueras. Debemos mirarnos por dentro y replantearnos la relación que establecemos con las niñas. ¿Cuántas veces destacamos que son guapas? ¿Cuántas mencionamos su creatividad, su valentía, su fuerza, su inteligencia?
Demos una vuelta por las tiendas de ropa o juguetes infantiles. Ellos siguen siendo superhéroes y aventureros. Ellas son princesas y madres.
Así les estamos enseñando lo que nos enseñaron a nosotras: Valemos según nuestra belleza, da igual quiénes seamos. Lo que digamos. Calladitas estamos más guapas. Y toda esa mierda.
Pero ya está bien. Ya hemos tomado conciencia. Es hora de recuperar los referentes, de que las escuelas enseñen quiénes somos y de dónde venimos, de pensar un segundo antes de hablar a los niños y niñas.
En nuestras manos está acabar con la violencia simbólica y cultural. Debemos hacerlo por nosotras, por las que ahora son pequeñas y por las miles y miles de mujeres que nos silenciaron y nos ocultaron. Nunca es tarde.