Nos gusta la resaca de la Champions, las elecciones europeas, o el teatro, y la luna en menguante. Nos gusta el cine, porque fuimos niños y jugamos con espadas. Me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate para morir. Nos gusta recrear nuestra propia muerte musitando Rosembud. Nos gusta el periodismo de sombrero y cigarro. El sonido de una máquina de escribir. Nos gusta Bukowski, porque es un mierda, como tú y como yo. Nos gusta Macondo, aunque sea abril, aunque no llueva. Nos gusta mañana, la única utopía. Hoy, la realidad es cruel. Sangra España lentamente hasta agotar las ruinas de la rebeldía. Nos gustan las barbas y los flequillos. Nos gusta Michi Panero, porque lo sabía. Nos gustan los zapatos sucios, las uñas roídas, la sangre en las venas, la rabia en el costado izquierdo. Nos gusta la música, porque, después del silencio, es lo que más se acerca a explicar lo inexplicable. Nos gusta April Wheeler, porque muchos saben del vacío de su propia existencia, pero son pocos los que tienen las agallas para reconocer que es irremediable. Nos gusta el deporte, la radio en la cantina de un pueblo, la quiniela junto a la boina. Una mirinda de naranja. La ilusión. Nos gusta escribir. Robar rosas de las avenidas de la muerte. Nos gusta el humor. Alcanzar la risa perfecta. Nos gustan los bitniks. Vi las mejores mentes de nuestra generación destruidas por la locura. Nos gusta la tecnología, porque alguna vez imaginamos que volveríamos al futuro a bordo de un Delorean. Y soñamos con robocordones en vez de con androides manejados por iPads. ¿Con qué sueñan las ovejas eléctricas? Nos gusta creernos especiales. Nos encarcelamos en la jaula de los normales. Nos gusta la gente que está loca, loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse. Nos gusta el punk. Los puntos sobre las íes, los semáforos en rojo, los quejidos, un gemido. Nos gusta escribir. Escribir en España no es llorar, es beber, es beber la rabia del que no se resigna a morir en las esquinas. Nos gusta Bill Murray. Bill Murray es nuestro pastor. Nada nos falta.
La ilustración que acompaña a este artículo es de Facundo Mascaraque.