¿Qué está pasando en Atlanta?

Cada temporada, en muchos deportes, hay un equipo que es el mejor, otro el peor, unos defraudan y luego está también el equipo revelación. En la NBA, después de dos meses de partidos, tenemos una muy clara: Atlanta Hawks. Una franquicia clásica, de toda la vida, lleva en la liga prácticamente desde el comienzo, sólo que no siempre se alojó en la ciudad de la Coca-Cola y la CNN.

Nació como Tri-Cities Blackhawks, en 1946, y el nombre se debía a que representaba a tres ciudades entre Illinois y Iowa, pero pronto se trasladaron a Milwaukee, una vez que la franquicia ya formaba parte de la mejor liga del mundo. Tampoco duraron mucho. En 1955 se mudaron a Saint Louis, y allí vivieron una etapa muy fructífera. De hecho, lograron ser campeones en 1958 ante unos Boston Celtics que estaban empezando a escribir las mejores páginas de su historia, cuando se convirtieron en el ogro de la NBA durante una década larga. Ese triunfo de los Hawks fue la venganza de la derrota sufrida en la final un año antes ante los celtas, en el que fue el primer anillo de su larga lista. Un año después comenzó la auténtica dictadura verde, en la que enlazaron ocho títulos consecutivos, dos de ellos ante los halcones.

En 1968 se produjo el cambio definitivo hasta hoy. Los Hawks volaron hasta Atlanta y ahí siguen 46 años después. En su segunda temporada en su nuevo emplazamiento perdieron la final de conferencia ante Los Angeles Lakers. Esa ha sido la última final de conferencia que han jugado. Han estado en semifinales muchas veces, pero siempre se quedan cortos en sus intentos por volver a ser campeones.

Sí, es verdad, es clásica pero no suele triunfar. Ha tenido figuras en su historia, pero tampoco un puñado verdaderamente grande. Ni tampoco ahora. Quién no se acuerda de estrellas como Bob Pettit, Pete Maravich, Dominique Wilkins o el concurso de mates que ganó Spud Webb. Pero no hay mucho más (si hablamos del nivel más excelso), el techo del Philips Arena no está plagado de camisetas colgadas.

De los jugadores que hay ahora mismo en plantilla, no hay muchos candidatos a formar parte de ese selecto club, salvo que mantengan su rendimiento durante unas cuantas temporadas más. Y sin embargo están rompiendo esquemas. El equipo arrancó bien, pero sin alardes, cumpliendo con el pronóstico que dice que deben estar en play-offs pero sin pretensiones de llegar lejos. Pero desde finales de noviembre el equipo va como un tiro.

Tanto es así, que son segundos en la Conferencia Este y amenazan el liderato de Toronto Raptors, que es revelación, pero mucho menos. 14 victorias en los últimos 15 partidos son números al alcance de casi ningún equipo a lo largo de una temporada entera en la liga.

No es casual que un equipo sin grandes estrellas triunfe si lo entrena un discípulo de Gregg Popovich. Mike Budenholzer va moldeando un equipo muy basado en la solidaridad entre sus jugadores. Los titulares llevan mucho el peso, ninguno hace estadísticas demasiado destacadas, pero los cinco anotan al menos una docena de puntos por partido. Eso no se ve con facilidad.

Jeff Teague, Kyle Korver, DeMarre Carroll, Paul Millsap y Al Horford conforman el quinteto. Pero sorprende que cuando ha faltado Teague, el cerebro, por lesión, ha sido sustituido por Dennis Schröder y casi ni se ha notado la baja. Hace pocos días se perdió tres encuentros seguidos fuera de casa, en Cleveland, Houston y Dallas. Ganaron los tres. Y al día siguiente de vencer en Dallas, volvieron a su pabellón para recibir a Los Angeles Clippers, ya con Teague de vuelta, pero repartiendo sus minutos con su suplente habitual, y volvieron a ganar.

El banquillo aporta mucho trabajo. Quizá en anotación no destaquen, de hecho son el 20º banquillo en la lista de anotación, pero ya se las ingenia Budenholzer para que el equilibrio no se altere. Ha dado con la fórmula, la está explotando y va lanzado hacia una posición de privilegio en su conferencia para cuando lleguen los play-offs.

¿Es un candidato? Yo creo que no, pero contra mí no van a jugar. Mal harían sus rivales en despreciar sus capacidades, porque se pueden encontrar bebiendo Cola-Colas en casa, eliminados, mientras ven por televisión las evoluciones de sus verdugos de Atlanta. Sólo un anillo, ninguna final desde que juegan en la capital del Estado de Georgia, peo quizá Budenholzer esté creando al fin un proyecto ganador en esta franquicia. De momento tiene asombrada a la NBA, que no es poco.

Fotografía: Hector Alejandro ©

bluebird Comunicación
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