Andrés Iniesta. Ni más ni menos. Con ese nombre y ese apellido podría bastar para hacer la crónica del primer partido de España en la Eurocopa 2016 de Francia. Una nueva exhibición del genio de Albacete bastó para derrotar por la mínima a una correosa República Checa.
Un medido centro de Iniesta fue rematado a bocajarro por Piqué, el otro triunfador del encuentro. El central del Barça se dedicó a callar bocas y volvió a cumplir a alto nivel en la Selección. Hasta los que le pitan de manera absurda tienen que agachar la cabeza y admitir que sin ese certero remate no habríamos sumado los tres puntos en el debut en la Euro.
Volvamos al fútbol y dejemos el cuñadismo.
España volvió a adolecer de lo de siempre: falta de gol. Al menos Del Bosque lo reconoció al final del encuentro. Hace falta rematar mucho más ya que sin remates no vendrán los goles. Volvimos a marear la pelota y a pasarla sin sentido en el umbral del área perdiendo muchas opciones de remate. Incluso Nolito dejó pasar algún tiro escorado de los que tanto marca en el Celta.
Para eso de rematar no hay nadie como Aduriz entre los convocados por el Marqués. Quizás sea más útil para este equipo que un Morata que no fue capaz de generar demasiado peligro en el rato que estuvo en el terreno de juego. Y luego, tras la entrada del 9 del Athletic falló Del Bosque en el campo al dar entrada al ineficaz Pedro en lugar del vertical Lucas Vázquez.
Era un partido para remates de cabeza y tardó España en entender el cometido. Por dentro no iba a llegar el gol de ninguna de las maneras ante el tremendo entramado defensivo que habían dispuesto los checos. Así llegó el gol de Iniesta y así hay que plantearse las cosas para el futuro en situaciones similares: centros de Lucas Vázquez y remates de Aritz Aduriz. Ni más ni menos.
También sobra en el centro del campo de España un Cesc Fabregas que sigue al ritmo de su temporada en el Chelsea. Quizás este equipo necesita de primeras la frescura de Thiago o la consistencia de Koke para acompañar a Iniesta y Silva en la creación ya que ambos parecen imprescindibles para Del Bosque.
Más consistente España en el plano defensivo con un buen Busquets, unos laterales poco comprometidos por los checos a lo largo del encuentro (aunque se echa de menos a Carvajal) y una pareja de centrales que parece estar muy fina. Además, zanjando todos los debates, el seleccionador se decantó por un De Gea que estuvo bien y sobrio. Y a Casillas tampoco se le veía muy apesadumbrado en el banquillo. El cambio y la famosa transición tranquila era necesaria.
Pero, siendo realistas, la República Checa apenas inquietó demasiado la meta española. Pese a todo así dieron un par de sustos pero se dedicaron a especular con el empate sin goles. Y eso suele pagarse caro aunque la inoperancia ofensiva española hacía presagiar que conseguirían su objetivo.
Pero no, ahí estaba Andrés para volver a disfrazarse de mago con la camiseta roja y trazar un centro preciso hasta la cabeza de Piqué. Con ese se gol se alejan varios fantasmas y se gana en tranquilidad. Era evidente que la mosca estaba tras las orejas después de la debacle de España en el Mundial de Brasil, especialmente en aquel infausto primer partido ante Holanda.
Ahora toca pensar ya en Turquía, un partido que seguro que será complicado y muy duro. Todo con vistas a afrontar a la auténtica piedra de toque de esta primera fase de la Eurocopa: la Croacia de Modric.