El PSOE ha muerto, viva el rey

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“El rey ha muerto, viva el rey” es un lema que se empleaba como ritual en la sucesión de las monarquías francesas. Con él, vitoreando a la vez al antiguo y al nuevo monarca, se pretendía evitar una posible rebelión de los súbditos en un período en el que, quizá con más fuerza que nunca, se cuestionaba la monarquía. Así, en un solo grito, se renovaban automáticamente los lazos del vasallaje.

En este caso, Juan Carlos I no ha muerto sino que ha abdicado en su hijo, —el preparadísimo, el rubito con ojos azules, el sueño azul de un millón de madres—, pero ha terminado de llevarse por delante al PSOE. Lo que le gusta al Campechano llevarse por delante cosas, oiga. Y quien dice cosas, dice elefantes o hermanos.

Pero volvamos donde estábamos, en el PSOE. Hay cosas que toleramos mejor o peor, pero si algo nos saca de nuestras casillas es que nos tomen por gilipollas. Y esto es, precisamente, lo que lleva haciendo el PSOE con los ciudadanos desde tiempos inmemoriales, tomarnos por gilipollas.

En el caso que hoy nos ocupa, lo han tenido todo atado y bien atado, con Rubalcaba y sus barones a la cabeza, para que no hubiera notas discordantes propias de lo que sería un partido Socialista y Obrero. ¿!Socialista y Obrero?! ¡Ay, que nos da la risa floja! Perdón. Continuemos.

Rubalcaba sabía que no tenía nada que hacer, que su tiempo, si es que alguna vez lo tuvo, estaba más que agotado como Secretario General del PSOE, pero ha esperado a que el Rey anunciase su abdicación para, compinchado con Mariano, no se fuera a plantear ni a poner sobre la mesa, ¡válgame dios!, la posibilidad de un referéndum que avale a Felipe VI como Jefe del Estado. Que el pueblo está muy loco, que quiere decidir.

Y ahora es cuando retomamos la risa floja, recordando el vergonzoso discurso de Alfredo (¡ay, Alfredo! ¿Quién te lo escribió? Ni Casa Real lo hubiera hecho mejor) apelando al alma republicana del partido; a Elena Valenciano y su broche, tan mono, con una flor roja, una flor amarilla y una flor lila; a Eduardo Madina diciendo sí a la monarquía en el Congreso y apenas unos días después presentando su candidatura como un “shock de modernidad para España”. En shock nos has dejado tú. Si éste es el futuro de un partido Socialista y Obrero, estamos apañados.

Pero, esperad, que todavía tenemos que hablar de Felipe González, el consejero de Gas Natural, y sus declaraciones: “El PSOE era republicano en tanto la monarquía no respetaba la democracia”. Perdonad, que seremos muy tontos, pero, aun estando en la Constitución, ¡oh, la Constitución!, ¿qué tiene de democrática una institución en la que los privilegios provienen de la cuna y que, para colmo, es asquerosamente machista anteponiendo el hombre a la mujer en los derechos de sucesión? ¿Eso es democracia? Pues nosotros nos bajamos.

Insistimos, un partido socialista y obrero lucharía para que el pueblo al que representa pudiera decidir. Decidir. Elegir. Sólo eso. Pero en este santo país hace mucho tiempo que el partido que se atreve a llamarse Socialista y Obrero ya no representa a nadie. Bueno, sí, al FMI, el único con potestad para determinar cuándo y cómo se toca la intocable Constitución.

Y, ahora, practiquemos el grito de guerra para el próximo viernes: “El PSOE ha muerto, viva el rey”.

La ilustración que acompaña a este artículo es de Facundo Mascaraque.

 

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