Lo que 2014 nos dejó (y no es coña)

Porque hay cosas que nos gustaría que no hubieran sucedido nunca, que sólo fuesen una broma pesada. Nos referimos a la muerte de Gabriel García Márquez, de Leopoldo María Panero («No es tu sexo lo que en tu sexo busco / sino ensuciar tu alma») o de Robin Williams, el profesor que todos quisimos tener, ese que nos enseñó que todos y cada uno de nosotros podíamos contribuir a la belleza de este mundo con un verso.

¿Saben nuestros políticos qué es la belleza? ¿Tienes la más remota idea de qué es la poesía? Poéticas, por sorprendentes, fueron las dimisiones de Alberto Ruiz Gallardón y de Ana Mato(perros). La primera, tras la retirada de su terrorífica ley del aborto, esa que no resultó ser más que una macabra cortina de humo. Eso sí que fue una broma. ¿Para qué? Para revolver nuestras entrañas mientras suicidaban personas, mientras jugaban con nuestra salud, mientras le robaban una educación digna a nuestros hijos, mientras saqueaban nuestras cuentas bancarias, mientras… Porque mientras hablábamos del aborto, no lo hacíamos de los millones de personas en paro, de los emigrados, de los sin futuro… Ni, por supuesto, de esa nefasta ley de tasas que Alberto nos dejó antes de dimitir.

La dimisión de Ana Mato(perros) no llegó ni a la primera ni a la segunda ni a la tercera, pero llegó, cuando ya ninguno la esperábamos. Ya sabéis, (casi) nadie dimite en esta España mía, esta España nuestra. No dimitió ni siquiera tras esa lamentable gestión del ébola, en la que hasta el presidente del Gobierno le retiró las competencias para dárselas a Soraya Sáez de Santamaría. Y es que ella, tan tierna, lo único que quiere es ver cómo visten a sus hijos por las mañanas. ¡Ay! Eso sí, no nos emocionemos, que dimitió como ministra, pero su partido, el Partido Popular, tan generoso siempre con los corruptos, le dio nuevas competencias en el Congreso y le subió el sueldo. ¡Con dos cojones!

Otra bromita que el 2014 nos dejó fue la aparición estelar en escena de Pdro Snchz, el socialista, el obrero, el español. ¿Alguien sabe a qué juega este hombre? ¿Nadie le ha dicho que los ciudadanos no somos gilipollas? ¿Cree que lo somos? Por cierto, se dice, se rumorea, que esta noche estará escalando junto a Jesús Calleja en prime time. En serio. Querido Pedro, déjalo ya, no eres Obama. Ni socialista. Ni obrero. Y nosotros, los ciudadanos, no somos gilipollas.

Aunque en alguna ocasión, durante este año, lo parecimos. O se nos quedó cara de ello, al menos. Fue cuando, en pleno siglo XXI, contemplamos, con estupor, la abdicación de un rey y la subida al trono de otro, al que se conoce como Felipe VI, el Preparao. Machos los dos, por supuesto. Porque en este santo país no sólo hay personas que tienen más derechos que otras por razones de cuna, sino que algunos tienen más derechos por razones de pene. ¡Alucinante!

No podemos hablar de 2014 sin mencionarla a ella, a Esperanza Aguirre, la protagonista de uno de los sucesos más bizarros que nos dejó este año. Tan surrealista que si hubiese sucedido hoy no nos lo habríamos creído. Ella, tan seria, tan española de bien, dándose a la fuga, atropellando, por el camino, a un agente de la autoridad. Y, por cierto, ¿alguien nos puede confirmar que eso de postularse como candidata a la alcaldía de Madrid tampoco es una broma? ¿Será su primera iniciativa pedir al cuerpo de los agentes de movilidad que pidan perdón y entreguen las armas? ¡Ay, dios!

Y, por cierto, tampoco es una broma que Rajoy siga siendo presidente del Gobierno. Pero ya va quedando menos. Sé fuerte, Mariano.

La ilustración que acompaña a este artículo es de Facundo Mascaraque.

bluebird Comunicación
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