Megalomanía

En la redacción de Murray Magazine andamos algo locos con la serie Narcos’ que se puede ver en Netflix. Además de recomendarla encarecidamente a nuestros lectores, nos sirve para hacer una reflexión en torno a la megalomanía que otorga el dinero a ciertos personajes.

‘Narcos’ cuenta el ascenso y la caída del narco más famoso de todos los tiempos: Pablo Escobar. Un personaje literario a todas luces cuya vida da para series, películas y novelas con tramas cercanas a la ciencia ficción. Llegó a amasar una fortuna inmensa e incuantificable que le llevó, incluso, a enterrar dinero por todos sus territorios porque no sabía qué hacer con él.

Pablo Escobar y su ego fueron creciendo al ritmo del dinero y, con ello, su ambición. Quiso entrar en política y alcanzar las cotas más altas. Cuando algunos periodistas y políticos valientes desenmascararon la realidad del negocio y la riqueza del Patrón todo se vino abajo.

Él, con unos medios al alcance de muy pocos, comenzó a aplicar una ley por toda Colombia: plata o plomo. Y así comenzó el terror, llevando el narcotráfico a otro nivel e iniciando una guerra contra el Gobierno colombiano, la DEA estadounidense, la policía, el ejército, etc. Todo ello acabó con Escobar muerto y con una leyenda que crece a diario gracias a libros, la propia serie ‘Narcos’, documentales y películas muy interesantes sobre la vida del líder del Cartel de Medellín.

En la vida de Escobar podemos ver esa megalomanía de la que hablamos: suponemos que cuando uno tiene mucho dinero, primero quiere más dinero y cuando es imposible conseguir más dinero, quiere poder. Todo tipo de poder. Y al no conseguirlo, comienza la frustración, las pataletas y, en casos extremos como el de Escobar, la violencia, los chantajes y los asesinatos.

La megalomanía de Escobar se ha repetido en muchísimos hombres a lo largo de la historia. Antes y después de uno de los mayores criminales de la historia, hubo otros que se hicieron construir palacios, estatuas, etc. En Egipto los faraones se hacían pirámides, siendo la próxima mucho más grande que la anterior. Así ha funcionado siempre.

En los últimos días hemos visto un nuevo ejemplo de megalomanía en el ya detenido El Chapo’ Guzmán. Él, que volvió loco a las autoridades mexicanas con una fuga de película y que ha ido escapando durante meses de emboscadas y operaciones militares, fue derrotado por su ego. Ni más ni menos.

Hablamos de una persona que, siendo perseguida por policía y ejército a lo largo y ancho de todo el país, tiene tiempo para iniciar los trámites para rodar una película sobre su vida. Estableció contacto con directores, actrices, productores… ¡Es tremendo! Sólo una persona con una ambición de poder inmensa puede pensar en algo así en un momento como ese.

Eso, precisamente, es la megalomanía de la que hablamos en este editorial. La misma que condenó a Pablo Escobar y que, si no vuelve a escaparse, probablemente lleve a ‘El Chapo’ a dar con sus huesos en una cárcel de los Estados Unidos.

bluebird Comunicación
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