Los amigos de los políticos son sus amigos

Políticos¡Uh! ¡Vaya lío! ¡Los amigos de los políticos son sus amigos! Retomamos esa clásica canción ochentera para intentar explicar lo que estamos viendo en los últimos tiempos en la política española de manera más descarada que nunca: el amiguismo.

El amiguismo ha sido un clásico en nuestro país dentro de esos que se llaman servidores públicos demostrando que son más de servirse a sí mismos. A lo largo de los años de esta querida democracia nuestra, los dos grandes partidos, los mismos que se han repartido el cotarro, tiran de amistad en todas partes: desde el Gobierno a los ministerios, pasando por diputaciones y ayuntamientos.

Son fáciles de imaginar ciertas conversaciones dentro del PP y el PSOE hablando de colocar en tal puesto a Fulanito, amigo de Zutanito, que es muy válido. O que en tal diputación podría estar Mengano, el primo de aquel que se perdió en la isla. Y una vez. Y otra. Y otra. A estos los suelen llamar asesores.

Pero hay otros que tienen un rango superior: los amigos de verdad, esos que se protegen hasta el infinito y más allá, por los que se da la cara. Lo que pasa es que en la política española esos amigos a los que se les suele tender la mano, al final cogen el brazo, la cabeza y hasta el último pelo del cuerpo.

Y estamos hablando de Rodrigo Rato, gran amigo de todos los señores del Partido Popular. Y también hablamos de Chaves y Griñán, amigos y protectores de Susana Díaz y grandes referentes del Partido Español. Recordamos que en Murray Magazine nos cuesta llamarles socialistas y obreros.

Empecemos por Rato. Rodrigo ha disfrutado de todas las prebendas y beneficios posibles por formar parte del PP. Absolutamente de todas. Y claro, pues se descubren ciertas cosillas que luego no gustan. Lo que viene a ser corrupción en estado puro y duro. Eso que salpica al PP por todas partes y que tiene en Rato su máxima expresión.

Rato, tan respetado y reputado, ha estafado en todas partes en las que ha estado. Absolutamente en todas. Y aún duerme en su casa y no en la cárcel, demostrando ese agravio comparativo que deja claro que en este país no todos los criminales tienen el mismo trato.

Ahora nos vamos al PSOE. Allí tienen a Chaves y Griñán. La sospecha de la corrupción se cierne sobre sus cabezas desde hace años. Y las evidencias son cada día más fuertes. Pero ahí siguen, ocupando cargos públicos sin que nadie dentro de su partido haya tenido valor para dar un paso al frente y hablar claro con este tema.

Especialmente salpicada está Susana Díaz que debe mucho a sus dos predecesores en la Junta de Andalucía. Muchísimo. Pero son amigos y protectores, así que mejor callar no vaya a ser que se tire de la manta y se líe más parda todavía.

Son dos casos, quizás los más mediáticos, de los muchísimos casos de relación amistad-corrupción que hay en España. Y seguro que todavía no se han destapado todas las cartas.

La ilustración que acompaña a este artículo es de Facundo Mascaraque.

bluebird Comunicación
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