Una deliciosa tarde de golf

La localidad inglesa de Hoylake (muy cerca de Liverpool) ha sido la encargada de albergar el Open Championship en este 2014. Los más tradicionalistas del golf lo llaman, directamente, The Open. Se trata del Abierto Británico, el torneo de golf más antiguo de la historia. Este año ha celebrado su edición número 143, que se dice pronto. La primera vez que se jugó fue en 1860, justo antes de que fuera oficialmente creado el fútbol y décadas antes de que fuera inventado el baloncesto. Ahí es nada.

Aunque Saint Andrews es su casa, el torneo sólo se celebra allí cada cinco años (toca el año que viene). El Royal Liverpool de Hoylake fue un habitual desde finales del siglo XIX hasta los años 60 del XX, pero de repente dejó de ser una sede esporádica y desapareció del mapa hasta que fue repescado en 2006. Allí, hace ocho años, se vio el tercer triunfo de Tiger Woods en el torneo. Qué lejos quedan los grandes tiempos del ‘Tigre’. Luego hablaremos de él.

Ahora, en 2014, el testigo en ese campo lo toma el considerado como sucesor de Tiger: Rory McIlroy. El norirlandés dejó hace tiempo de ser una promesa del golf. Ha empezado a batir récords y este ha sido ya su tercer torneo de Grand Slam (o, como se dice en el golf, major). Y todo esto le ha llegado a los 25 años, una edad muy temprana para que un golfista tenga tantos éxitos. Pero es que hace ya dos años que llegó hasta el número uno mundial, siendo el segundo jugador más joven en lograr ese éxito, después de Tiger. Ahora, con este anhelado triunfo, McIlroy ha ascendido hasta el número dos, por detrás del australiano Adam Scott.

Es joven y un jugador espectacular. Cierto es que aún no ha logrado mantener una regularidad como la que mostró Tiger desde muy joven, pero no cabe duda de que estamos ante un chico que va a seguir dando que hablar durante décadas y al que le quedan muchos trofeos que amasar en las estanterías de su casa.

Rory ha sido famoso por otra cosa más, fuera del golf. Se prometió con la tenista (exnúmero uno mundial) Caroline Wozniacki, pero hace un par de meses rompió su compromiso por no sentirse preparado para el matrimonio. Mandar las primeras invitaciones le hizo recapacitar. Este pasado fin de semana, él ha ganado el torneo que más ansiaba, y ella se ha llevado el torneo de Estambul, tras nueve meses sin ganar nada ni jugar una final. Caprichos del destino.

En el Royal Liverpool se ha visto una exhibición de McIlroy. Los tres primeros días del torneo ha sido el mejor con mucha diferencia, ha dominado al campo y ha mantenido lejos a sus rivales. El último día no llegó a sufrir en serio, aunque cometió algunos errores que, unidos a los aciertos de sus perseguidores, hicieron dudar en algún momento sobre quién se llevaría el gato al agua. Pero el norirlandés supo mantenerse tranquilo y agrandar su leyenda. Es británico y por fin se ha llevado el torneo por antonomasia del golf, y su característico trofeo, la Jarra de Clarete.

Es momento de romper una lanza en favor de Sergio García. El jugador español ha estado a un nivel sensacional durante los cuatro días del torneo. Y el último llegó a presionar lo suficiente para hacer peligrar la victoria de McIlroy, pese a que tenía siete golpes de desventaja cuando comenzó la jornada del domingo. Jugó al ataque desde el principio y apenas cometió errores. El bogey que cometió en el hoyo 15 enterró sus opciones, pero fue el único que hizo en toda la última jornada, acompañado de un eagle y cinco birdies. Total de 66 golpes, seis bajo el par del campo. En el total del torneo, 15 bajo par, a dos golpes de Rory. Impresionante.

Mucha gente se queda con que el castellonense era una gran promesa y ahora, con 34 años, todavía no ha sido capaz de ganar un major. Es verdad. Ese es su gran problema. Y ha llegado a estar bloqueado, o malhumorado, o desesperado por ello. El año pasado, tras la tercera vuelta en Augusta, parecía que tiraba la toalla, declarándose incapaz de ganar un torneo de esta categoría. Pero él mismo se equivoca, porque tiene la calidad necesaria para conseguirlo. En algunas ocasiones ha sufrido algún bloqueo que le ha impedido alcanzar la gloria, como cuando perdió otro Open Championship en el desempate ante Padraig Harrington, en 2007. Nunca lo tuvo tan cerca.

