¿Qué fue de los protagonistas de la gran trifulca de 2004 en la NBA?

Se han cumplido 10 años de una batalla campal histórica en la NBAUna de las peores imágenes que esta liga ha dado en toda su historia. De la manera más tonta, y con el siempre polémico Ron Artest encendiendo la mecha, un partido duro de Conferencia Este saltó a las gradas y puso en jaque una de las competiciones más modélicas a nivel mundial en las últimas décadas.

La situación fue la siguiente (si quieres saltarte la explicación, hay vídeo abajo). Indiana Pacers rendía visita a Detroit Pistons, que eran los vigentes campeones de la NBA, en el Palace de Auburn Hills. Dos de los equipos más duros en defensa se enfrentaban, pero la temporada no había hecho más que comenzar, quedaba mucho para los duelos realmente calientes del curso. Los dos eran candidatos a pelear por el anillo en primavera.

Llegado el último minuto de partido, y con los Pacers ganando de 15 (es decir, partido ventilado), Ron Artest, del equipo que iba a ganar, decide hacerle una falta totalmente sin sentido a Ben Wallace para evitar que anote una canasta fácil. Es una falta sin opción de ir a por el balón, con la única intención de molestar y cabrear a un rival que no era precisamente un angelito. Wallace se gira y da un empujón a Artest a la altura del cuello y los ánimos se calientan. Sin llegar a pelear, varios jugadores de ambos equipos se encaran o incluso se empujan, pero miembros de ambos banquillos hacen de separadores y parece que las cosas se van enfriando. Artest, en una actitud chulesca y provocativa a más no poder, ya no está metido en medio, sino que se ha tumbado en la mesa de anotadores, como si estuviera tomando el sol en una playa hawaiana. Le estaban sujetando por si acaso, pero llegó algo inesperado: la crispación era tan fuerte entre el público, que a un ‘cerebrito’ no se le ocurrió otra cosa que lanzarle su vaso, con hielo y algo de refresco, a Artest, y le acertó en el pecho.

Y aquí llegó lo peor, porque el alero de los Pacers pegó un brinco, llegó a la grada y empezó a zurrarse con los aficionados. Algunos compañeros de equipo, tampoco sobrados de coeficiente intelectual, le ayudaron en su cruzada, mientras a los jugadores de los Pistons les sujetaban en la pista para que no subieran a defender a sus aficionados. Cuando Artest bajó a la cancha, todavía tuvo tiempo de atizar a algún aficionado que también había bajado. Al final, los jugadores visitantes fueron conducidos uno a uno al túnel de vestuarios, pero llegar hasta allí no era nada fácil, porque debían pasar bajo una zona de grada provista de muchos vasos y bolsas de comida y dispuestos a utilizarlos. Particularmente llamativo fue cuando Jermaine O’Neal, una de las grandes figuras de los Pacers, tuvo que ser llevado al túnel entre varias personas, porque parecía querer quedarse a pegarse, uno a uno, con todos los aficionados que había en el pabellón. Incluso ya dentro del túnel, alejado de la zona caliente, le tuvieron que volver a sujetar porque él estaba empeñado en volver a salir, aunque estuviera empapado de líquidos por todos lados.

La NBA no quiere mala publicidad. Prefiere evitar estos penosos espectáculos. Por eso, impuso unas sanciones durísimas, sin parangón en la historia. Repasemos las sanciones y qué ha sido de la carrera deportiva de los implicados. Empecemos por los jugadores de Detroit Pistons:

Elden Campbell: un partido de sanción y casi 49.000 dólares de multa por estar en el momento de los empujones. Desarrolló la mayoría de su carrera en los Lakers, pero no fue hasta 2004 cuando conquistó su único anillo en Detroit… contra los Lakers. Un año después de la trifulca se retiró.

Derrick Coleman: un partido y 50.000 dólares. Comenzó brillantememte su carrera junto a Drazen Petrovic en New Jersey Nets, pero poco a poco las cosas se le fueron torciendo sin tantos éxitos como se le auguraban. Se retiró la misma temporada de la trifulca, sin anillos en sus dedos.

Chauncey Billups: un partido y 60.000 dólares. Un genio, un base diferente. Campeón y MVP de las Finales meses antes del altercado, parecía que el baloncesto le reservaba un hueco muy grande en el Olimpo, aunque al final no ha sido para tanto, en parte porque las lesiones han lastrado el final de su carrera. La temporada pasada volvió a Detroit y el pasado septiembre anunció su retirada. Ahora le acoge la televisión como comentarista.

