Golden State Warriors–Cleveland Cavaliers. Es un gran cartel, seguro que merecerá la pena verlas, no lo dude. Y la manera de llegar no ha seguido exactamente el guión marcado a mediados de abril, pero se podía intuir que este era el enfrentamiento más probable. Seguro que a la NBA no le parece nada mal. El MVP, la nueva megaestrella, Stephen Curry, contra LeBron James, ese hombre récord que se va a retirar, quizá, siendo incluido en el mejor quinteto de la historia del baloncesto.
He de reconocer que no es mi final preferida. Más allá de filias y fobias, es una pena cómo ha terminado la temporada Atlanta Hawks. Han hecho la mejor temporada de su historia, y eso lo han conseguido con un estilo de juego magnífico, rápido y divertido, sin olvidar que hay que bajar el culo en defensa para poder competir con cualquiera. 60 victorias en temporada regular, pero en play-offs no han conseguido sostener su nivel. Han pasado dos eliminatorias con bastantes dificultades, pero los Cavaliers les han pasado por encima, sin Kevin Love y con un Kyrie Irving muy lejos de su mejor nivel físico. Los Hawks se estaban convirtiendo en una especie de San Antonio Spurs de la Conferencia Este, aunque sin tener cracks de la talla de Tim Duncan o Tony Parker.
Y hablando de los Spurs, me hubiera encantado que ellos hubieran sido los rivales de los Warriors en la final de la Conferencia Oeste. Me hubiera gustado comprobar si los de Steve Kerr estaban listos para tomar el relevo como equipo puntero de esa mitad de la NBA ante el equipo más competitivo que ha habido en el siglo XXI, en un enfrentamiento directo.
Aún así, cualquiera puede estar aunque sea moderadamente contento con este emparejamiento. Es cierto que estamos muy pendientes de la evolución física de Klay Thompson y el propio Irving. Son dos puntales extraordinariamente importantes en estas Finales, todo lo que sea que ellos no estén bien sería una rebaja considerable en el nivel de la serie. Ambos van a jugar en el primer partido, pero veremos en qué estado.
Más allá de eso, deberemos tener mucha atención en lo que pase dentro de la zona, tanto por las penetraciones de los exteriores como por el rendimiento que tengan Draymond Green, Andrew Bogut, Tristan Thompson y Timofey Mozgov. Estos cuatro señores deben tapar caminos, ayudar a los defensores superados y pegarse por coger un buen puñado de rebotes. En esta serie eso puede ayudar mucho a desequilibrar la balanza.
El comportamiento en la zona es lo más flojo de un auténtico equipazo como los Warriors. No son malos ahí dentro, pero se les puede hincar el diente, como ya demostraron Zach Randolph y Marc Gasol en las semifinales de conferencia. Ofensivamente, no es el punto fuerte de los Cavs, pero pueden ayudar a fortalecer el ataque a base de rebotes ofensivos y forzando faltas personales que debiliten al rival.
Quebradero de cabeza para Kerr es qué hacer con LeBron. Está a un nivel superlativo, incluso más que cuando ha estado superlativo otras veces. Se ha acostumbrado a la mochila pesada, la de los Cavaliers en su espalda, la acepta de buen grado y les ha llevado hasta las Finales. Es el quinto año consecutivo que llega hasta aquí, los cuatro que ha jugado en Miami y este. También su compañero James Jones, pero con una incidencia casi insignificante. Harrison Barnes y Andre Iguodala serán los desactivadores designados. Van a necesitar un extra de concentración.
Y si Kyrie está bien, su duelo con Curry puede ser como tocar el cielo con las manos. El mejor jugador de la temporada parece hacer magia con el balón, y también parece el pistolero más rápido batiéndose en duelo, su facilidad para desenfundar y acertar en el tiro es asombrosa. Personalmente, es un jugador que no sólo me hace disfrutar, sino también sonreír. Se parece a la sensación de estar enamorado, es verle y ser más feliz, y si tiene un mal día no se lo tengo en cuenta.
En la liga regular se enfrentaron dos veces, y cada equipo ganó el partido en su cancha. Pero la diferencia es que LeBron no jugó en Oakland, pero sí en Cleveland, y les metió 42 puntos. Seguramente necesite más de un partido como ese para poder ponerse su tercer anillo en los dedos, y que los Cavaliers logren el primer título de su historia. Sólo han jugado una final antes, en 2007, con un LeBron joven, y cayeron arrasados a manos de los Spurs por 4-0.
Los Warriors sí han pisado más veces este terreno, y han ganado el título tres veces, fueron el primer campeón de la liga, cuando ni siquiera se llamaba NBA, en 1947, pero su último entorchado y su última final fueron en 1975, hace la friolera de 40 años. Ahora están muy bien armados para alcanzar la gloria de nuevo, tienen ventaja de campo y son los favoritos, pero necesitan de su mejor nivel para culminar el grandísimo trabajo que llevan haciendo estos últimos siete meses.
LeBron tiene hambre, y eso eleva la dificultad varios escalones. Nosotros, los espectadores, sólo debemos ponernos cómodos y disfrutar de los siete partidos que faltan, como mucho, de esta temporada. Y del duelo entre Kerr y David Blatt, dos entrenadores que han debutado esta temporada en la liga. Y felicitar al campeón que conozcamos, a lo más tardar, el próximo 19 de junio.
I LOVE THIS GAME
Fotografía: Michael Tipton ©