Nuestra preocupación por el estado del periodismo no para de crecer. Si la semana pasada hablábamos de las fake news y el daño que hacen a la profesión, hoy tenemos que hacerlo de ética. O de la falta de ética, más bien. Y es que, día a día, vemos cómo son muchos los medios de comunicación que la apartan, la dan de lado o, simplemente, la pisotean.
La realidad es que hay determinado tipo de casos, que podemos llamar mediáticos, que sacan lo peor del periodismo y de los medios. Cuando, a cualquier precio, se pretende ofrecer información morbosa al espectador, al lector o al oyente, el periodismo muere un poco. Y, como decimos, antes determinadas informaciones todo es mucho más exagerado.
El último ejemplo de esta larga lista está siendo el caso de Yulen y su caída al pozo. Esta noticia tiene todo lo que determinada prensa necesita para hacer carnaza sin respetar lo más mínimo los principios de la ética. Cuando en periodismo comienza eso de todo vale, los valores de esta profesión quedan desterrados a cambio de unos clics o algunos espectadores más.
Y es que lo de Yulen y su cobertura mediática es sólo un peldaño más en esa escalera de la vergüenza mediática que, en este país, acompaña a determinados casos informativos. Hablamos, por comentar algunos de los más recientes, del pequeño Gabriel, Laura Luelmo, La Manada, Diana Quer… Cuando determinado tipo de prensa huele sangre y morbo, los límites de la desvergüenza se disparan. Y eso es lo habitual, por desgracia.
Hace unos días, en pleno fragor de las primeras horas de la búsqueda del pequeño Yulen, veíamos la primera rueda de prensa que ofrecía el padre del menor desaparecido en el pozo. Estaba acompañado de Juan José Cortés, que tuvo que hacer las veces de cortafuegos con la prensa (en ese momento hasta daba la sensación que no intentaba hacer política de la manera más asquerosa posible). Al principio todo parecía normal, pero ciertas aves de rapiña, en cuanto vieron la veda abierta, no dudaron disparar preguntas desagradables, buscando el morbo y satisfacer no sabemos bien qué curiosidad que, ni mucho menos, tiene que ver con el periodismo o la información.
Mientras tanto, recordando por ejemplo otros casos, volverá a haber peticiones de respeto por parte de las familias. Pasó con los padres de Gabriel que, en varias ocasiones, pidieron a los medios que se contuvieran. En este caso todo fue especialmente dramático porque determinadas informaciones pudieron llegar a perjudicar la investigación policial. Y pese a las peticiones para contener esa desvergüenza, determinados medios hicieron caso omiso y optaron por el todo vale.
En el caso de Yulen, con tal de conseguir más visitas, un medio llegó a manipular un titular en Twitter anunciando que se había encontrado al niño, cuando lo que se había confirmado era que se había conseguido un pelo que confirmaba el ADN del pequeño. Pero no pasa nada. Nos quejamos y queda ahí. Nadie vela por la buena información y por respetar la ética. No ha pasado nunca y no creemos que pase. No interesa.
Pero, sin duda alguna, lo peor de todo es que volverá a pasar. De eso no tenemos ninguna duda. Y volveremos a avergonzarnos. ¿Hasta cuándo?