«A lo mejor supones que soy un animal / no más silvestre que esta piedra / que mi enojo el día que yo vi / lo miserable que podías ser, lo miserable»… Que levante la mano quien no se haya pasado la semana tarareando ‘Ciudadano A’, de Iván Ferreiro, después de la comparecencia de José María Aznar en el Congreso: «No suelo decir / lo repugnante que resulta veros en la tele»…
Exacto. Da igual los años que pasen. Repugnancia es la palabra cuando se nos pone por delante el ser más nefasto que le ha pasado a este país.
Un tipo que campa a sus anchas, por encima del bien y del mal, cuando, al menos, debería haber sido juzgado por lo que es: un criminal de guerra, entre otras muchas cosas.
Un ser que ha vuelto a la palestra para mentir —con la desvergüenza de los que se creen por encima del bien y del mal—, espetando que el Partido Popular no es un partido corrupto, que no conocía a Francisco Correa o que España no participó en la guerra de Irak, entre otras lindezas.
Un canalla, capaz de acusar a otros de ser «un peligro para la democracia». Él, y sus privatizaciones salvajes. Él, que infló la burbuja inmobiliaria. Él, que se se permite el lujo de pontificar con arrogancia y que sigue mintiéndonos, porque aquí no pasa nada. Aquí nunca pasa nada.
La imagen es de Ubé ©