Después de la victoria de anoche por 0-2 al Arsenal, el Barça puede oler un poco más cerca una quimera que hace meses se antojaba utópica. Si bien aún queda un partido de vuelta, algo catastrófico debería de pasar para que quedase apeado de los cuartos de final de la Champions League.
Dejémoslo claro: no pretendo ser arrogante ni lanzar las campanas al vuelo. Esto del fútbol es muy variable y cambia en menos que canta un gallo. Pero también hace gracia poder tener la certeza y la visibilidad de constatar algo meses antes de que ocurra. Es ese juego a cara o cruz: o acabo como el p*** amo o seré la mofa hasta que el tiempo lo quiera.
Dejémoslo claro: las sensaciones son muy buenas. Ya pueden contar los periodistas de Madrid las mil milongas que cuentan en los programas de televisión o los editoriales de los periódicos, acuciados por una comprensible dosis de esperanza. Ya pueden contar acerca del ADN Madrid y de si son muy buenos. Lo increíble del pensamiento madridista es aquel de creerse superior a los demás por decreto. El Real Madrid tiene que ganar siempre, el Madrid tiene que ganar un título siempre. Desde fuera, uno tiene la sensación de que se olvidan de que hay otros equipos por ahí. De otros equipos más compactos, más enteros, mejor preparados. Sin embargo, es lógico vivir con esperanza: si no, la vida dejaría de tener mucho sentido.
El Barça se encuentra ante una oportunidad histórica de hacer historia. Que se dice pronto. Las sensaciones son más que positivas, hasta el punto de que un culé, por más que lo intente evitar, se contagia de ese pensamiento de un nuevo triplete. A día de hoy, es muy posible, pero también muy difícil. Si bien la Liga parece muy encarrilada y el Sevilla no será ese fuerte Sevilla en su estadio, la Champions League tiene ese capricho de dejarte fuera por pequeños detalles o un partido desafortunado. Sin embargo, pensémoslo fríamente: estamos hablando de seis partidos (incluyendo el de vuelta en el Camp Nou contra el Arsenal). Y miremos cómo se está desarrollando el equipo: no da muchos síntomas de excesivo cansancio y lleva 33 partidos sin perder. A seguir así, se repetiría algo que ya de por sí contados equipos han logrado. ¡Pero aún más! Además de ser ya el primer club de fútbol con dos tripletes, se convertiría en el primero en hacer dos tripletes seguidos y, lo más importante, en ganar dos Champions consecutivas. ¡Menudo dato! Repetimos: es un camino muy arduo y hercúleo. Mas está ahí, rondando en la cercanía…
Si eso sucediera, ya podemos imaginar lo que se haría en Madrid. Taparlo con nuevos fichajes y con una renovación de ilusión de tamaños inimaginables. Empezando por la prensa, unos grandes artistas en empresa semejante. Menudo alboroto se formó cuando Zidane ascendió como entrenador del primer equipo. Toda la ilusión que se generó en torno al equipo recuerda a esa espera eterna de que el hijo de Dios resucite de nuevo y salva a la raza humana. A ese política perfecta y equitativa. Es increíble cómo los aficionados, especialmente por la capital de España, son capaces de borrar el pasado más reciente y creer en las transformaciones radicales en menos de un día. Siempre recordaré el día en que el Barça ganó 2-6 en el Bernabéu. Durante unos días la prensa azotó al equipo y al presidente. Luego, tras cuatro victorias seguidas, después de haber dado la Liga por requeteperdida, se creyó en la posibilidad de ganar la liga, cuando era más que evidente que no sería así. Todo un misterio.
¿Logrará el Barça alcanzar tal hazaña, tal hito? Lo más fácil sería afirmar que no. Empero, el equipo y sus resultados se empeñan en que saquemos la arrogancia al aire y nos creamos imbatibles e inalcanzables…
El tiempo siempre pone las cosas en su sitio. Las prisas nunca fueron buenas consejeras.