Ben Wallace: seis partidos y 400.000. Respondió de manera violenta y fue el jugador de los Pistons más castigado. Era un pívot tremendamente duro, con algún tornillo suelto, pero con una trayectoria en el trabajo de equipo bastante notable, al menos los seis años de esplendor en Detroit, donde también fue campeón en 2004 y logró todos los premios de su carrera. Desde que salió hacia Chicago, ya no volvió a ser el mismo, ni siquiera cuando regresó a los Pistons. Se retiró en 2012.

Pasemos a los jugadores de Indiana Pacers:

David Harrison: no fue sancionado por la NBA, pero sí recibió multa administrativa, horas de trabajo por la comunidad y obligación de ir a terapia (igual que Anthony Johnson, Jermaine O’Neal y Ron Artest). Este pívot acababa de empezar su carrera en la NBA. Aguantó cuatro años sin rendimiento destacable en Indiana y desde 2008 hace carrera en el baloncesto chino.
Reggie Miller: un partido y 61.111 dólares. No jugó el partido, estaba en el banquillo vestido de calle. Estamos hablando de una de esas leyendas del baloncesto que nunca ha conseguido un anillo. 19 temporadas en Indiana, su camiseta colgada del techo, máximo anotador de la historia de la franquicia, segundo jugador con más triples anotados en la historia de la NBA, al menos sí ganó un Mundial y unos Juegos. Se retiró al finalizar aquella temporada 2004/05. Ahora lleva tiempo comentando para la cadena estadounidense TNT.
Anthony Johnson: cinco partidos y 122.222 dólares. Un base que aguantó 13 temporadas en la liga pero pasó sin pena ni gloria. Eso sí, jugó dos finales seguidas con New Jersey Nets antes de recalar en Indiana, pero las perdió las dos. Se retiró en 2010.
Jermaine O’Neal: 25 partidos (reducidos después a 15) y más de cuatro millones de multa. Se subió a la grada a pegar gente y después se encaraba con cada aficionado que le dijera algo camino del vestuario. En este momento era una superestrella de la NBA, y esta misma fue su mejor temporada, de largo, en anotación, con más de 24 puntos por partido. Sus ocho años en Indiana fueron su gran época, seis All Stars seguidos incluidos. Su físico le ha obligado a ir dando tumbos. Ahora está sin equipo, pero no está retirado. Con 36 años espera una última oportunidad de ganar un anillo que no tiene.
Stephen Jackson: 30 partidos y 1,7 millones de dólares. Este no sólo subió a la grada a defender a su compañero Artest. Éste se encaraba y zurraba a todo bicho viviente. Una muestra de perturbación mental seria. Se trata de un escolta anotador, con buena carrera en la NBA, y con un anillo conquistado en San Antonio antes de estos hechos. Como Jermaine, tiene 36 años, está sin equipo, pero tampoco retirado.
Ron Artest: 72 partidos (más los play-offs) y casi cinco millones de dólares. Se cambió el nombre a Metta World Peace. Y ahora se llama The Pandas Friend. Este tío está desequilibrado. Ha dado episodios estrambóticos, agresivos o directamente violentos en varias ocasiones de su carrera. Para que se hagan una idea de la fragilidad mental del personaje, estaba en el mejor momento de su carrera al producirse esta vergonzosa pelea. La temporada anterior fue All Star (por única vez en su carrera, y con Antoni Daimiel vistiendo de luto ese día en televisión por tener a Artest en tan magna cita), elegido en el tercer mejor quinteto de la temporada y elegido mejor defensor del año. Pero su estado de ánimo siempre ha dado igual. Fue el último gran proyecto de Phil Jackson como entrenador, y acabó siendo decisivo en el último anillo del ‘Maestro Zen’ con los Lakers. El único de un jugador que, a los 35 recién cumplidos, se ha marchado a China, pero con la esperanza de que algún equipo NBA se acuerde de él.
Por si todo esto no ha servido para refrescarte la memoria, o nunca has visto lo que ocurrió aquel 19 de noviembre de 2004, ahí va:
Fotografía: William Stark ©
bluebird Comunicación
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