La importancia de ser Modric

Llegó al Madrid en silencio desde Inglaterra. No fue de esos fichajes a los que antes nos tenía acostumbrados Florentino Pérez aunque sí tuvo tintes de culebrón. No querían dejarlo marchar en el Tottenham y quizás eso fuera una señal de la importancia que iba adquirir.

Luka Modric no llama la atención de los medios. No es una estrella de esas de ahora con tatuajes por todas partes. Él es futbolista. Habla con la pelota. Lo entienden bien los entrenadores y muchos aficionados. Y este chico croata no arrancó bien en aquel Madrid de Mourinho que empezaba a resquebrajarse desde el mismo verano.

Pero todo cambió en Manchester con aquel gol. Un latigazo infernal que golpeó las mallas y ayudó a los madridistas a pensar en reverdecer viejos laureles. Pero todavía no era el momento. Ni el de Modric.

Llegó después, tras cumplir toda una pretemporada de blanco, Ancelotti le entregó los galones. Y se asoció con Xabi Alonso y Di María para comandar una nave que conquistó la Décima. Como jugaba Luka susurraba el Bernabéu. Esa inteligencia innata, que sólo tienen los futbolistas elegidos, para desplazar el balón y dirigir las operaciones desde el centro del campo.

Auténticas lecciones de fútbol comenzaba a impartir este chico del que decían que tenía un aire a Cruyff en la cara desde sus inicios. Y se hizo indispensable. Carletto tenía claro que en su Madrid siempre serían Luka y diez más. Así lo fue el año de la Décima, siendo el baluarte de aquellos contrataques que reventaron al Bayern de Guardiola. Desequilibraba con sencillez, algo que no es nada fácil en esto del fútbol.

El año siguiente, aunque se fueron sus socios, parecía que todo podía ser mucho mejor. Llegó un alemán que podía convertirse en su mejor amigo en el verde. Kroos aportaba otras cosas y daba libertad a Luka. Se podían ir Di María y Alonso, pero tenemos a Luka pensaría Ancelotti.

Y como jugó el Madrid con Modric en aquel inició de temporada. Se volvía a disfrutar del fútbol. Una cantidad increíble de partidos sin perder, un tal James al que Luka buscaba constantemente. Aquellas asociaciones con Isco. Era el curso del Real Madrid y de Luka.

Pero el futbol tiene esa maldad capaz de castigar al que vive su mejor momento con una dolorosa lesión que le aparte meses de los terrenos de juego. Y Modric se rompió. Todo se tambaleó en Chamartín. Absolutamente todo. Y ese equipo, sin su comandante, empezó a ir a la deriva en el momento en que se le agotó la gasolina a Kroos.

Pasaron los meses y todo se venía abajo. No estaba Luka para dar sentido al juego. ¿Se puede echar tanto de menos a un futbolista? Está claro que sí. No se pensaba en la marcha de Di María ni en que Alonso ahora jugara para Guardiola. El drama era que Modric, el faro del madridismo, estaba en su casa viendo perder a su equipo por la tele.

Volvió fugazmente para dar esperanza pero volvió a recaer. En ese tiempo se perdió todo y Ancelotti se quedó sin trabajo. Luka pensaba en volver, en el verano, la pretemporada, olvidar la lesión…

Llegó Benítez y le otorgó el timón. Vuelven a ser Modric y diez más. Contra el Betis, una mala entrada, un mal gesto y silencio en Bernabéu. Pánico por su tobillo. Quizás ahora haya recambios con Casemiro y Kovacic, pero no es lo mismo. Rafa lo sabe y el madridismo también. Necesitan a Luka llevando el timón.

Llegarán superestrellas, se hablará de la BBC, de la portería, de Ramos… pero todo fluirá si el croata está en el cambio tocando la pelota. Esa es la esencia del Madrid. Esa es la importancia de ser Modric.

Fotografía: LauraHale ©

bluebird Comunicación
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