Según la última encuesta realizada por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) el gasto escolar medio previsto por hijo para este curso oscila entre los 840 euros si el centro educativo es público y los 1.856 euros si el centro es concertado.
Una barbaridad para un país, el nuestro, en el que más de 13 millones de personas se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión, siendo el segundo estado de la UE en pobreza infantil y desigualdad. Una realidad que ha empeorado a consecuencia de los recortes sociales de los últimos años.
Las políticas de austeridad presupuestaria de los últimos años han tenido mucho más impacto en nuestro sistema educativo que en el de otros países y han afectado en particular a las familias en peor situación socioeconómica. En 2015, último año del que se tienen cifras, la inversión pública de España en Educación supuso el 3,66 por ciento del PIB, un porcentaje inferior a lo que se destinó en 2010, un 4,1 por ciento. Si la inversión pública disminuye, el gasto de los hogares aumenta, de forma que la calidad de la educación de los niños pasa a depender, aún más, de la renta familiar.
Por ello, el origen socioeconómico es cada vez más determinante en el éxito escolar. Las familias con rentas más altas pueden dedicar más recursos a la educación de sus hijos, mientras que los niños de los hogares más pobres están más expuestos al abandono escolar. Según datos del informe de Save the Children ‘Necesita mejorar. Por un sistema educativo que no deje a nadie atrás’, el 43 por ciento de los niños más pobres abandona prematuramente sus estudios.
No, la igualdad de oportunidades no existe y el «estudia mucho, que llegarás muy lejos» es otra mentira de este sistema cruel e injusto que encumbra a los de siempre y abandona a quienes más lo necesitan.
Para las familias monoparentales en riesgo de pobreza, más de 800.000 en España y la mayoría encabezadas por madres solas, el inicio del curso escolar se hace aún más complicado debido a las dificultades que tienen para cubrir los gastos del hogar.
Casos como el de Marta, que recoge la propia organización Save the Children, que tiene cinco hijos y está desempleada, muestran las dificultades que viven para cubrir los gastos escolares: «Comprar los libros para todos, las mochilas, te dejan a cero», explica. «Mi hija mayor me ha dicho que va a dejar sus estudios para poder ponerse a trabajar lo antes posible y ayudarme en casa».
Así, estos días los niños vuelven a las aulas tras las vacaciones de verano, pero no todos lo hacen en las mismas condiciones. La situación socioeconómica del niño determina cada vez más sus oportunidades educativas y su éxito escolar y el sistema educativo actual no tiene herramientas para borrar estas desigualdades, sino que, al contrario, las acentúa. Según la OCDE, el impacto que el nivel socioeconómico tiene sobre los resultados educativos ha aumentado en España un 24 por ciento de 2003 a 2012.