Esta vez, Sergio ha vuelto a ser el mismo de siempre, un jugador tremendamente regular que está cerca de la victoria a menudo. Ha terminado 19 veces entre los 10 primeros de un major, y esta es la cuarta que lo hace como segundo. Sólo le falta rematar. Y después de cómo ha jugado en Hoylake, no debe rendirse. Tiene 29 victorias como profesional, una cantidad que no es desorbitada, pero que habla muy a las claras de que está en la élite de este deporte. Ha sido mucho tiempo número dos mundial por detrás de Tiger, el jugador con el que se le comparaba cuando era joven. Ahora, tras este gran resultado, se ha puesto en el número cinco del ranking. Y apuntando hacia la Ryder Cup, quizá la competición donde más cómodo se ha sentido siempre, que este año se celebra en Europa a finales de septiembre.

Mención especial también para Rickie Fowler, el estadounidense que acabó el torneo empatado con Sergio García. Comenzó mal la última jornada, pero acabó rehaciéndose y firmando una espléndida tarjeta de 67 golpes. Se le dan bien los campos británicos, los conocidos links, pegados a la costa y que suelen complicarse a causa del viento. Fowler está llamado a ser otro de los grandes, puesto que tiene 25 años y empieza a asomarse en los ‘majors’ (este año ha terminado entre los cinco primeros de los tres que se han disputado).

En cuanto a Tiger Woods, no cabe otra que expresar dudas. Es quizá lo mejor que se ha visto en un campo de golf, pero lleva cinco años sin ser él mismo. Desde que comenzaron sus problemas personales a causa de sus continuas infidelidades, Tiger está buscando la manera de volver a ser el de siempre, pero de momento no lo consigue. Lleva desde 2008 sin ganar un major, y eso es preocupante para él.

Es cierto que, tras superar algunas lesiones, en 2013 volvió a cogerle el pulso a la competición y recuperó el número uno mundial, que ha mantenido durante 60 semanas consecutivas hasta mediados de mayo de este año. El año pasado ganó siete torneos, algo al alcance de pocos golfistas, y entre ellos estaba el The Players, considerado como el quinto major del circuito. Pero este año ha retrocedido por otra lesión. El Open ha sido el primer gran torneo que ha jugado este año, y no ha pasado del puesto 69 (cuarto por la cola entre los jugadores que pasaron el corte).

El ‘Tigre’ está amenazando con volver, pero no termina de afianzarse y eso preocupa mucho dentro del golf. Parecía obvio que batiría el récord de majors de Jack Nicklaus, pero eso ya no está tan claro. Aún le quedan cuatro para empatar (18 por 14). Dentro de dos semanas tendrá una nueva oportunidad de redimirse en el PGA Championship, el último Grand Slam del año. Ahí, además, se estará jugando el ser elegido para la Ryder Cup, puesto que el capitán estadounidense, el legendario Tom Watson, ya ha avisado de que no tiene el puesto seguro. Y lo dice un jugador de casi 65 años que ha terminado el Open cinco golpes mejor que Tiger (y firmando 68 golpes en la última jornada, algo estratosférico para alguien de su edad). Si no se lo gana por clasificación mundial (ahora mismo lo tendría), el capitán elige a otros tres jugadores, pero pudiera ser que no contara con Tiger ni con Phil Mickelson, que tampoco parece estar en el mejor momento.

Al margen de nombres concretos, la última jornada fue un lindo espectáculo. Es verdad que las condiciones climatológicas no fueron un impedimento, y que los greens se mostraron bastante accesibles, pero el nivel de los jugadores a la hora de puttear fue tremendo. 47 de los 72 jugadores que competían el domingo fueron capaces de ganarle al campo, y hasta cuatro de ellos firmaron una tarjeta de 65, un registro más que notable en un torneo de este tipo. Un disfrute para el espectador que eligiera estar algunas horas delante del televisor o en el propio campo de juego. Y el año que viene, Saint Andrews, la casa del golf.

La imagen que acompaña a este artículo es de New Brunswick Tourism ©

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