Nunca sabremos lo que hubiera pasado de haber completado la carrera Chris Froome y Alberto Contador. Pero mucha gente piensa que el italiano no hubiera ganado la ‘Grande Boucle’. Viendo la diferencia con la que lo ha hecho, casi ocho minutos sobre el segundo, parece claro que en la línea de salida de Leeds había tres favoritos muy por encima del resto. El ciclismo nos iba a brindar una gran carrera, pero la carretera se cobra sus víctimas y nos dejó sin el pasado campeón y sin el pinteño, doble ganador de la carrera ciclista más importante del mundo. Pero eso no significa que haya sido un mal Tour.
Quizá por ese runrún que sonaba entorno al pelotón, diciendo que Nibali no tiene la suficiente categoría para ganar el Tour con todos los favoritos en liza, ‘lo squalo’ ha querido exhibirse sobremanera para demostrar su superioridad. En Hautacam, en la última etapa de montaña, atacó a unos 10 km de meta, una sobrada (si se me permite la expresión) totalmente innecesaria. Pero la carretera es libre y cada uno puede hacer lo que quiera. Y Nibali se ha reafirmado.
El corredor italiano ya ha conseguido vencer en las tres grandes vueltas por etapas. Tiene la Vuelta 2010 (y la de 2013 se le escapó ante Chris Horner, ver para creer), el Giro 2013 y el Tour 2014 en la buchaca. Eso le convierte ya en uno de los grandes del ciclismo. Es el sexto corredor que logra ganar estas tres competiciones, junto a Jacques Anquetil, Felice Gimondi, Eddy Merckx, Bernard Hinault y Alberto Contador. Y es el decimoquinto de la historia en subirse al podio en las tres carreras.
Y lo ha logrado con una superioridad total y absoluta. Sentenció la carrera a mitad de Tour. Su victoria en la Planche des Belles Filles (10ª etapa), el día que Contador se cayó y se retiró, le colocó como líder con más de dos minutos de ventaja sobre todos los demás. Ya parecía insalvable. El resto no parecían estar a la altura, y los Alpes y los Pirineos confirmaron las sensaciones. La victoria de Nibali en Chamrousse fue el golpe en la mesa que ya todos interpretaron como que no merecía la pena ni atacarle, en la 13ª etapa, y en Hautacam llegó una exhibición salvaje, de esas que a más de uno le pueden hacer sospechar sobre las cualidades del italiano.
Pero Nibali ya había empezado a dar mensajes antes. Su triunfo en la segunda etapa en Sheffield significaba que iba a pelear con Froome y Contador de tú a tú, una muy buena reivindicación de sus opciones. Y la etapa del pavés, la quinta de la ronda, preciosa y dantesca, fue en la que se demostró como un todoterreno primoroso, pese a no haber corrido nunca la París-Roubaix.
Con la inestimable ayuda de su equipo, el Astana, ha podido controlar la carrera sin grandes dificultades. Su creciente ventaja en la general también hacía las cosas más fáciles, no hay duda. Ha sido el líder en todas las etapas menos dos, la primera, que ganó el alemán Marcel Kittel al sprint, y tras la novena, donde cedió el maillot amarillo al francés Tony Gallopin, para recuperarlo un día después en la etapa grande de los Vosgos. Y ha ganado cuatro etapas, sin ninguna contrarreloj incluida, y eso hacía 40 años que no pasaba. El último en hacer eso en el Tour fue el mejor ciclista de todos los tiempos, Eddy Merckx. Sensacional.
En noviembre, Nibali cumplirá 30 años, por lo que es fácil pensar que sus éxitos no han terminado ni mucho menos. Puede sumar más grandes vueltas, pero habrá que ver también si es capaz de sumar dos triunfos que se le niegan por el momento: el Mundial y la Milán-Sanremo, la más importante de las clásicas italianas.
El ciclismo francés está de enhorabuena. Tras 17 años, vuelven a tener a un corredor en el podio de París. Richard Virenque fue el último en conseguirlo. Pero es que esta vez han logrado que sean dos ciclistas, y de eso hacía 30 años, cuando Laurent Fignon le ganó la ‘Grande Boucle’ a Bernard Hinault. Esta vez, Jean-Cristophe Peraud y Thibaut Pinot son los que saborean la gloria ante sus compatriotas, sedientos de triunfo francés. Hace 29 años, con el quinto triunfo del ‘Caimán’, que no ganan la carrera.
