Nosotras, que somos culpables como las demás

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«Del cachondeo al escándalo sexual». Así reza un titular que endulza el presunto delito cometido por los futbolistas del Eibar Sergi Enrich y Antonio Luna. Pero no, no estamos ante un “escándalo sexual”, estamos ante un hecho que el Código Penal castiga con penas que van desde los tres meses hasta los cinco años de cárcel.

Para colmo, cuando una se pone a “investigar” un poco más sobre el caso descubre que uno de los jugadores culpa a otro, un tal Eddy Silvestre, en los siguientes términos: «El puto negro ese hijo de puta, me la ha liado pero bien».

Y sigue: «La tía esa nos puede buscar un problema».

Justo eso, «la tía esa nos puede buscar un problema», es la frase que todos y todas llevamos grabada a fuego en nuestro imaginario colectivo. Sí, somos nosotras las que buscamos los problemas, los nuestros y los de ellos.

¿Tan difícil es darse cuenta de que, en este caso, los únicos que le han buscado un problema a ella, y además supuestamente delinquiendo, han sido ellos?

Por favor, que no ha pasado ni un mes desde el ¿suicidio? de Tiziana Cantone, la joven italiana humillada por todo un país después de que su ex difundiera un vídeo porno protagonizado por ambos.

Y ahora vendrán los de siempre a decirnos nada nuevo: «Que no lo hubiera hecho», «¿para qué deja que la graben?», «ella sabía dónde se metía», «¿y ahora lloras, no?».

No es extraño. Vivimos en un país en el que hace tan solo dos años (¡dos!) el Ministerio del Interior se vio obligado a cambiar sus consejos para prevenir la violación, porque todos ellos estaban dirigidos a cosas que las mujeres debemos o no debemos hacer.

Para muestra, un horror: «Eche las cortinas al anochecer para evitar miradas indiscretas».

Porque la responsabilidad sigue siendo nuestra, que decimos «no» cuando queremos decir «sí»; que somos muy malas, sobre todo entre nosotras; que os liamos, ¡oh, seres de luz inocentes!; que nos quejamos de que nos miren, pero llevamos escote; que gritamos, cuando nos matan.

Viviendo en una sociedad tan profundamente machista, lo extraño es que, a estas alturas, nos sorprendan y nos rasguemos las vestiduras con declaraciones como las de Donald Trump: «Cuando eres una estrella te dejan hacerlo. Puedes hacer cualquier cosa. Lo que quieras. Agarrarlas del coño. Lo que sea».

Estas palabras han creado un revuelo que ha hecho tambalearse la candidatura republicana para las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos, pero…

Sólo porque se han hecho públicas.

Sólo porque vienen del tipo que puede convertirse en el más poderoso del planeta.

Y hagamos autocrítica y pensemos en nuestro día a día.

¿En cuántos chats de amigos se dicen cosas parecidas?

¿En cuántos se alardea de “conquistas” con imágenes que no se tiene permiso para difundir?

A una mujer puedes hacerle cualquier cosa… ¿Cuándo? ¿Cuando ha bebido? ¿Cuando es más vulnerable por las razones que sea? ¿Cuando es tu amiga? ¿Porque, quizá, a nosotras no se nos ha enseñado que podemos decir que no?

Compañeras, hay que seguir. Seguimos.

bluebird Comunicación
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