Lo de Peraud es un caso más que sorprendente. Compitió varios años en mountain-bike, hasta que en 2010 dio el salto a la carretera como profesional. Y cada vez se defiende mejor como contrarrelojista. Tiene 37 años y ha sido capaz de quedar segundo del Tour. Cada uno que saque sus propias conclusiones.
Pinot venía apuntando maneras, y ahora, con 24 años, logra subir al podio en la carrera más importante. Y también se ha llevado el maillot blanco del mejor joven. Es un gran escalador al que le falta pulir su técnica en los descensos y que necesita mejorar en la contrarreloj para poder aspirar a ganar las grandes vueltas. Pero es sin duda una de las grandes esperanzas del ciclismo francés y uno de esos corredores que habrá que seguir de cerca en los próximos años.
En cuanto al resto de las clasificaciones, hay que destacar a Rafal Majka. El polaco, compañero de Contador en el Tinkoff-Saxo, no quería disputar el Tour (ya corrió el Giro este año) y llegó a decir que su equipo no respetaba su salud. Una vez que el corredor español se retiró, sus compañeros ya pudieron competir con plena libertad, y Majka se ha llevado el maillot de la montaña y dos etapas con final en alto. Sobresaliente como poco su actuación. Peter Sagan, excepcional ciclista eslovaco, se ha llevado de calle el maillot verde de la regularidad, y eso que no ha conseguido vencer ninguna etapa, aunque sí ha hecho cuatro segundos puestos y en las siete primeras etapas acabó siempre entre los cinco primeros. Su trayectoria es brillante, pero es cierto que se le escapan demasiadas victorias, se queda muchas veces a punto. Eso sí, tiene 24 años, le quedan muchísimas cosas por ganar. Su compañero del Cannondale Alessandro De Marchi ha sido el corredor más combativo. Y el AG2R La Mondiale francés, el equipo de Peraud (y de Romain Bardet), ha sido el mejor de largo.
Mención especial merece Marcel Kittel. El esprínter del Giant-Shimano no se ha llevado el maillot verde, pero sí cuatro etapas, como Nibali, incluyendo la primera, por lo que él fue el primer maillot amarillo de este Tour, y también la última, en los Campos Elíseos, que siempre es una victoria muy especial.
También es pertinente mencionar a otro alemán, Tony Martin. Su protagonismo en la carrera ha sido tremendo, metiéndose en fugas, trabajando para su equipo el Omega Pharma-Quick Step y venciendo dos etapas, incluyendo una auténtica exhibición en la crono del penúltimo día en Périgueux, donde nadie osó plantar cara al campeón del mundo de la especialidad en los tres últimos años. El segundo de la etapa se dejó un minuto y 39 segundos. Una barbaridad.
En cuanto a la actuación española, se debe calificar de fracaso. A Luis Ángel Maté se le ha visto mucho en fugas, también a ‘Purito’ Rodríguez, que intentó llevarse el maillot del mejor escalador, y Valverde y el Movistar también han estado muy vivos en la carrera, pero no nos llevamos ni una sola victoria de etapa y los ‘gallos’ no han podido lograr sus objetivos.
El caso de Valverde es muy reseñable. Ha vivido empeñado en buscar un podio en el Tour y eso le ha hecho dejar de lado lo que podría haber sido su auténtica especialidad: las clásicas. Su palmarés debería ser excelso, a la altura de los verdaderamente grandes de este deporte. En cambio, se trata de un ciclista que ha ganado muchas cosas, pero carreras de primerísimo nivel no ha ganado tantas, en parte porque tácticamente no ha progresado lo suficiente en su carrera como para ser un rematador de cinco estrellas.
Su obsesión por el Tour le ha llevado a despreciar otros posibles triunfos, y no ha cumplido su objetivo. Este año ha logrado su mejor clasificación en la ‘Grande Boucle’, cuarto en la general, un puesto insuficiente desde el momento en que Froome y Contador abandonaron la carrera. Su exigencia debía ser el segundo puesto del cajón, pero lo más grave es que, ya con 34 años a sus espaldas, no se ha dado cuenta de que él no es un corredor para ganar el Tour. Su calidad le dio para ganar una Vuelta (2009), una carrera donde la montaña no marca tantas diferencias como la ‘Grande Boucle’. Y además, su carrera está manchada por su sanción de dos años por su implicación en la Operación Puerto.
Se nos va un Tour realmente atractivo, donde se ha volado, con una velocidad media muy por encima de los 40 Km/h, donde se han visto exhibiciones y espectáculo a raudales, demostrando que, en ciclismo, en cualquier momento pueden pasar cosas interesantes. El año que viene esperemos ver un nivel parecido.